Este post viene inspirado por un tuit de mi amigo Alberto Soler, coordinador del estupendo proyecto Premio Mandarache Hache de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Cartagena, en el que decía: Por favor, instituciones culturales, lo urgente no es abrir un Tik Tok “porque los jóvenes están allí”. Lo urgente es tener un servicio digno y bien dotado, horarios amplios y un personal contento e ilusionado.
No sólo son las instituciones culturales, también las de juventud, servicios sociales, educativas... y todas aquellas que tengan relación con jóvenes (lo de "la juventud" es un término que para trabajar no nos sirve, solo es adecuado para abuelos cebolleta y sus historietas).
Bueno, aquí mi reflexión al hilo del tuit de mi querido Alberto.
¡Hay que estar dónde está "la juventud"! Si me dieran 100 euros por cada vez que he escuchado esa frase desde que twenti llegó a las vidas juveniles, allá a mediados de los dos mil, ya estaría jubilado y podrido de dinero.
Había que poner en marcha un servicio de SMS, luego un twenti, más tarde facebook, en nada vino twitter, whatsapp ya fue el acabose y qué decir de instagram y últimamente pues el tik tok y lo que que te rondaré morena.
La verdad es que me suena a lo mismo que cuando en una casa de la juventud de principios de los ochenta venía el técnico de turno para decir que había que poner un tablón de anuncios allí porque era el lugar donde estaban los jóvenes y así llegaríamos fácilmente y nuestra información sería más accesible.
¿De verdad creéis que para los y las jóvenes es importante que nuestro servicio tenga una red social? ¿Cuántos os siguen? ¿El 0,0001 de jóvenes de vuestro municipio? ¿Estáis convencidos que les interesa nuestra letanía de actividades y las fotos que hemos hecho en una de ellas? ¿En serio? ¿No creéis que a estas redes sociales se les da el mismo tratamiento que al antediluviano tablón de anuncios? Al final se trata de eso: de dar a conocer lo que hacemos creyendo que así atraeremos a adolescentes y jóvenes a los cuales les interesa 3 pimientos nuestras películas, en eso no nos necesitan para nada, saben bastante más que nosotros donde conseguir su entretenimiento y su ocio.
Como decía Alberto, mientras estamos muy preocupados en como ser accesibles a los y las jóvenes lo que de verdad estamos haciendo es descuidar el servicio, con metodologías y contenidos de finales de los ochenta y principios de los noventa, con una precariedad salvaje y con unos presupuestos para juventud de auténtica risa.
Si de verdad queremos estar donde están los y las jóvenes, cambiemos de mentalidad y salgamos a la calle, invirtamos en educadores y dinamizadores en medio abierto (vamos, la educación de calle de toda la vida) y dejemos de aferrarnos a un despacho que se está calentito en invierno y fresquito en verano.
Y si utilizamos las redes sociales, que hay que hacerlo, aprovechemos su mayor potencialidad: Interactuar con el público al que te diriges, si no ¿para qué sirve? ¿para dar publicidad a tus actividades?
Siempre ha habido algo que me ha llamado la atención. Con 36 años de profesión encima del lomo y trabajar con adolescentes la gran mayoría de mi vida en temáticas diferentes, todavía me doy cuenta que me falta mucho por aprender, sin embardo observo que las redes sociales sobre juventud las gestionan gente que no sabe lo que es un adolescente, además de que en su momento lo fueran, que las campañas dirigidas a esta población están organizadas por profesionales del medio que no han hecho una formación sobre problemática juvenil en su vida y que incluso profesores que andan toda su vida rodeados de adolescentes no les conocen ni les comprenden. Y sí, también educadores sociales, si se les puede llamar así, que para ellos tratar a un adolescente es como si tocaran con un palo a un extraterrestre.
¿Hay que estar donde están los jóvenes? Primero tendríamos que aprender quiénes son y montar alrededor de chicos y chicas unos servicios potentes con profesionales formados, bien pagados, con una estructura y planificación adecuada y, por supuesto, con medios para desarrollar proyectos y programas estables. No actos ni actividades concretas que sirven para unas cuantas stories para que las vean tres y el del tambor.
En definitiva, dedicarnos a lo importante, los y las jóvenes, y olvidarnos de las gilipolleces, vamos.
Me ha salido un post la mar de chulo para seguir haciendo amigos. A ver si al menos por aquí sale algún cabreado que significará que sigue habiendo gente viva y preocupada por su profesión.
Más razón que un santo.
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