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jueves, 4 de julio de 2024

A modo de despedida.

Hasta aquí he llegado.

Son algo más de 12 años los que he mantenido este blog y 120 post sobre adolescencia, juventud, participación, educación social y políticas de juventud hechos desde la subjetividad de dedicarme a ello durante los últimos 40 años. Una opinión honesta, a veces visceral, sobre lo que pienso y he sentido en este bendito trabajo.

Últimamente no he escrito mucho en él, pero me daba por satisfecho porque el volumen de entradas seguía siendo alto, incluso sabiendo que solían ser vistas en distintas formaciones dedicadas a la capacitación del oficio. También he comprobado en distintas ocasiones como algunos profesionales (¿?) han fusilado los posts sin ni siquiera decir su procedencia. En fin, ya sabemos que sinvergüenzas hay en todos lados.

Por supuesto que sigo en la brecha, pero he decidido que el blog ya ha cumplido su función y llega el momento de dejarlo. Seguirá abierto para quien pueda aprovecharlo, pero cerraré comentarios y no volveré a publicar nada.

Y claro, antes de irme quiero dejaros unas últimas reflexiones.


Os mentiría si no dijera que dejo el blog con un mal sabor de boca. Nunca ha estado peor el tema de las políticas de juventud. Siguen sin creérsela quienes desde las distintas administraciones públicas han de procurarlas. La crisis del 2008 y luego la pandemia han terminado por cargárselas. Parece que estuvieran deseando que algo ocurriera para no volver a invertir en ellas.

Asisto atónito como se desmantelan presupuestariamente a muchos departamentos de juventud de comunidades autónomas y ayuntamientos sin que parezca importar nada. Incluso, están cada vez más en desuso las concejalías de juventud que ahora, como por ejemplo en Murcia, se denominan de talento joven. Lo que importa es que todo aquel que quiera ser famoso y no pueda ir a los programas de televisión tengan un espacio en su pueblo para intentar serlo.

Muchos políticos son los que no dan importancia a las intervenciones en el desarrollo de habilidades, en promoción de la participación juvenil con fórmulas actuales y no con el intento de recuperar el asociacionismo juvenil que pasó a mejor vida hace demasiados años.

Tampoco creen que deban tener especial atención los y las jóvenes con menos oportunidades, que se creen servicios estables sobre salud mental, sexualidad, asesorías para grupos que quieran poner en marcha un proyecto en su comunidad, movilidad juvenil, atención en centros de educación secundaria por parte de educadores sociales y un sinfín de programas y proyectos que cuando se han puesto en marcha han demostrado su valía.

Ahora, las políticas de juventud son actos. Un concierto, un apocalipsis zombi, una carrera de colores o contratar por una pasta a un influencer para que llene un auditorio de chorradas.

Es lo que hay. Que no cuenten conmigo.

Por suerte, todavía hay administraciones que lo intentan y buenos profesionales que son capaces de proponer e intentar convencer a sus políticos sobre las actuaciones que tienen sentido y coherencia y las que no. Siempre he entendido que esa es también nuestra función. No podemos callar por que un político recién llegado crea que sabe más que nadie cuando no tiene ni idea y lo mejor que podría hacer es pedir opinión técnica sobre lo más apropiado para cumplir un objetivo. Su tarea es marcar objetivos no diseñar actividades y si lo que quiere es montar actos para eso no hace falta tener personal técnico cualificado. Cualquiera puede hacerlo, solo necesita tener un teléfono, llamar a una empresa y que se lo monte. Para eso, posiblemente, sí que haya pasta.

Como decía, me quedan aún unos cuantos años para seguir en la brecha allá donde me requieran y haya un proyecto o una formación que tenga sentido. Para eso, podéis seguir contando conmigo.

Espero que este blog haya sido una herramienta útil y haya provocado la reflexión y el debate. Ese era su principal objetivo hace 12 años y ha seguido siéndolo hasta el día de hoy.

Muchas gracias y nos vemos en el camino.


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