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miércoles, 2 de octubre de 2019

Nuestra energía es nuestra fuerza

Como en las últimas seis ediciones, el Col·legi d'Educadores i Educadors Socials de Catalunya me invita a participar en el Carnaval de Blogs con motivo del Día Internacional de la Educación Social. Este año, con el lema "nuestra energía es nuestra fuerza", se trata de ver cómo nos cuidamos a nosotros y a nuestros equipos para encarar el trabajo que tenemos por delante ¿Somos capaces de autocuidarnos?





Aquí os dejo mi reflexión, un poco ácida y carente de buenrollismo, sobre el tema.

A los 25 te crees batman, puedes con todo. A los 55, es la experiencia la que te hace ahorrar fuerzas, por la cuenta que te trae.

Tratar con personas desgasta y mucho, mirad a cualquiera que trabaje detrás de la barra de un bar (no nos creamos tan especiales). Como casi cualquiera en este país, yo también trabajé de joven en bares y restaurantes y recuerdo preguntar a camareros con mucho curro en el lomo cómo aguantaban a tanto cretino (en lo que nos convertimos la mayoría de clientes cuando vamos a un bar). 

Por mucho que algunos tiros vayan por ahí en la actualidad, nuestra profesión no tiene clientes, al menos no debería. Les llamamos usuarios, beneficiarios, destinatarios, participantes ... y nuestra relación se basa, en mayor o menor medida, en el establecimiento de un vínculo que facilite nuestra labor. Y ahí viene lo jodido. También lo hermoso de este trabajo.

No nos engañemos, no todos los que trabajan en educación social quieren ese vínculo. Hay quienes están tan institucionalizados que si fuera por ellos sólo se relacionarían a través del teléfono o el ordenador y allá te las apañes. Tienen las mismas ganas de empatizar con sus usuarios que con un botijo. 

Estos, la verdad es que me importan más bien poco, lo único que se les puede pedir es profesionalidad. Son educadores sociales como podrían haber sido auxiliares administrativos o la oposición que en ese momento les pillara más a mano. Personas que no miran a la gente a los ojos. Les suplicaría, eso sí, que al menos no estorben porque, aunque sean auténticos cáncer en sus departamentos, el corporativismo absurdo se impondrá (es más malo que un alacrán, pero es compañero, he oído cientos de veces). Pues nada, a tragar. Y que las energías y las fuerzas se vayan intentando soportar a estos elementos.

Siempre he creído, cuando en su momento fui empleador, que por encima de todo hay que tratar bien a la gente. No se entienden las cosas mejor por que chilles más o le digas a alguien lo torpe que ha sido en un momento determinado. Creo que cuando se tiene un salario digno, uno es bien tratado en su trabajo y hay un buen clima de equipo, pueden pasar cosas estupendas. A mí me han pasado, siendo currante y siendo jefe. 

Pero, en este país y en sus empresas y organizaciones, también en la administración  que al final es quien marca la linea, se sigue utilizando mucho el ardid romano de "divide et impera", y lo más triste es que la mayoría entra al trapo. Esa mezcla de envidia, codicia y ego tan dañina y tan española.

Somos personas influenciadas por sus relaciones, estados de ánimo, situación personal y familiar y otras cuestiones que unos capean de una forma airosa y hay a quienes les cuesta más hacerlo. Todo sería más sencillo si aceptásemos lo que somos: seres emocionales con necesidades variopintas y formas diferentes de afrontar los problemas. Y que tenemos derecho de vez en cuando a estar tristes y abatidos.

En los últimos años se han desarrollado mucho las temáticas relacionadas con el buentrato. Tratarnos bien a nosotros,  entre nosotros y a quienes acompañamos, e intentar que esa forma de proceder también vaya calando entre las personas con las que actuamos. 

Respeto.

Es complejo, sí, la sociedad actual nos lo pone difícil, pero nadie dice que sea fácil, salvo algún coach pesado y cansino, claro.

¿Qué hago yo para intentar tomar energía? Pues fundamentalmente desconectar. No me gusta hablar con mi gente de mi trabajo. Siempre he considerado que estar de copas o cenando con unos amigos y hablar de trabajo es un aburrimiento.  

Leer cosas que nada tengan que ver ni con jóvenes ni con educación social, hablar con amigos que no saben lo que hago ni falta que les hace (hace tiempo que dejé de ver importante eso de que comprendan mi trabajo para ganarme la vida: no lo van a entender, en cualquier caso). También es importante que las cosas salgan bien y un proyecto o idea que tenías solo o en equipo haya dado buenos resultados. Eso ayuda y mucho a seguir en la brecha.

Y, sobre todo, desdramatizar y ver las situaciones que se presentan reduciéndolas a la máxima simpleza posible.  Esto último no es por protegerme, es simplemente para analizar mejor, sin prejuicios.

Los colegios profesionales también tienen aquí su papel. Además de sus reuniones varias, estar encima de las convocatorias que salen para ver si excluyen o no a los profesionales de la educación social y sobre el intrusismo diverso (sí, ese que nos vale para quejarnos menos cuando lo hacemos nosotros: apoyo escolar hecho por educadores sociales), también estaría bien que actuaran para impedir que directivos de ONG´s, empresas y administraciones trataran a sus trabajadores como sacos de patatas y cuando fuera así que se establecieran canales para denunciarles. Mucho quejarse de las empresas que trabajamos en lo social pero hay algunas famosas organizaciones que hay que echarles de comer aparte. Se les podría llamar chiringuitos buitre. Eso sí, firman manifiestos de lo que haga falta y están en todas las coordinadoras que se precien. Una pena.

Debemos de cuidarnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, a la vez que debemos de ir poniendo encima de la mesa aquellos comportamientos que ayudan a que en muchas ocasiones el mundo de la educación social sea un jungla. Ser educado y amable no cuesta, vives mejor y tienes menos estrés. 

Si, por el contrario,  lo que buscas es ser un super educador o ejecutivo agresivo de lo social y que vean lo ocupado que estás y los líos que llevas siempre para arriba y para abajo, lo siento por ti. 

Los cementerios están llenos de gente que era imprescindible.

Gracias, un año más, por invitarme. Espero que no sea el último.


En este enlace podréis leer todos los artículos de este Carnaval de blogs.

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