Comparto el texto en el que basé mi intervención en la formación técnica del proyecto "Espabilé" del Área de Educación y Juventud del Cabildo de Tenerife, gestionado por Bencomia, al que asistieron personal técnico del propio Cabildo y de ayuntamientos de Tenerife (sin olvidarme de la dinamizadora de Fuerteventura). Un placer compartir, de nuevo, con todos y todas y con la suerte de conocer a Elena y Ana del Ajuntament de Palau-solità i Plegamans. Del equipo de Bencomia (Dácil, Mª José, Carlos y Achamán) está todo dicho. Una vez más, gracias.
Documento para la reflexión y el debate sobre el funcionamiento participativo de espacios
juveniles.
“Si los circuitos que te van a
permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con
sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los
seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que si se hace a los cuatro,
igual se consigue pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso
tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de
repetirlo”.
Francisco Mora. Doctor en Medicina y Neurociencia. Universidad
Complutense de Madrid.
A modo de
comienzo.
¿Qué hacer para que participar en un espacio juvenil sea
una actividad placentera? A continuación os traslado una serie de reflexiones
sobre distintas temáticas asociadas al funcionamiento de estos espacios para
que, entre todos y todas, podamos poner en común nuestras dudas y propuestas.
Dice la R.A.E. que placentero significa agradable, apacible, alegre y, en eso, creo, debemos basar nuestra
planificación de actuaciones dirigidas a jóvenes. Los aprendizajes que
intentamos trabajar a través de los centros juveniles no han de estar reñidos
con pasar un buen rato y diseñar un
lugar a donde quieran volver.
También es un sitio en donde hay que tener en cuenta
que el propio concepto de juventud que manejamos no se convierta, en sí mismo, en un impedimento para que los y
las jóvenes quieran acercarse al centro ¿Pueden convivir en un mismo lugar
chicos y chicas con 14 años con jóvenes de 25? ¿Van los y las jóvenes con 25-30
años a nuestros centros juveniles? ¿Podemos hacer coincidir en el mismo espacio
y tiempo los intereses de grupos con tan
diferentes expectativas y momentos vitales? Y si no nos queda otro remedio
¿Cómo hacerlo?
¿A los centros juveniles deben de ir menores de 14 o
mayores de 30? ¿Actúan los centros juveniles como servicios de guardería o como
gimnasios a bajo costo de personas adultas? ¿Propiciamos la participación
externa pero no la interna? ¿Nos preocupa que la gestión participativa de un
centro juvenil nos haga “perder el control” a profesionales y responsables
políticos/as? Y si lo hacen todo los y las jóvenes ¿Qué vamos a hacer
nosotros/as?
¿Usuarios/as
o participantes?
Durante este tiempo previo a la formación, he
repasado muchos textos y web en los que se explicaban los objetivos de la
puesta en marcha de un centro juvenil en su inicio, para luego comprobar la programación de dicho
centro con el paso del tiempo. En muchos casos, las buenas intenciones y un
adecuado planteamiento de funcionamiento inicial terminan (por distintas
razones) en lo de siempre. La principal queja de quienes trabajan con jóvenes
en estos espacios coincide en la mayoría de los lugares: No vienen.
Y cuando vienen y consigues que un numeroso grupo se
relacione con el centro, a los pocos
años, cuando ya no tienen edad para ir a un centro juvenil o están ocupados en
otros asuntos de la vida, hay que empezar de cero ¿Tenemos plan para eso o hay
que pasar una travesía en el desierto hasta que venga una nueva generación?
En los últimos treinta años he visto varías veces y en muchos municipios que a un
periodo álgido de participación (sobre todo
con el movimiento asociativo) viene otro de carestía total. Nos volcamos
con el presente y con el grupo que
participa en ese momento, pero no solemos tener en cuenta que, por la misma
naturaleza del segmento de edad al que nos dirigimos, nos abandonarán algún
día, es un proceso de lo más normal y hasta deseable.
No podemos pretender que todos nuestros potenciales
destinatarios/as sean participativos/as, pero si facilitar que quien quiera
serlo, pueda hacerlo. Tampoco
rechazar a quienes sólo quieren pasar un
rato con amigos y amigas en los espacios juveniles, también están para
eso y suele convertirse en el motivo de “enganche” para otras actuaciones.
De una forma o de otra, han de estar a gusto, sentir
el espacio como suyo y que forme parte de sus territorios.
¿Espacios
jóvenes para la juventud o para jóvenes?
La “juventud” es una miscelánea en donde todo cabe y
así es muy difícil trabajar ¿Tenemos los
recursos suficientes para atender a jóvenes de 14 a 30 años, a la vez que también le prestamos atención a
infancia y a personas adultas que hacen alguna actividad en nuestros espacios?
Creo que no. Aceptar que sí supondría que nuestra labor es programar
actividades destinadas a un público tan amplio que sería imposible cualquier
planificación de objetivos, estrategias o aprendizajes.
Al final, utilizamos las instalaciones que tenemos (se
supone que específicas para jóvenes)
para todo y esa circunstancia impide que un grupo de jóvenes
adolescentes lo sientan como suyo, sobre todo cuando lo comparten con sus
padres y madres que van a hacer zumba. Las actividades entre distintas
generaciones están bien, si son
planificadas y con unos objetivos concretos, pero ¿Os hubiera gustado a
vosotros/as de jóvenes ir a un centro juvenil a encontraros con vuestros progenitores?
Tenemos un
problema con las edades. Atendemos a jóvenes con estados vitales muy diferentes
y con motivaciones distintas. Y tendremos que decidir con quién actuamos o
establecer un plan atendiendo a los recursos que tenemos: que una persona con
11 años esté deseando cumplir la edad para ir al centro joven.
Además, no sé si les queda tiempo para lo que nosotros/as les ofrecemos después
de todas las ocupaciones que tienen (estudios, búsqueda de empleo, formación,
actividades extraescolares, ocio, atender redes sociales…)
Las
infraestructuras.
Tenemos unos espacios basados en el modelo de casas de
juventud que se pusieron en marcha en muchos municipios a principios de los
años ochenta: pequeño salón de actos, sala de exposiciones, lugar
administrativo para el servicio municipal de juventud y/o centro de información
juvenil, sala de cursos, despachos para que utilicen las
asociaciones y algunas salas polivalentes para el uso de la actividad con más
seguimiento según la zona (laboratorio fotográfico, taller de radio, estudio de
grabación…).
Las nuevas construcciones, en su gran mayoría, se han
basado en este modelo sin tener en cuenta las nuevas condiciones juveniles.
A veces, las personas adultas nos imaginamos espacios
juveniles con paredes blancas, limpias e inmaculadas con todo lujo de detalles,
un mobiliario moderno y a la última, y nos olvidamos que los y las jóvenes, a
lo mejor, lo que quieren es pintar con
spray esas blancas paredes, un sofá viejo y, por supuesto wi-fi. Seguimos
pensando como adultos para su diseño y distribución.
En algunas localidades, el poco uso que ha hecho la
población juvenil de un centro joven ha propiciado que se utilice para otros
destinos como gimnasios o salones de
baile improvisados. Ahora, cuando se quiere recuperar para actividades
específicamente juveniles, nos podemos
encontrar con la contrariedad de sus padres, usuarios/as actuales para bailar
salsa o hacer GAP (glúteos, abdomen y piernas). Y esta situación puede suponer
un contratiempo para el Ayuntamiento de
turno.
Si nos damos una vuelta por cómo está la cuestión en
el resto del estado veremos circunstancias parecidas. También con fórmulas,
algunas ya con muchos años de tradición, como la utilización de espacios en
desuso o abandonados que un colectivo juvenil ha tomado para realizar distintas
actividades.
No podemos dejar de mencionar distintas tipologías de
espacios jóvenes que tienden a buscar temáticas sectoriales en función de los
intereses de los y las jóvenes de una localidad y, también, aquellos que por
una moda pasajera se ponen en marcha.
Son muchos los municipios que tienen salas de ensayo
para grupos jóvenes, laboratorios de arte joven y otros centros especializados
que, según la amplitud de la infraestructura, estarán incorporados en los
centros juveniles clásicos o tendrán un local propio.
La gestión de los espacios juveniles.
Hay de todo: desde la realizada directamente por el
personal técnico municipal, a través de empresas, de entidades juveniles,
gestión compartida con colectivos y jóvenes implicados/as, autogestionados
(ocupando un espacio abandonado o con el consentimiento municipal). No hay una
fórmula mágica que nos permita decir: ésta es la ideal. Por otra parte, es
imposible que exista ya que no pueden confluir en el mismo lugar intereses tan
diferentes para distintos jóvenes (edad, necesidades, gustos, estética,
situación…)
Por otra parte, investigando en cómo se gestionan
distintos centros jóvenes me he encontrado desde “la puerta está abierta para
todo el mundo”, pasando por
prohibiciones diversas hasta terminar por reglamentos de funcionamiento más
propios del Congreso de los Diputados que de un espacio juvenil.
¿De verdad
crees que ahora tienen sentido los espacios juveniles?
Esta fue la pregunta (que utilizo para cerrar el
planteamiento inicial de esta reflexión) que una persona que trabaja con
jóvenes me hizo hace bien poco y me dejó, al principio, un poco cortado. Me
decía que el espacio joven lo llevan
ahora en la mano y es mucho más amplio y universal que estar entre cuatro
paredes: se llama Smartphone.
¿Y qué hacemos, entonces?
Pensar, que para eso
estamos.
Nuevos
espacios para nuevos jóvenes.
Que no se eche a temblar el Cabildo. No voy a
plantear que, después de la inversión
realizada durante estos años, utilicen la bola de demolición. No estamos para
eso. Tenemos que aprovecharlo todo. También el conocimiento adquirido en muchos años, pero sin olvidar las nuevas realidades juveniles.
Como he mencionado anteriormente, no existe un
formato ideal, ni de funcionamiento ni de gestión, y tenemos 35 años de vida de estos centros
para corroborarlo. Algunos que han funcionado muy bien han caído en el
abandono por no adaptarse a nuevos
tiempos creyendo que todo iba a seguir igual para siempre.
La denominación de este párrafo “nuevos espacios para
nuevos jóvenes” ha de ser el lema que nos replanteemos todos los años para que
no se vuelva viejo en poco tiempo. Lo nuevo ha de serlo siempre, ha de estar en
movimiento y atento a los cambios, si quiere ser útil.
¿Por qué siguen
siendo importantes los espacios jóvenes?
Una cosa es reconocer la vital importancia de las
tecnologías en la vida y relación de las personas jóvenes y otra es dejar que
la socialización sólo sea virtual. Son ya numerosos los estudios que
manifiestan una pérdida de habilidades relacionales y estoy convencido que esa es una de nuestras
tareas.
La Animación Sociocultural parte de este presupuesto
básico: todos y cada uno somos responsables de participar en la gestión de
nuestra propia vida y en la de nuestro entorno y nuestra realidad social. Pero
para ello se requieren aprendizajes y recursos (Funes).
Siguiendo la estela del maestro Funes, diríamos que
quienes estamos en el lado de la educación desde la óptica joven debemos ser
profesionales de la relación y la presencia y lo que esto conlleva:
creadores/as de espacios de aprendizaje.
Por tanto, nuestro papel es importante en este
aspecto y, por ello, debemos estar presentes en el diseño de estos espacios
socializadores, aportando estrategias para conseguir que estos centros se
conviertan en territorio juvenil.
En la siguiente tabla, aporto para el debate algunas tareas y
funciones que, creo, deberían de cubrir estos territorios, en función de la disposición del mismo y de
los recursos que dispongamos. También de las prioridades que se marquen en cada
ámbito, según la realidad a la que se enfrenten:
TAREAS/FUNCIONES
|
OBJETIVOS
|
Socialización
|
-
Propiciar
lugares de encuentro con sus iguales
para compartir vivencias.
-
Generar
confianza en los y las jóvenes.
-
Respetar sus ritmos, sin intromisiones.
-
Acompañar en sus procesos vitales.
|
Dinamización
|
-
Buscar la
activación de la población joven.
-
No dar todo
hecho a usuarios/as y participantes.
-
Estar presentes en otros territorios juveniles.
-
Huir de espacios excesivamente formales.
|
Integración
|
-
Prevenir
comportamientos de riesgo.
-
Incorporar a
jóvenes que no suelen “habitar” nuestros espacios.
-
Apoyar a
jóvenes y colectivos con dificultades.
|
Aprendizajes
|
-
Estar atentos a
los procesos de aprendizaje e intentar incorporar la filosofía de “aprender
haciendo”.
-
Estimular el
espíritu crítico.
-
Los errores y
frustraciones como campo para aprender.
|
Receptor/emisor de contenidos
|
-
Convertir el
espacio en un centro que acoge iniciativas y también que emite contenidos
elaborados por los propios jóvenes.
|
Comunicación
|
-
Conectar a
jóvenes entre sí, de diferentes localidades y globalizado.
-
Redes sociales
que potencien el intercambio y la comunicación antes que la oferta de
actividades.
|
Conocimiento
|
-
Descubrir
potencialidades, ampararlas y proyectarlas.
-
Tratar el hecho
cultural como una práctica que potencie la autoestima, no como un espectáculo de consumo.
-
Dar rienda
suelta a su creatividad.
|
Continuidad
|
-
Planificar y
evaluar de forma constante para asegurar la continuidad y la validez de
nuestros objetivos y actuaciones.
-
Analizar las
nuevas realidades juveniles e incorporarlas a la vida del centro.
|
Sectorial
|
-
Buscar espacios y horarios concretos para temas diversos y
segmentos de edad.
|
Coordinación
|
-
Estar en
contacto con otros servicios municipales que trabajen con jóvenes.
-
Relación con
otros centros y espacios de diferentes ámbitos.
-
Implicar a organizaciones
y colectivos juveniles para que aporten.
|
A esta tabla podemos añadir cuantas tareas y
objetivos estiméis conveniente, es sólo un punto de partida.
¿Y todo
esto se puede hacer de forma placentera?
Sí, para eso
sirven las actividades. En sí mismas, sólo son hechos puntuales que pueden
llegar a ser divertidas y que enganchen a un conjunto de jóvenes, pero sin
objetivos, sin planificación, sin convertir
los procesos en el centro de nuestra labor y sin aportar los ritmos
adecuados, se pueden quedar en un mero divertimento. Y nosotros y nosotras, profesionales y responsables
públicos de juventud, no nos dedicamos a
esa tarea.
¿Y, encima, quieres que participen?
En mi opinión, no es añadir una dificultad más, es la fórmula que hace que funcione.
Marco ideal
para el funcionamiento participativo de espacios jóvenes.
Es algo engañoso el título de este apartado ya que
estoy convencido que los marcos ideales no existen, y si lo hicieran, con lo cambiante de la
condición juvenil, durarían unos pocos años. Pero sí considero que es a lo que
debemos de tender en cada momento, plantearnos cada cierto tiempo cuál es ese
funcionamiento ideal para un periodo y trabajar para dirigirnos a él. Esta
metodología supondría estar alerta a los cambios, a las nuevas tendencias y a
la realidad y necesidades juveniles.
Y para intentar conseguir ese espacio en donde los y
las jóvenes quieran estar, no hay mejor
receta que utilizar metodologías
participativas. A continuación os detallo algunas ideas.
-
Los precedentes.
Programas y proyectos en diversos lugares del estado
que han demostrado que la incorporación de metodologías participativas producen
efectos positivos tanto en la vida del centro como, y esto es lo importante, en
la vida social de las personas jóvenes y en su autoestima. Lo he comprobado en
numerosas ocasiones: jóvenes solitarios/as
y sin nada que aportar que de forma paulatina van incorporándose a la
vida grupal descubriendo que pueden hacer lo que se propongan.
-
Los equipos.
Cuando hablo de equipos no me refiero solamente a los
y las profesionales, también a los responsables públicos que han de
incorporarse a esta práctica y asumir
estas metodologías como propias. Mantengo que la responsabilidad política, en
la mayoría de ocasiones, te da el respaldo de la población para poner en marcha
tus propuestas, pero no significa que se conozcan las temáticas en profundidad.
Para eso está el personal técnico, para plantear programas, estrategias y
procesos que cumplan con los objetivos marcados. En los equipos hay responsabilidades
pero no rangos, y han de poder aportar
desde el/la responsable técnico/a hasta el último dinamizador/a. No podemos
pedir participación a chicos y chicas si quienes no la practicamos somos los y
las profesionales.
-
Los tiempos.
Si lo que se pretende es que en seis meses la
población joven se vuelque en participar en nuestro espacio, partimos de un
supuesto erróneo. Es una apuesta que hay que mantener y una metodología que se
asume como forma de trabajo, no como una actividad concreta o un programa con
punto y final en el tiempo.
-
Organizar la participación.
a)
Interna.
Organizarnos a nivel
interno, qué y cómo vamos a hacer para que todas las personas que, de una u
otra forma, se relacionen con los y las jóvenes desde nuestro centro, puedan
aportar para la dinamización juvenil.
b)
Con los y las jóvenes usuarios/as.
Estableciendo un marco
estratégico para conseguir poco a poco su implicación en aquellas actuaciones
que les interesan. No podemos pretender que quienes asistan a una actividad que
les gusta pasen a ser directamente participantes,
pero sí debemos tener un planteamiento
previo para canalizar a quienes sí deseen implicarse más en una actuación
concreta o en la vida del centro.
c)
Con los y las participantes.
Deben de tener claro qué
canales existen para ello y poder aportar en los órganos formales o informales
que se creen en base a la realidad de cada espacio joven. Ahora bien, si
ponemos en marcha un cauce “oficial” de participación no olvidemos que sus
acuerdos han de ser respetados. El
trabajo de mucho tiempo puede irse al traste porque temamos que una propuesta suya
no guste a alguien.
-
Miedos a la participación.
La anécdota de turno
El programa de educación para la participación “nueve.e” en
la Región de Murcia (2004-2010) estaba compuesto por tres fase de ejecución
(una por curso) y destinada a jóvenes de centros de educación secundaria. Al
final de la 2ª y durante toda la 3ª fase, lo primordial era que el grupo ejecutara
proyectos ideados por chicos y chicas. Uno de los principales inconvenientes
que tuve fue que algunos/as dinamizadores/as de grupo no entendían que si salía
mal no era culpa suya y me tenía que enterar por los propios jóvenes que si no
llega a ser por la persona que dinamizaba hubiera sido un desastre el proyecto
planteado. Cuando le decía que esa no era labor suya, que si se equivocaban no
pasaba nada, que no estábamos para hacer actividades sino para propiciar
aprendizajes y el error es uno de ellos y que luego, lo importante, es que se
evaluara en qué se habían equivocado, no lo asumían. Y no os digo nada para que
comprendieran que si el grupo lo hacía todo sin ellos/as es que habían hecho un
buen trabajo. ¡Me vas a pagar la nómina, pero si no he hecho nada, lo ha montado todo el grupo! –me
decían incrédulos/as-.
Debemos de entender que si logramos que la mayoría de
actuaciones que ponemos en marcha desde un espacio joven están protagonizadas
por los y las jóvenes, no es por una
conjunción de casualidades sino por un trabajo planificado y que consiste
precisamente en eso. Sin un personal técnico formado en participación no es
posible que esas buenas iniciativas salgan adelante.
Conseguir un clima y ambiente adecuado, establecer
dinámicas de mutuo conocimiento, motivar a jóvenes y tener canales de
participación no es un hecho aislado, es
producto del esfuerzo de un equipo de profesionales. Además, si conseguimos que
buena parte de los y las jóvenes que van por nuestro centro actúen bajo estas
dinámicas y funcionen solos/as, nosotros y nosotras nos podremos dedicar con
más ahínco a fortalecer los vínculos con el espacio de quienes sólo desean ser
usuarios/as para actividades muy concretas.
-
Actividades de ocio con metodologías participativas.
Las actividades de ocio son las que más se programan
en los espacios jóvenes, muchas de ellas a petición de los y las jóvenes. Con
ello, ya damos por sentado que la participación es uno de nuestros ejes, pero
no estoy de acuerdo. No dudo que ésta sea una buena práctica pero siempre que
dichas actividades tengan un objetivo que cumplir y no sean un mero capricho de
la moda de turno. Cualquier actividad puede ser educativa en el tiempo libre, a
eso nos dedicamos, pero para entretenerles ya saben hacerlo ellos y ellas sin
nuestra ayuda.
Cuando un grupo de jóvenes se acerca al centro para
proponer que organicemos una actividad que les gusta, si contamos con el presupuesto, sólo tenemos que llamar a una empresa para
que nos la monte (eso sí que puede hacer peligrar nuestro puesto de trabajo;
para montar ese tipo de eventos no somos necesarios/as), pero si le damos un
giro puede que estemos dando un gran paso por asegurar que nuestro centro
funcione de forma participativa.
Con nuestro acompañamiento les podemos proponer que, de acuerdo, que adelante, pero
ponemos una condición: que la monten ellos/as. Que nos consulten, les
facilitamos un teléfono para hacer gestiones, una sala para reunirse, contactos
con otros departamentos del Ayuntamiento y que se pongan a trabajar. Lo de
menos es la actividad, lo importante será su satisfacción por organizarla. Creo
que en este sentido, debe ser más importante el subidón de autoestima que el
pasar un buen rato consumiendo algo que van a olvidar a las pocas horas.
Cómo
atraemos a los y las jóvenes a nuestros centros.
Y si la participación es difícil, atraerlos/as a nuestros
espacios es la madre del cordero. Puede que ahí esté el primer error: esperar a
que vengan.
Os detallo a continuación una serie de estrategias
que han dado resultados:
-
Reciprocidad.
No van a venir si estamos
sentados/as en nuestros despachos. Podrán interesarse por una actividad, un
curso, un festival o evento que montemos pero, lo más probable, es que no
vuelvan hasta lo próximo que les interese. Debemos de buscarlos en donde estén,
sin intromisiones. Es un trabajo complicado y que debe hacer, en general,
alguien cercano en edad con ellos/as. La figura de la persona dinamizadora es
crucial.
La dinamización es
movimiento, acción, y hemos de hacerla
de esta manera para que nos tomen en cuenta. Acercarte a un grupo de jóvenes a venderles la moto de nuestra
programación suele salir mal. Primero debemos conocerlos/as, escucharles,
interesarnos por sus problemas y deseos, generar confianza, para después
ofrecer el centro para que dispongan de
él.
La figura de educador/a
de calle (dinamizador/a, mediador/a, como queramos llamarla) vuelve a estar
presente en la profesión después que, a partir de los años noventa, quedara
relegada a una posición marginal en el campo educativo. Es en el País Vasco
donde está recobrando protagonismo y ganando actualidad en los procesos de
relación con las personas jóvenes. Y, como es normal, vuelve a dar resultados.
-
Los espacios.
Un espacio formal, como
una dependencia más de la administración, espanta a cualquiera y a nuestros/as
principales destinatarios/as, más. Si queremos que los y las jóvenes sientan
como suyo un espacio joven tiene que serlo, además de parecerlo. Esto lo
sabemos todos y todas, pero todavía hay muchas resistencias a convertirlo en un
centro juvenil con todas las consecuencias.
-
Los ambientes y el
clima.
Todas las personas que
hemos trabajado con jóvenes, ya sea un curso sobre educación en el tiempo libre, una actividad juvenil, una
reunión informativa o cualquier otra actuación destinada a este público, sabemos
que lo primero y fundamental que tenemos que conseguir es un ambiente y clima adecuado para
que se produzca la comunicación libre y sin cortapisas.
Nos encontramos, en
algunas ocasiones, que cuando preguntamos a personas adolescentes qué les
parece tal o cual idea, nos responden
como si tuvieran que decir la respuesta correcta, pero no lo que sienten de
forma sincera. Crear ese clima, que nos costará tiempo y esfuerzo, es el primer
paso para conseguir que quien se acerque decida volver.
Retomamos la idea inicial
para reiterar que un encuentro placentero no sólo tiene que venir a través de
convocar grandes eventos. La experiencia también me dice que si están a gusto
en un lugar en donde se respeta su opinión, pueden darla sin que nadie le mire
con mala cara y estén sentados/as como
cualquiera lo hace (hicimos) con 15 años, ese será un sitio donde quiera estar.
Nos solemos olvidar de que también tuvimos esa edad y sentíamos como ellos y
ellas sienten ahora.
-
Paciencia, mucha paciencia.
Vuelvo a incidir en el mismo tema, la paciencia, la estabilidad
en los procesos y en los equipos (que han de estar motivados, reconocidos y con
sueldos dignos). Es la clave, si alguien conoce la fórmula mágica para
atraerlos/as en unas cuentas semanas que la ponga encima de la mesa y tendrá,
no sólo nuestro reconocimiento, sino también el de cientos de miles de
profesionales en todo el mundo.
A modo de
conclusión.
Al igual que existe mucha literatura sobre algunos
aspectos del trabajo con juventud (políticas de juventud, intervención social,
empleo, MM.CC, redes sociales…) en este de los espacios jóvenes no hay producción,
en comparación con las mencionadas. Y de
lo que hay, la mayoría se hizo hace más de 20 años (¿Un
síntoma?). Al igual que pasa con las referidas a políticas de juventud la
mayoría se quedan en la teoría y rara vez se pueden aplicar en la práctica.
Los aprendizajes no tienen que por qué ser un coñazo,
la animación sociocultural lo viene demostrando durante más de 100 años. Puede
que haya llegado el momento de volver a reivindicarla porque, con la situación
actual, es más necesaria que nunca.
A la administración le sigue costando mucho
relacionarse con grupos de jóvenes que carezcan de un CIF. Sé que es más cosa
de interventores/as y secretarios/as municipales que de quienes se relacionan
con las personas jóvenes. Hay fórmulas: asumir los gastos de una actuación de un
colectivo juvenil como propios de una administración. Ya se ha hecho, pero tras
las consecuencias de la crisis estos funcionarios ya no pasan ni una, y ellos y ellas sí que no están formados en
temas de juventud.
Muchas de las reflexiones aquí expuestas ya las
habréis leído y escuchado en distintos foros o en lecturas diversas, lo triste
es que seguimos repitiendo argumentos que todos y todas sabemos que funcionan,
pero no conseguimos, por distintas razones, llevarlas a buen puerto. Ese sería
un buen debate: sabiendo cómo hacerlo ¿Por qué no podemos?
Por último, y por no hacer más larga esta ya de por
sí extensa reflexión, os pregunto: ¿Un grupo de jóvenes haría un centro juvenil
como nosotros lo concebimos? Seguramente no, y eso sí que nos tendría que
preocupar.
Se lo voy a pasar a mi Concejal a ver si tiene la paciencia que dices, aunque sea para leerlo. Y luego que cambie de una vez el modelo gimnasio que tenemos en mi ciudad. Qué envidia poder trabajar así.
ResponderEliminarPara nada un grupo de jóvenes querría un centro juvenil concebido desde la perspectiva de la administración, la entidad, el grupo de animadorxs o quien sea, y no por falta de respeto o por desafiar. Por muy empáticos que seamo, no estamos en su situación o su edad (que aunque hayamos pasado por ella, era en otra época, la que sea, cada quien la suya)
ResponderEliminarImplicar a la juventud en el proceso de diseño en un espacio joven, garantizará compromiso en su funcionamiento, además de hacerlo más atractivo y real al colectivo para el que está destinado.
Como siempre gran artículo Juan ;)
Gracias anónimo y Pablo por vuestros comentarios. Pues sí, uno no se forma en temas de juventud para luego ser conserje de un gimnasio pero, lamentablemente, parece que se funciona así en muchos lugares de este país, aunque todavía hay experiencias que nos salvan. Pablo, tienes toda la razón del mundo, parece que volvemos en juventud a aquello del despotismo ilustrado: todo para los jóvenes pero sin los jóvenes, la pena es que tampoco se cumple ya que eso de "todo" para los jóvenes, también es mentira.
ResponderEliminarUn saludo a ambos y gracias por pasaros por aquí.
Gran artículo, mucho de lo que mencionas me ha pasado. Totalmente de acuerdo contigo en que si fueran los jóvenes los que diseñaran el espacio, lo sentirían más suyo y lo usarían más, el problema siempre es el mismo ( y tú mismo lo has dicho en el último comentario): ni hay voluntad política, ni disponibilidad presupuestaria para los jóvenes.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu trabajo
Gracias a ti por tu comentario. Ya lo he dicho en otras ocasiones: buenas intenciones sin presupuesto es igual a humo. En cualquier caso, repito lo que he comentado varias veces: me llama mucho la atención que la mayoría de comentarios anónimos se nota que proceden de personas de la profesión y no se si es una casualidad o que no hay muchas ganas de exponer tus opiniones de forma pública. Es lógico, a mi me pasa que en algunas instituciones de mi tierra no quieren contar conmigo porque el político se ofende con lo que digo (lo único que hacen es darse por aludidos y confirmar que algo hay) y no me quieren ver ni en pintura. En fin, es lo que tenemos. Gracias de nuevo y, de una u otra forma, espero que sigas dejando tus opiniones.
EliminarHola Juán, como siempre, o como casi siempre, me gusta lo que escribes, en este caso sobre espacios jóvenes. Y tienes razón, es un tema poco profundizado, tratado y estudiado entre los estudiosos, o investigadores en Juventud.Tal vez porque es una de las cuestiones en que más se nota la falta real de inversiones en políticas de participación juvenil.
ResponderEliminarComo sabes estamos celebrando los 30 años de LA NAVE, espacio joven. Y sin profundizar mucho, una de las conclusiones que me hacen pensar todos estos años es la clave del posible éxito de un espacio juvenil participativo sea la cogestión, es decir, la gestión conjunta y compartida entre jóvenes, colectivos y técnicos de juventud del funcionamiento y programación de esos espacios.
Por eso, como profesional de la participación juvenil considero importante la experiencia de LA NAVE. Te paso el enlace de mi blog, del artículo " Una nave cargada de asociaciones juveniles"...
Y si te animas pensamos un poco más en el tema de los espacios jóvenes y la participación de los jóvenes, que hace muchos años ya de la Guía práctica para asociaciones juveniles ( 1997), y tengo ganas de que volvamos a escribir algo juntos.
Un abrazo, querido JUAN.
PACO MANUEL REVERTE.
https://pacomanuelreverte.wordpress.com/2017/03/03/una-nave-cargada-de-asociaciones-juveniles
Gracias por tu comentario, Paco. Aún recuerdo la Nave en aquellos años de gestión con el Consejo y después con Mª Carmen desde principios de los noventa y los buenos ratos que pasé allí. Ahí seguimos, a ver si podemos continuar avanzando y con nuevos proyectos. Un abrazo¡¡¡¡
EliminarHola Juan, te sigo desde hace tiempo y eres una referencia en mi trabajo, lo cual te agradezco. Mi Concejal es buena gente y tiene buenas intenciones pero tampoco mucho conocimiento del tema y su principal handicap es que para el resto de la corporación municipal juventud es lo último y está ahí para hacer cuatro cosas al año. He podido montar historias interesantes a través de 2 asociaciones muy activas y gracias al erasmus+ pero no hay manera que suban el presupuesto, tengo 6000 € al año para un ayuntamiento de 32000 habitantes. Te escribo para manifestarte que tienes razón, que no voy a decir mi nombre aunque mi concejal sabe lo que pienso del tema pero creo que si lo digo en público y por escrito puedo tener problemas. Es una realidad dura la que vivimos y la capacidad de aguantar la crítica de los políticos es nula. No creas que estoy desmotivado porque intento crear los vínculos de los que hablas con los jóvenes con los que conecto y mi trabajo va más allá de las horas que echo pero no es porque así funcione el servicio sino que lo hago porque creo debo hacerlo y para no volverme loco y morirme de aburrimiento.
ResponderEliminarEspero que sigas descubriéndome cosas ya que algunas de ellas las he puesto en marcha y han funcionado pero estoy solo. Gracias por el blog.
Muchas gracias por tus palabras y siento mucho tu situación al igual que alabo tu predisposición. En algún momento he recriminado en este blog el hecho de no poner el nombre en los comentarios, pero a partir de ahora no lo haré más. Sólo me queda decirte que ánimo y que como tú hay muchos y son, entre otras, la razón de compartir ideas y la de este blog. Gracias a ti por dar sentido a lo que hago. Saludos.
EliminarFelicidades por este tipo de artículos, que nos dan unos golpitos en la nuca (cogotazo, colleja...) y nos hacen reflexionar sobre lo que hacemos cada día. He trabajado en Casa de Juventud de manera intermitente, pasé por trabajar en la educación formal y volví recientemente. Mi óptica es otra. Cuando empecé, me frustraba sobremanera organizar actividades que no iban a ningún lado. Lleva un tiempo, también para un dinamizador, aprender los procesos. Ahora, no sé si soy mejor o peor dinamizador, pero sí que me quedó claro que no funciona nada que no salga de ellos/as (aunque hay cosas que tenemos que plantearles, porque nunca las van a "pedir" y detectamos esas carencias). La experiencia más gratificante fue el orgullo de echar horas y horas para preparar con los pibes un festival de música "heavy". Tuvimos mil errores, mil oportunidades y los dinamizadores mediando para que la concejal no los desalentara con la burocracia. Todo salió y el festival se sigue haciendo cada año. Lo hicieron ellos y nosotros hicimos nuestro trabajo. Es como la enseñanza en un aula, tienes que ser el guía del aprendizaje, no dárselo masticado. Es un trabajo muy gratificante y motivador. Mis bases son el cariño, la escucha y la bronca afectuosa... jaja... En cuanto a lo que del personal debe estar bien remunerado, siempre hay alguna empresa que busca enriquecerse invirtiendo poco en el dinamizador. Yo sé que aquí no voy a estar siempre, porque no puedo vivir de ello. Pero igual a los pibes les viene bien un cambio cada tiempo... Igual que a uno mismo le viene de perlas cuando entran otros compañeros/as a trabajar y te aportan su visión. No es un trabajo para hacer solo, porque es una realidad compleja que necesita muchas ópticas... A mí me gusta nuestro espacio de Juventud, apenas invadido por otras cosas, aunque algunos de la Administración ya se hayan frotado las manos queriendo utilizarlo para otras cosas... Igual que a veces cuesta entender que no sea un espacio para niños o para mayores de cierta edad (la asignatura pendiente es que vengan los que alcanzan el límite de edad admitida, supongo que lo ven demasiado adolescente)… Gracias por estos artículos maravillosos.
ResponderEliminarGracias por tu reflexión y por acercarnos la vida y el trabajo de un dinamizador al que no voy a añadir nada ya que por sí sola refleja las problemáticas y las alegrías de este oficio. Un saludo y ánimo.
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