Vistas de página en total

lunes, 27 de marzo de 2017

Funcionamiento participativo de espacios jóvenes.

Comparto el texto en el que basé mi intervención en la formación técnica del proyecto "Espabilé" del Área de Educación y Juventud del Cabildo de Tenerife, gestionado por Bencomia, al que asistieron personal técnico del propio Cabildo y de ayuntamientos de Tenerife (sin olvidarme de la dinamizadora de Fuerteventura). Un placer compartir, de nuevo, con todos y todas y con la suerte de conocer a Elena y Ana del Ajuntament de  Palau-solità i Plegamans. Del equipo de Bencomia (Dácil, Mª José, Carlos y Achamán) está todo dicho. Una vez más, gracias.






Documento para la reflexión y el debate sobre el  funcionamiento participativo de espacios juveniles.

 “Si los circuitos que te van a permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que si se hace a los cuatro, igual se consigue pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de repetirlo”.
Francisco Mora. Doctor en Medicina y Neurociencia. Universidad Complutense de Madrid.

A modo de comienzo.

¿Qué hacer para que participar en un espacio juvenil sea una actividad placentera? A continuación os traslado una serie de reflexiones sobre distintas temáticas asociadas al funcionamiento de estos espacios para que, entre todos y todas, podamos poner en común nuestras  dudas y propuestas.

Dice la R.A.E. que placentero significa agradable, apacible, alegre y,  en eso, creo, debemos basar nuestra planificación de actuaciones dirigidas a jóvenes. Los aprendizajes que intentamos trabajar a través de los centros juveniles no han de estar reñidos con pasar un buen rato  y diseñar un lugar a donde quieran volver.

También es un sitio en donde hay que tener en cuenta que el propio concepto de juventud que manejamos no se convierta,  en sí mismo, en un impedimento para que los y las jóvenes quieran acercarse al centro ¿Pueden convivir en un mismo lugar chicos y chicas con 14 años con jóvenes de 25? ¿Van los y las jóvenes con 25-30 años a nuestros centros juveniles? ¿Podemos hacer coincidir en el mismo espacio y tiempo  los intereses de grupos con tan diferentes expectativas y momentos vitales? Y si no nos queda otro remedio ¿Cómo hacerlo?

¿A los centros juveniles deben de ir menores de 14 o mayores de 30? ¿Actúan los centros juveniles como servicios de guardería o como gimnasios a bajo costo de personas adultas? ¿Propiciamos la participación externa pero no la interna? ¿Nos preocupa que la gestión participativa de un centro juvenil nos haga “perder el control” a profesionales y responsables políticos/as? Y si lo hacen todo los y las jóvenes ¿Qué vamos a hacer nosotros/as?

¿Usuarios/as o participantes?

Durante este tiempo previo a la formación, he repasado muchos textos y web en los que se explicaban los objetivos de la puesta en marcha de un centro juvenil en su inicio,  para luego comprobar la programación de dicho centro con el paso del tiempo. En muchos casos, las buenas intenciones y un adecuado planteamiento de funcionamiento inicial terminan (por distintas razones) en lo de siempre. La principal queja de quienes trabajan con jóvenes en estos espacios coincide en la mayoría de los lugares: No vienen.

Y cuando vienen y consigues que un numeroso grupo se relacione con el centro,  a los pocos años, cuando ya no tienen edad para ir a un centro juvenil o están ocupados en otros asuntos de la vida, hay que empezar de cero ¿Tenemos plan para eso o hay que pasar una travesía en el desierto hasta que venga una nueva generación?

En los últimos treinta años he visto  varías veces y en muchos municipios que a un periodo álgido de participación (sobre todo  con el movimiento asociativo) viene otro de carestía total. Nos volcamos  con el presente y con el grupo que participa en ese momento, pero no solemos tener en cuenta que, por la misma naturaleza del segmento de edad al que nos dirigimos, nos abandonarán algún día, es un proceso de lo más normal y hasta deseable.

No podemos pretender que todos nuestros potenciales destinatarios/as sean participativos/as, pero si facilitar que quien quiera serlo,  pueda hacerlo. Tampoco rechazar  a quienes sólo quieren  pasar un  rato con amigos y amigas en los espacios juveniles, también están para eso y suele convertirse en el motivo de “enganche” para otras actuaciones.

De una forma o de otra, han de estar a gusto, sentir el espacio como suyo y que forme parte de sus territorios.

¿Espacios jóvenes para la juventud o para jóvenes?

La “juventud” es una miscelánea en donde todo cabe y así es muy difícil  trabajar ¿Tenemos los recursos suficientes para atender a jóvenes de 14 a 30 años, a  la vez que también le prestamos atención a infancia y a personas adultas que hacen alguna actividad en nuestros espacios? Creo que no. Aceptar que sí supondría que nuestra labor es programar actividades destinadas a un público tan amplio que sería imposible cualquier planificación de objetivos, estrategias o aprendizajes.

Al final,  utilizamos las instalaciones que tenemos (se supone que específicas para jóvenes)  para todo y esa circunstancia impide que un grupo de jóvenes adolescentes lo sientan como suyo, sobre todo cuando lo comparten con sus padres y madres que van a hacer zumba. Las actividades entre distintas generaciones están bien,  si son planificadas y con unos objetivos concretos, pero ¿Os hubiera gustado a vosotros/as de jóvenes ir a un centro juvenil a encontraros con  vuestros progenitores?

 Tenemos un problema con las edades. Atendemos a jóvenes con estados vitales muy diferentes y con motivaciones distintas. Y tendremos que decidir con quién actuamos o establecer un plan atendiendo a los recursos que tenemos: que una persona con 11 años esté deseando cumplir la edad para ir al centro joven.

Además, no sé si les queda tiempo  para lo que nosotros/as les ofrecemos después de todas las ocupaciones que tienen (estudios, búsqueda de empleo, formación, actividades extraescolares, ocio, atender redes sociales…)

Las infraestructuras.

Tenemos unos espacios basados en el modelo de casas de juventud que se pusieron en marcha en muchos municipios a principios de los años ochenta: pequeño salón de actos, sala de exposiciones, lugar administrativo para el servicio municipal de juventud y/o centro de información juvenil, sala de cursos,  despachos para que utilicen las asociaciones y algunas salas polivalentes para el uso de la actividad con más seguimiento según la zona (laboratorio fotográfico, taller de radio, estudio de grabación…).

Las nuevas construcciones, en su gran mayoría, se han basado en este modelo sin tener en cuenta las nuevas condiciones juveniles.

A veces, las personas adultas nos imaginamos espacios juveniles con paredes blancas, limpias e inmaculadas con todo lujo de detalles, un mobiliario moderno y a la última, y nos olvidamos que los y las jóvenes, a lo mejor,  lo que quieren es pintar con spray esas blancas paredes, un sofá viejo y, por supuesto wi-fi. Seguimos pensando como adultos para su diseño y distribución.

En algunas localidades, el poco uso que ha hecho la población juvenil de un centro joven ha propiciado que se utilice para otros destinos  como gimnasios o salones de baile improvisados. Ahora, cuando se quiere recuperar para actividades específicamente juveniles,  nos podemos encontrar con la contrariedad de sus padres, usuarios/as actuales para bailar salsa o hacer GAP (glúteos, abdomen y piernas). Y esta situación puede suponer un  contratiempo para el Ayuntamiento de turno.

Si nos damos una vuelta por cómo está la cuestión en el resto del estado veremos circunstancias parecidas. También con fórmulas, algunas ya con muchos años de tradición, como la utilización de espacios en desuso o abandonados que un colectivo juvenil ha tomado para realizar distintas actividades.

No podemos dejar de mencionar distintas tipologías de espacios jóvenes que tienden a buscar temáticas sectoriales en función de los intereses de los y las jóvenes de una localidad y, también, aquellos que por una moda pasajera se ponen en marcha.

Son muchos los municipios que tienen salas de ensayo para grupos jóvenes, laboratorios de arte joven y otros centros especializados que, según la amplitud de la infraestructura, estarán incorporados en los centros juveniles clásicos o tendrán un local propio.

La gestión  de los espacios juveniles.

Hay de todo: desde la realizada directamente por el personal técnico municipal, a través de empresas, de entidades juveniles, gestión compartida con colectivos y jóvenes implicados/as, autogestionados (ocupando un espacio abandonado o con el consentimiento municipal). No hay una fórmula mágica que nos permita decir: ésta es la ideal. Por otra parte, es imposible que exista ya que no pueden confluir en el mismo lugar intereses tan diferentes para distintos jóvenes (edad, necesidades, gustos, estética, situación…)

Por otra parte, investigando en cómo se gestionan distintos centros jóvenes me he encontrado desde “la puerta está abierta para todo el mundo”,  pasando por prohibiciones diversas hasta terminar por reglamentos de funcionamiento más propios del Congreso de los Diputados que de un espacio juvenil.

¿De verdad crees que ahora tienen sentido los espacios juveniles?

Esta fue la pregunta (que utilizo para cerrar el planteamiento inicial de esta reflexión) que una persona que trabaja con jóvenes me hizo hace bien poco y me dejó, al principio, un poco cortado. Me decía que el espacio joven  lo llevan ahora en la mano y es mucho más amplio y universal que estar entre cuatro paredes: se llama Smartphone.

¿Y qué hacemos, entonces?
Pensar, que para eso estamos.

Nuevos espacios para nuevos jóvenes.

Que no se eche a temblar el Cabildo. No voy a plantear  que, después de la inversión realizada durante estos años, utilicen la bola de demolición. No estamos para eso. Tenemos que aprovecharlo todo. También el conocimiento adquirido  en muchos años, pero  sin olvidar las nuevas realidades juveniles.

Como he mencionado anteriormente, no existe un formato ideal, ni de funcionamiento ni de gestión,  y tenemos 35 años de vida de estos centros para corroborarlo. Algunos que han funcionado muy bien han caído en el abandono  por no adaptarse a nuevos tiempos creyendo que todo iba a seguir igual para siempre.

La denominación de este párrafo “nuevos espacios para nuevos jóvenes” ha de ser el lema que nos replanteemos todos los años para que no se vuelva viejo en poco tiempo. Lo nuevo ha de serlo siempre, ha de estar en movimiento y atento a los cambios, si quiere ser útil.

¿Por qué siguen siendo importantes los espacios jóvenes?

Una cosa es reconocer la vital importancia de las tecnologías en la vida y relación de las personas jóvenes y otra es dejar que la socialización sólo sea virtual. Son ya numerosos los estudios que manifiestan una pérdida de habilidades relacionales  y estoy convencido que esa es una de nuestras tareas.

La Animación Sociocultural parte de este presupuesto básico: todos y cada uno somos responsables de participar en la gestión de nuestra propia vida y en la de nuestro entorno y nuestra realidad social. Pero para ello se requieren aprendizajes y recursos (Funes).

Siguiendo la estela del maestro Funes, diríamos que quienes estamos en el lado de la educación desde la óptica joven debemos ser profesionales de la relación y la presencia y lo que esto conlleva: creadores/as de espacios de aprendizaje.

Por tanto, nuestro papel es importante en este aspecto y, por ello, debemos estar presentes en el diseño de estos espacios socializadores, aportando estrategias para conseguir que estos centros se conviertan en territorio juvenil.

En la siguiente tabla,  aporto para el debate algunas tareas y funciones que, creo, deberían de cubrir estos territorios,  en función de la disposición del mismo y de los recursos que dispongamos. También de las prioridades que se marquen en cada ámbito, según la realidad a la que se enfrenten:

TAREAS/FUNCIONES
OBJETIVOS

Socialización
-          Propiciar lugares de encuentro  con sus iguales para compartir vivencias.
-          Generar confianza en los y las jóvenes.
-          Respetar sus ritmos, sin intromisiones.
-          Acompañar en sus procesos vitales.

Dinamización
-          Buscar la activación de la población joven.
-          No dar todo hecho a  usuarios/as y participantes.
-          Estar presentes en otros territorios juveniles.
-          Huir de espacios excesivamente formales.

Integración
-          Prevenir comportamientos de riesgo.
-          Incorporar a jóvenes que no suelen “habitar” nuestros espacios.
-          Apoyar a jóvenes y colectivos con dificultades.

Aprendizajes
-          Estar atentos a los procesos de aprendizaje e intentar incorporar la filosofía de “aprender haciendo”.
-          Estimular el espíritu crítico.
-          Los errores y frustraciones como campo para aprender.
Receptor/emisor de contenidos
-          Convertir el espacio en un centro que acoge iniciativas y también que emite contenidos elaborados por los propios jóvenes.

Comunicación
-          Conectar a jóvenes entre sí, de diferentes localidades y globalizado.
-          Redes sociales que potencien el intercambio y la comunicación antes que la oferta de actividades.

Conocimiento
-          Descubrir potencialidades, ampararlas y proyectarlas.
-          Tratar el hecho cultural como una práctica que potencie la autoestima,  no como un espectáculo de consumo.
-          Dar rienda suelta a su creatividad.

Continuidad
-          Planificar y evaluar de forma constante para asegurar la continuidad y la validez de nuestros objetivos y actuaciones.
-          Analizar las nuevas realidades juveniles e incorporarlas a la vida del centro.
Sectorial
-          Buscar espacios y horarios concretos para temas diversos y segmentos de edad.

Coordinación
-          Estar en contacto con otros servicios municipales que trabajen con jóvenes.
-          Relación con otros centros y espacios de diferentes ámbitos.
-          Implicar a organizaciones y colectivos juveniles para que aporten.

A esta tabla podemos añadir cuantas tareas y objetivos estiméis conveniente, es sólo un punto de partida.

¿Y todo esto se puede hacer de forma placentera?

Sí,  para eso sirven las actividades. En sí mismas, sólo son hechos puntuales que pueden llegar a ser divertidas y que enganchen a un conjunto de jóvenes, pero sin objetivos, sin planificación, sin convertir  los procesos en el centro de nuestra labor y sin aportar los ritmos adecuados, se pueden quedar en un mero divertimento. Y nosotros y  nosotras, profesionales y responsables públicos de juventud,  no nos dedicamos a esa tarea.

¿Y, encima, quieres que participen?
En mi opinión,  no es añadir una dificultad más,  es la fórmula que hace que funcione.

Marco ideal para el funcionamiento participativo de espacios jóvenes.

Es algo engañoso el título de este apartado ya que estoy convencido que los marcos ideales no existen,  y si lo hicieran, con lo cambiante de la condición juvenil, durarían unos pocos años. Pero sí considero que es a lo que debemos de tender en cada momento, plantearnos cada cierto tiempo cuál es ese funcionamiento ideal para un periodo y trabajar para dirigirnos a él. Esta metodología supondría estar alerta a los cambios, a las nuevas tendencias y a la realidad y necesidades juveniles.

Y para intentar conseguir ese espacio en donde los y las jóvenes quieran estar,  no hay mejor receta  que utilizar metodologías participativas. A continuación os detallo algunas ideas.

-          Los precedentes.

Programas y proyectos en diversos lugares del estado que han demostrado que la incorporación de metodologías participativas producen efectos positivos tanto en la vida del centro como, y esto es lo importante, en la vida social de las personas jóvenes y en su autoestima. Lo he comprobado en numerosas ocasiones: jóvenes solitarios/as  y sin nada que aportar que de forma paulatina van incorporándose a la vida grupal descubriendo que pueden hacer lo que se propongan.

-          Los equipos.

Cuando hablo de equipos no me refiero solamente a los y las profesionales, también a los responsables públicos que han de incorporarse  a esta práctica y asumir estas metodologías como propias. Mantengo que la responsabilidad política, en la mayoría de ocasiones, te da el respaldo de la población para poner en marcha tus propuestas, pero no significa que se conozcan las temáticas en profundidad. Para eso está el personal técnico, para plantear programas, estrategias y procesos que cumplan con los objetivos marcados. En los equipos hay responsabilidades pero no rangos,  y han de poder aportar desde el/la responsable técnico/a hasta el último dinamizador/a. No podemos pedir participación a chicos y chicas si quienes no la practicamos somos los y las profesionales.

-          Los tiempos.

Si lo que se pretende es que en seis meses la población joven se vuelque en participar en nuestro espacio, partimos de un supuesto erróneo. Es una apuesta que hay que mantener y una metodología que se asume como forma de trabajo, no como una actividad concreta o un programa con punto y final en el tiempo.

-          Organizar la participación.

a)      Interna.
Organizarnos a nivel interno, qué y cómo vamos a hacer para que todas las personas que, de una u otra forma, se relacionen con los y las jóvenes desde nuestro centro, puedan aportar para la dinamización juvenil.
b)      Con los y las jóvenes usuarios/as.
Estableciendo un marco estratégico para conseguir poco a poco su implicación en aquellas actuaciones que les interesan. No podemos pretender que quienes asistan a una actividad que les  gusta pasen a ser directamente participantes, pero sí debemos  tener un planteamiento previo para canalizar a quienes sí deseen implicarse más en una actuación concreta o en la vida del centro.
c)       Con los y las participantes.
Deben de tener claro qué canales existen para ello y poder aportar en los órganos formales o informales que se creen en base a la realidad de cada espacio joven. Ahora bien, si ponemos en marcha un cauce “oficial” de participación no olvidemos que sus acuerdos han de ser  respetados. El trabajo de mucho tiempo puede irse al traste porque temamos que una propuesta suya  no guste a alguien.

-          Miedos a la participación.

La anécdota de turno
El programa de educación para la participación “nueve.e” en la Región de Murcia (2004-2010) estaba compuesto por tres fase de ejecución (una por curso) y destinada a jóvenes de centros de educación secundaria. Al final de la 2ª y durante toda la 3ª fase,  lo primordial era que el grupo ejecutara proyectos ideados por chicos y chicas. Uno de los principales inconvenientes que tuve fue que algunos/as dinamizadores/as de grupo no entendían que si salía mal no era culpa suya y me tenía que enterar por los propios jóvenes que si no llega a ser por la persona que dinamizaba hubiera sido un desastre el proyecto planteado. Cuando le decía que esa no era labor suya, que si se equivocaban no pasaba nada, que no estábamos para hacer actividades sino para propiciar aprendizajes y el error es uno de ellos y que luego, lo importante, es que se evaluara en qué se habían equivocado, no lo asumían. Y no os digo nada para que comprendieran que si el grupo lo hacía todo sin ellos/as es que habían hecho un buen trabajo. ¡Me vas a pagar la nómina, pero si no he  hecho nada, lo ha montado todo el grupo! –me decían incrédulos/as-.

Debemos de entender que si logramos que la mayoría de actuaciones que ponemos en marcha desde un espacio joven están protagonizadas por los y las jóvenes,  no es por una conjunción de casualidades sino por un trabajo planificado y que consiste precisamente en eso. Sin un personal técnico formado en participación no es posible que esas buenas iniciativas salgan adelante.

Conseguir un clima y ambiente adecuado, establecer dinámicas de mutuo conocimiento, motivar a jóvenes y tener canales de participación  no es un hecho aislado, es producto del esfuerzo de un equipo de profesionales. Además, si conseguimos que buena parte de los y las jóvenes que van por nuestro centro actúen bajo estas dinámicas y funcionen solos/as, nosotros y nosotras nos podremos dedicar con más ahínco a fortalecer los vínculos con el espacio de quienes sólo desean ser usuarios/as para actividades muy concretas.

-          Actividades de ocio con metodologías participativas.

Las actividades de ocio son las que más se programan en los espacios jóvenes, muchas de ellas a petición de los y las jóvenes. Con ello, ya damos por sentado que la participación es uno de nuestros ejes, pero no estoy de acuerdo. No dudo que ésta sea una buena práctica pero siempre que dichas actividades tengan un objetivo que cumplir y no sean un mero capricho de la moda de turno. Cualquier actividad puede ser educativa en el tiempo libre, a eso nos dedicamos, pero para entretenerles ya saben hacerlo ellos y ellas sin nuestra ayuda.

Cuando un grupo de jóvenes se acerca al centro para proponer que organicemos una actividad que les gusta, si contamos con  el presupuesto,  sólo tenemos que llamar a una empresa para que nos la monte (eso sí que puede hacer peligrar nuestro puesto de trabajo; para montar ese tipo de eventos no somos necesarios/as), pero si le damos un giro puede que estemos dando un gran paso por asegurar que nuestro centro funcione de forma participativa.

Con nuestro acompañamiento les podemos proponer que,  de acuerdo, que adelante,  pero  ponemos una condición: que la monten ellos/as. Que nos consulten, les facilitamos un teléfono para hacer gestiones, una sala para reunirse, contactos con otros departamentos del Ayuntamiento y que se pongan a trabajar. Lo de menos es la actividad, lo importante será su satisfacción por organizarla. Creo que en este sentido, debe ser más importante el subidón de autoestima que el pasar un buen rato consumiendo algo que van a olvidar a las pocas horas.

Cómo atraemos a los y las jóvenes a nuestros centros.

Y si la participación es difícil, atraerlos/as a nuestros espacios es la madre del cordero. Puede que ahí esté el primer error: esperar a que vengan.

Os detallo a continuación una serie de estrategias que han dado resultados:

-          Reciprocidad.

No van a venir si estamos sentados/as en nuestros despachos. Podrán interesarse por una actividad, un curso, un festival o evento que montemos pero, lo más probable, es que no vuelvan hasta lo próximo que les interese. Debemos de buscarlos en donde estén, sin intromisiones. Es un trabajo complicado y que debe hacer, en general, alguien cercano en edad con ellos/as. La figura de la persona dinamizadora es crucial.

La dinamización es movimiento, acción,  y hemos de hacerla de esta manera para que nos tomen en cuenta. Acercarte a un grupo de jóvenes a venderles la moto de nuestra programación suele salir mal. Primero debemos conocerlos/as, escucharles, interesarnos por sus problemas y deseos, generar confianza, para después ofrecer el centro para que dispongan de  él.

La figura de educador/a de calle (dinamizador/a, mediador/a, como queramos llamarla) vuelve a estar presente en la profesión después que, a partir de los años noventa, quedara relegada a una posición marginal en el campo educativo. Es en el País Vasco donde está recobrando protagonismo y ganando actualidad en los procesos de relación con las personas jóvenes. Y, como es normal, vuelve a dar resultados.

-          Los espacios.

Un espacio formal, como una dependencia más de la administración, espanta a cualquiera y a nuestros/as principales destinatarios/as, más. Si queremos que los y las jóvenes sientan como suyo un espacio joven tiene que serlo, además de parecerlo. Esto lo sabemos todos y todas, pero todavía hay muchas resistencias a convertirlo en un centro juvenil con todas las consecuencias.

-          Los ambientes  y el clima.

Todas las personas que hemos trabajado con jóvenes, ya sea un curso sobre educación en  el tiempo libre, una actividad juvenil, una reunión informativa o cualquier otra actuación destinada a este público, sabemos que lo primero y fundamental que tenemos que  conseguir es un ambiente y clima adecuado para que se produzca la comunicación libre y sin cortapisas.
Nos encontramos, en algunas ocasiones, que cuando preguntamos a personas adolescentes qué les parece tal o cual idea,  nos responden como si tuvieran que decir la respuesta correcta, pero no lo que sienten de forma sincera. Crear ese clima, que nos costará tiempo y esfuerzo, es el primer paso para conseguir que quien se acerque  decida volver.

Retomamos la idea inicial para reiterar que un encuentro placentero no sólo tiene que venir a través de convocar grandes eventos. La experiencia también me dice que si están a gusto en un lugar en donde se respeta su opinión, pueden darla sin que nadie le mire con mala cara y estén  sentados/as como cualquiera lo hace (hicimos) con 15 años, ese será un sitio donde quiera estar. Nos solemos olvidar de que también tuvimos esa edad y sentíamos como ellos y ellas sienten ahora.
  
-          Paciencia, mucha paciencia.

Vuelvo  a incidir en el mismo tema, la paciencia, la estabilidad en los procesos y en los equipos (que han de estar motivados, reconocidos y con sueldos dignos). Es la clave, si alguien conoce la fórmula mágica para atraerlos/as en unas cuentas semanas que la ponga encima de la mesa y tendrá, no sólo nuestro reconocimiento, sino también el de cientos de miles de profesionales en todo el mundo.

A modo de conclusión.

Al igual que existe mucha literatura sobre algunos aspectos del trabajo con juventud (políticas de juventud, intervención social, empleo, MM.CC, redes sociales…) en este de los espacios jóvenes no hay producción,  en comparación con las mencionadas. Y de lo  que hay,  la mayoría se hizo hace más de 20 años (¿Un síntoma?). Al igual que pasa con las referidas a políticas de juventud la mayoría se quedan en la teoría y rara vez se pueden aplicar en la práctica.

Los aprendizajes no tienen que por qué ser un coñazo, la animación sociocultural lo viene demostrando durante más de 100 años. Puede que haya llegado el momento de volver a reivindicarla porque, con la situación actual, es más necesaria que nunca.

A la administración le sigue costando mucho relacionarse con grupos de jóvenes que carezcan de un CIF. Sé que es más cosa de interventores/as y secretarios/as municipales que de quienes se relacionan con las personas jóvenes. Hay fórmulas: asumir los gastos de una actuación de un colectivo juvenil como propios de una administración. Ya se ha hecho, pero tras las consecuencias de la crisis estos funcionarios ya no pasan ni una,  y ellos y ellas sí que no están formados en temas de juventud.

Muchas de las reflexiones aquí expuestas ya las habréis leído y escuchado en distintos foros o en lecturas diversas, lo triste es que seguimos repitiendo argumentos que todos y todas sabemos que funcionan, pero no conseguimos, por distintas razones, llevarlas a buen puerto. Ese sería un buen debate: sabiendo cómo hacerlo ¿Por qué no podemos?

Por último, y por no hacer más larga esta ya de por sí extensa reflexión, os pregunto: ¿Un grupo de jóvenes haría un centro juvenil como nosotros lo concebimos? Seguramente no, y eso sí que nos tendría que preocupar.




11 comentarios:

  1. Se lo voy a pasar a mi Concejal a ver si tiene la paciencia que dices, aunque sea para leerlo. Y luego que cambie de una vez el modelo gimnasio que tenemos en mi ciudad. Qué envidia poder trabajar así.

    ResponderEliminar
  2. Para nada un grupo de jóvenes querría un centro juvenil concebido desde la perspectiva de la administración, la entidad, el grupo de animadorxs o quien sea, y no por falta de respeto o por desafiar. Por muy empáticos que seamo, no estamos en su situación o su edad (que aunque hayamos pasado por ella, era en otra época, la que sea, cada quien la suya)

    Implicar a la juventud en el proceso de diseño en un espacio joven, garantizará compromiso en su funcionamiento, además de hacerlo más atractivo y real al colectivo para el que está destinado.

    Como siempre gran artículo Juan ;)

    ResponderEliminar
  3. Gracias anónimo y Pablo por vuestros comentarios. Pues sí, uno no se forma en temas de juventud para luego ser conserje de un gimnasio pero, lamentablemente, parece que se funciona así en muchos lugares de este país, aunque todavía hay experiencias que nos salvan. Pablo, tienes toda la razón del mundo, parece que volvemos en juventud a aquello del despotismo ilustrado: todo para los jóvenes pero sin los jóvenes, la pena es que tampoco se cumple ya que eso de "todo" para los jóvenes, también es mentira.

    Un saludo a ambos y gracias por pasaros por aquí.

    ResponderEliminar
  4. Gran artículo, mucho de lo que mencionas me ha pasado. Totalmente de acuerdo contigo en que si fueran los jóvenes los que diseñaran el espacio, lo sentirían más suyo y lo usarían más, el problema siempre es el mismo ( y tú mismo lo has dicho en el último comentario): ni hay voluntad política, ni disponibilidad presupuestaria para los jóvenes.
    Muchas gracias por tu trabajo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por tu comentario. Ya lo he dicho en otras ocasiones: buenas intenciones sin presupuesto es igual a humo. En cualquier caso, repito lo que he comentado varias veces: me llama mucho la atención que la mayoría de comentarios anónimos se nota que proceden de personas de la profesión y no se si es una casualidad o que no hay muchas ganas de exponer tus opiniones de forma pública. Es lógico, a mi me pasa que en algunas instituciones de mi tierra no quieren contar conmigo porque el político se ofende con lo que digo (lo único que hacen es darse por aludidos y confirmar que algo hay) y no me quieren ver ni en pintura. En fin, es lo que tenemos. Gracias de nuevo y, de una u otra forma, espero que sigas dejando tus opiniones.

      Eliminar
  5. Hola Juán, como siempre, o como casi siempre, me gusta lo que escribes, en este caso sobre espacios jóvenes. Y tienes razón, es un tema poco profundizado, tratado y estudiado entre los estudiosos, o investigadores en Juventud.Tal vez porque es una de las cuestiones en que más se nota la falta real de inversiones en políticas de participación juvenil.
    Como sabes estamos celebrando los 30 años de LA NAVE, espacio joven. Y sin profundizar mucho, una de las conclusiones que me hacen pensar todos estos años es la clave del posible éxito de un espacio juvenil participativo sea la cogestión, es decir, la gestión conjunta y compartida entre jóvenes, colectivos y técnicos de juventud del funcionamiento y programación de esos espacios.
    Por eso, como profesional de la participación juvenil considero importante la experiencia de LA NAVE. Te paso el enlace de mi blog, del artículo " Una nave cargada de asociaciones juveniles"...

    Y si te animas pensamos un poco más en el tema de los espacios jóvenes y la participación de los jóvenes, que hace muchos años ya de la Guía práctica para asociaciones juveniles ( 1997), y tengo ganas de que volvamos a escribir algo juntos.

    Un abrazo, querido JUAN.

    PACO MANUEL REVERTE.

    https://pacomanuelreverte.wordpress.com/2017/03/03/una-nave-cargada-de-asociaciones-juveniles

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario, Paco. Aún recuerdo la Nave en aquellos años de gestión con el Consejo y después con Mª Carmen desde principios de los noventa y los buenos ratos que pasé allí. Ahí seguimos, a ver si podemos continuar avanzando y con nuevos proyectos. Un abrazo¡¡¡¡

      Eliminar
  6. Hola Juan, te sigo desde hace tiempo y eres una referencia en mi trabajo, lo cual te agradezco. Mi Concejal es buena gente y tiene buenas intenciones pero tampoco mucho conocimiento del tema y su principal handicap es que para el resto de la corporación municipal juventud es lo último y está ahí para hacer cuatro cosas al año. He podido montar historias interesantes a través de 2 asociaciones muy activas y gracias al erasmus+ pero no hay manera que suban el presupuesto, tengo 6000 € al año para un ayuntamiento de 32000 habitantes. Te escribo para manifestarte que tienes razón, que no voy a decir mi nombre aunque mi concejal sabe lo que pienso del tema pero creo que si lo digo en público y por escrito puedo tener problemas. Es una realidad dura la que vivimos y la capacidad de aguantar la crítica de los políticos es nula. No creas que estoy desmotivado porque intento crear los vínculos de los que hablas con los jóvenes con los que conecto y mi trabajo va más allá de las horas que echo pero no es porque así funcione el servicio sino que lo hago porque creo debo hacerlo y para no volverme loco y morirme de aburrimiento.
    Espero que sigas descubriéndome cosas ya que algunas de ellas las he puesto en marcha y han funcionado pero estoy solo. Gracias por el blog.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras y siento mucho tu situación al igual que alabo tu predisposición. En algún momento he recriminado en este blog el hecho de no poner el nombre en los comentarios, pero a partir de ahora no lo haré más. Sólo me queda decirte que ánimo y que como tú hay muchos y son, entre otras, la razón de compartir ideas y la de este blog. Gracias a ti por dar sentido a lo que hago. Saludos.

      Eliminar
  7. Felicidades por este tipo de artículos, que nos dan unos golpitos en la nuca (cogotazo, colleja...) y nos hacen reflexionar sobre lo que hacemos cada día. He trabajado en Casa de Juventud de manera intermitente, pasé por trabajar en la educación formal y volví recientemente. Mi óptica es otra. Cuando empecé, me frustraba sobremanera organizar actividades que no iban a ningún lado. Lleva un tiempo, también para un dinamizador, aprender los procesos. Ahora, no sé si soy mejor o peor dinamizador, pero sí que me quedó claro que no funciona nada que no salga de ellos/as (aunque hay cosas que tenemos que plantearles, porque nunca las van a "pedir" y detectamos esas carencias). La experiencia más gratificante fue el orgullo de echar horas y horas para preparar con los pibes un festival de música "heavy". Tuvimos mil errores, mil oportunidades y los dinamizadores mediando para que la concejal no los desalentara con la burocracia. Todo salió y el festival se sigue haciendo cada año. Lo hicieron ellos y nosotros hicimos nuestro trabajo. Es como la enseñanza en un aula, tienes que ser el guía del aprendizaje, no dárselo masticado. Es un trabajo muy gratificante y motivador. Mis bases son el cariño, la escucha y la bronca afectuosa... jaja... En cuanto a lo que del personal debe estar bien remunerado, siempre hay alguna empresa que busca enriquecerse invirtiendo poco en el dinamizador. Yo sé que aquí no voy a estar siempre, porque no puedo vivir de ello. Pero igual a los pibes les viene bien un cambio cada tiempo... Igual que a uno mismo le viene de perlas cuando entran otros compañeros/as a trabajar y te aportan su visión. No es un trabajo para hacer solo, porque es una realidad compleja que necesita muchas ópticas... A mí me gusta nuestro espacio de Juventud, apenas invadido por otras cosas, aunque algunos de la Administración ya se hayan frotado las manos queriendo utilizarlo para otras cosas... Igual que a veces cuesta entender que no sea un espacio para niños o para mayores de cierta edad (la asignatura pendiente es que vengan los que alcanzan el límite de edad admitida, supongo que lo ven demasiado adolescente)… Gracias por estos artículos maravillosos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu reflexión y por acercarnos la vida y el trabajo de un dinamizador al que no voy a añadir nada ya que por sí sola refleja las problemáticas y las alegrías de este oficio. Un saludo y ánimo.

      Eliminar

Este es un lugar para reflexionar, dialogar y exponer. Utilizalo como tal.