A continuación comparto el texto en el que basé mi intervención en el "I ENCUENTRO DIÁLOGOS DE JUVENTUD: CONSTRUYENDO ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN JUVENIL", celebrado el 8 de julio en Guía de Isora (Tenerife) y organizado por la Unidad de Juventud y Educación del Cabildo Insular de Tenerife. Gracias, de nuevo, a los y las profesionales del Cabildo y de Bencomia S.L. por su cariño, y espero seguir contribuyendo a la creación de lugares en donde los y las jóvenes puedan expresarse y decidir sobre aquellos asuntos que les conciernen.
A
modo de comienzo.
Si tuviera que emplear una
sola palabra para describir lo que vais a hacer este 8 de julio de 2016, sería,
sin duda, OPORTUNIDAD.
Oportunidad de que
confluyan voluntad política, organizaciones, profesionales que trabajan con
jóvenes y quienes vienen participando de
forma efectiva a través de programas o iniciativas juveniles, para aunar
propuestas conjuntas que puedan poner en marcha procesos participativos en
todos los niveles de intervención.
He estado presente en
momentos en que el ambiente olía a cambio, y en algunos de ellos las
oportunidades se han transformado en acciones que han trascendido, pero otros
se han quedado en ocasión perdida. En general, siempre ha sido por la falta de dicha
voluntad política aunque no ha escaseado la lucha de intereses de otras partes
implicadas que ha sido más fuerte que la recompensa final. Espero que no nos
suceda a nosotros y nosotras.
Aquí nos encontramos
Administración Pública, asociaciones y entidades juveniles, personal técnico de
juventud de distintas administraciones locales, profesionales de empresas,
organizaciones y Universidad, jóvenes participativos sin pertenencia a
colectivos, y tenemos la ocasión de abrir un tiempo nuevo y construir, entre
todos y todas, espacios de diálogo y participación que puedan servir de
referente al conjunto de jóvenes de Tenerife.
¿Qué
hacemos aquí?
Creo acertar si digo que
en Tenerife hay unos cimientos sólidos en donde construir, y un trabajo de muchos años en distintos
sectores que nos puede servir de guía a la hora de poner bases consistentes que
propicien que los métodos participativos se convierten en algo habitual y
cotidiano y no en una referencia continua a la que acudir.
Constituir un órgano de
participación es fácil, lo que nos debe de motivar es crear espacios de
participación adaptados a las necesidades y situación de los y las jóvenes de
hoy en día y que puedan ser renovados en cada momento por el empuje que ejerzan
otros/as jóvenes dentro de cinco o diez años.
Aquí estamos, también,
para aprender de los buenos programas, iniciativas y proyectos que se han
realizado en la Isla y para desaprender todo aquello que no nos permita avanzar
o sea un lastre.
No se trata, por tanto, de
pergeñar algo rápido que no nos cueste mucho trabajo y que nos sirva para salir
del paso. Si diseñamos “sólo” un órgano de representación juvenil, os garantizo
que perdurará lo que dure la motivación de las personas implicadas en su
creación.
Apuesto por ser valientes,
por trabajar de abajo hacia arriba, por aprovechar el conocimiento y la
experiencia de grandes profesionales que trabajan en Tenerife, porque el mundo
asociativo juvenil, en horas bajas, se involucre de nuevo en procesos de colaboración
colectiva y porque se recoja el sentir de muchos/as jóvenes que sin pertenecer
a organización alguna quieren participar en la construcción social, a nivel
personal y/o de grupo.
Aquí y ahora contamos con
la oportunidad de ser quienes comiencen con la ruta que vosotros y vosotras
creáis más oportuna para diseñar un itinerario que nos permita alcanzar
objetivos. Un camino al que han de incorporarse agentes, jóvenes y
profesionales que hoy no están aquí, no nos podemos permitir el lujo de dejar
sin voz y sin propuestas a quienes quieran hacerlas.
¿Por
qué tanto interés en esto de la participación?
No me voy a parar en
asuntos que todos/as conocemos (mandato constitucional, ONU, Estatuto de
Autonomía, Leyes,…) y sí en otros aspectos que nos pueden resultar de más
interés práctico para lo que nos ocupa.
Vamos a dejar de hablar de
lo habitual en participación juvenil, como se refería Unai Amezaga en su ponencia “ParticipaciónJuvenil: La Administración Local sometida a la prueba de la flexibilidad“,
haciendo referencia a algunos de los temas repetidos hasta la saciedad jornadas
tras jornadas y congreso tras congreso en los últimos años: “Realmente la administración no está
interesada en el fomento de la participación juvenil y
las personas jóvenes no están interesadas en participar, son apáticas; la
relevancia de la participación de jóvenes no asociados y educar en la
participación desde la escuela”. Vamos, lo de
siempre.
¿Estamos de acuerdo en que
la participación es importante? ¿Qué da la participación?
¿Por qué insistimos tanto
en que los y las jóvenes han de participar? ¿Estamos seguros/as que es una
necesidad? ¿Lo reclama la población joven?
Cualquiera que haya
trabajado con jóvenes desde un departamento de juventud durante un periodo de
tiempo, sabe que la participación activa en asociaciones o la implicación a
nivel individual en una causa común compartida con un grupo, proporciona a
adolescentes y jóvenes unos aprendizajes importantes para su desarrollo
personal y como miembro de una comunidad.
Capacidad de organización,
saber cómo funciona la administración, trabajar en equipo, asumir
responsabilidades, asertividad, gestión del fracaso, toma de decisiones,
relación social, planificar procesos, rehacerse a las dificultades, ampliar
conocimientos, empatía, saber qué significa el ocio educativo frente al puro
entretenimiento, valores democráticos, tolerancia, actitudes ciudadanas,
gestión económica, socialización, llevar ideas a la práctica…
¿Alguien da más?
No voy a esgrimir en estas
líneas ninguna razón de “peso” teórico para fundamentar la necesidad de
trabajar la participación, creo suficiente argumento vuestra propia perspectiva personal para
corroborar que quienes están acostumbrados/as a practicar participación también
poseen unas habilidades para la vida que les van a ser muy útiles, para sí mismos/as, para su entorno y
para su comunidad más cercana.
¿Estamos de acuerdo, todos
y todas, que promover espacios representativos de encuentro y debate a través
de metodologías participativas puede ser beneficioso para la población joven?
Si lo estamos, es un punto
de partida. Ahora nos queda el cómo, el qué, con quiénes y el diseño del
trayecto.
Si tan necesaria es ¿Por
qué los y las jóvenes no participan más?
En ocasiones, representantes políticos y profesionales que
trabajamos con jóvenes, utilizamos ciertas frases para referirnos a la falta de
interés de los y las jóvenes en participar, al estilo de: “Cuando abrimos un proceso para que soliciten lo que quieran, nadie
dice nada y si proponen alguna actividad y la convocamos, luego no se presenta
ninguno/a”, como justificación de nuestras buenas intenciones y de la
inexistente respuesta.
Un chico o una chica
adolescente no tienen por qué querer participar, como tampoco reclaman el
derecho a tener una educación sexual acorde con sus necesidades, ni exigen el
voto a los 16 años o actuaciones que despierten su solidaridad y tolerancia con
las personas con necesidades, tampoco intervenciones que propicien su adecuada
socialización. Nada de eso figura entre sus prioridades. Son adolescentes.
Cuando comenzamos el
programa de educación para la participación “nueve.e”
en la Región de Murcia y se reunían las personas jóvenes participantes (14-15
años) con quien ejercía la dinamización del grupo, jamás se hablaba de
participación, ni de asamblea, ni de propuestas. Se comentaban cosas que para
ellos/as eran importantes en su vida diaria, después se trataban asuntos propios
del programa y poco a poco, reunión a reunión, se iban introduciendo matices:
respetar el turno de palabra del compañero/a, votar algunas propuestas en donde
no fue posible el consenso, lograr acuerdos para que dos actividades diferentes
se pudieran hacer juntas… y tras un tiempo, una chica comento a la
dinamizadora: “esto se parece a cuando
hablan en el parlamento ¿no?”. Fue el momento de poner nombres y lo comenzaron
a llamar asamblea de grupo, pero sabiendo lo que es porque lo habían practicado
durante todo un curso y lo mejor de todo, desde su punto de vista, es que se lo
pasaban bien.
Dentro del segmento de
edad al que atribuimos comúnmente el término juventud, 14-30 años, tenemos
que tener en cuenta que en las edades
más tempranas esto de participar no puede ser un coñazo, ha de ser divertido, ágil y dinámico.
Al igual que sabemos que
beber alcohol con 14 o 15 años es nocivo
para la salud e implementamos programas y desarrollamos leyes restrictivas,
deberíamos establecer procesos para aplicar acciones en materia de educación
para la participación porque estamos seguros/as que va a ser bueno para su
salud mental y la de la sociedad.
¿Construir
de manera conjunta?
Una vez que estamos de
acuerdo en que es importante trabajar metodologías participativas con
jóvenes, llega la hora de construir en
una misma dirección, pero con agentes diversos y perspectivas que pueden ser
diferentes a la nuestra.
Los y las protagonistas.
Como observáis, no están
puestas las clásicas flechas de equivalencia. Sin duda que existen relaciones
formales e informales entre las partes que componen este puzle, pero ¿Son
suficientes para crear espacios de participación conjuntos que produzcan líneas
de trabajo común?
Son muchos los textos y
autores/as que nos recomiendan el desarrollo de una serie de capacidades y
actitudes para contribuir a trabajar mejor de forma cooperativa o colaborativa.
No las voy a tratar aquí. Me conformo con que los y las principales actores y
actrices de esta producción tengan un periodo de reflexión sobre su rol en la
película que comienza hoy.
Para ello, no voy a
proporcionar una serie de cualidades que hay que tener para el trabajo en común
sino unas peticiones muy concretas a cada agente participante y que podéis encontrar
en el siguiente cuadro:
AGENTES
|
SE LES PODRÍA PEDIR…
|
ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA
|
- Voluntad
política.
- Respaldo
institucional.
- Apoyo al proceso.
- Respeto a los
acuerdos.
|
ASOCIACIONES
Y ENTIDADES JUVENILES
|
- Volver a
intentarlo.
- Abrir puertas y
ventanas.
- Sentir orgullo de
lo que hacen.
|
PROFESIONALES
DE JUVENTUD DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
|
- Ser copartícipes
de la creación de un sistema de trabajo y coordinación que perdure.
- Que se organicen.
|
PROFESIONALES
DE ORGANIZACIONES Y EMPRESAS
|
- Que no se sientan
invitados/as, esto también es suyo.
- Que se organicen.
|
JÓVENES
IMPLICADOS EN PROGRAMAS Y JÓVENES INTEGRANTES DE GRUPOS JUVENILES NO
ASOCIADOS
|
- Que construyan
espacios de su tiempo.
- Conocer lo que ha
pasado. Que no repitan errores.
|
DINAMIZADORES/AS
|
- Que se organicen.
- Que se les
respete.
- Que aporten,
tienen mucho que dar.
|
PROFESORES
IMPLICADOS EN PROYECTOS Y PROFESIONALES QUE TRABAJEN CON JÓVENES
|
- Que salgan a la
luz y se incorporen al proceso.
- Que nos
proporcionen el buscado y nunca
encontrado “trabajo interdisciplinar”.
|
JÓVENES
EN GENERAL
|
- ¿Existen?
|
¿Qué hacemos y que no para construir de
forma conjunta?
El trabajo colaborativo
lleva implícito que cada persona/agente que interviene tiene una parte del
puzle y ha de ponerla en común para lograr acabarlo. Si falta una sola pieza,
aunque sea la más pequeña o pasa desapercibida, no hay solución al
rompecabezas.
No consiste en formular
ideas estéticas sobre la cooperación entre diversos agentes que intervienen en
un proceso que así, sin más, pueden quedar divinas en el papel, pero fuera de
la práctica diaria en que nos movemos.
En la siguiente tabla,
comparto con vosotros/as una serie de ideas sobre este aspecto. No están
sacadas de ningún estudio ni tesis, sólo corresponden a experiencias particulares
en el trabajo con distintos agentes y personas para construir algo en común
(nunca ha sido fácil, por cierto).
Espacios
de encuentro y participación para jóvenes.
Al día de hoy, son dos las
experiencias que más se están imponiendo como espacios de encuentro y
participación juvenil: Los Consejos de Juventud y las Mesas o Foros Juveniles.
Una representa un cauce tradicional, sin que la palabra tradicional tenga
connotación alguna, y la otra un nuevo canal de participación juvenil puesto en
marcha a finales de la década de los 2000 y que ha entrado en auge en los
últimos años, sobre todo a nivel local.
Los Consejos de Juventud.
Imposibles de entender sin
una base social que lo sustente. Durante muchos años se convino que eran Corporaciones Públicas de base privada, para
atender a su constitución como órgano consultivo de la administración que a su
vez se regía por las decisiones tomadas por sus miembros, entidades privadas
con personalidad jurídica propia. En los últimos años se han producido diversos
movimientos en donde estas estructuras han sufrido un golpe en sus competencias
o se han modificado sus leyes o reglamentos de funcionamiento por, incluso,
modelos similares a los Colegios Profesionales.
Existen este tipo de
estructuras a nivel estatal, autonómico, provincial, comarcal y local con
diversa implantación y actividad y
responden a funciones similares en cada ámbito.
Su estructura es: Una
Asamblea representativa como máximo órgano, una Comisión Permanente entre 5 y 9
personas elegidas de entre los y las miembros de entidades representadas en la
Asamblea, y las Comisiones Especializadas en donde se tratan temas específicos de interés juvenil.
En general, la composición
de la Asamblea suele conformarse con un número de delegados/as de las
organizaciones que va en función del número de socios/as manifestado mediante
certificación de la propia entidad.
Su financiación depende en
gran mayoría de la partida presupuestaria que se fije en los presupuestos de la
administración oportuna, además de otras subvenciones para programas
específicos.
No existe ningún Consejo
de Juventud que permita, con voz y voto, la participación de jóvenes no
asociados en sus órganos, si bien en las Comisiones Especializadas es posible
su incorporación e incluso algunos Consejos han puesto proyectos en marcha para
que puedan involucrarse jóvenes que no pertenecen a ninguna entidad miembro.
Además de las actuaciones
tendentes a mejorar el asociacionismo en particular y la participación juvenil
en general, así como temas de relevancia juvenil (empleo, vivienda…), suelen
programar acciones sobre diversos temas de interés social no estrictamente
juveniles (apoyo refugiados, celebración de días internacionales, apoyo a
diversos colectivos y causas…).
Generalmente, cuando una
localidad, provincia o CC.AA. optan por la constitución de un Consejo de
Juventud suelen admitir la fórmula tradicional de funcionamiento y no se
plantean cambios a los modelos clásicos que, por supuesto, pueden realizarse.
Foros/Mesas de la
Juventud.
Quien abrió el camino a
estas nuevas experiencias de coordinación juvenil fueron los y las jóvenes de
Puente Genil en 2007. La Mesa Local de la Juventud se ha mantenido desde
entonces y sigue muy viva. Comenzó como movimiento asambleario formado por
asociaciones juveniles y jóvenes no asociados y en 2013 tomaron la decisión de
constituirse como asociación.
Su característica
diferenciadora es que en estos órganos pueden participar tanto asociaciones y
entidades juveniles como jóvenes que manifiesten interés por los asuntos que se
tratan o se puedan proponer.
El ejemplo de Puente Genil
caló en diversas ciudades de Andalucía y también ha dado lugar a la creación de
Foros Municipales (Ceuta, Pamplona) que son puestos en marcha por las
corporaciones municipales, pero con el funcionamiento característico de
incorporar tanto organizaciones como personas.
Las facilidades de
participación son máximas (para inscribirse en el Foro Juvenil de Pamplona sólo
es necesario enviar un correo electrónico o llamar por teléfono) y estas nuevas
estructuras mantienen las funciones características de estos órganos de
participación (tanto Consejos de Juventud como Mesas o Foros).
Por tanto, encontramos
tres fórmulas diferentes pero con un mismo patrón: abrir la participación a los
y las jóvenes en general, además de las entidades y/o agentes:
Un
modelo propio.
Hemos tendido siempre a
repetir en todo el Estado lo que se hacía en otras CC.AA. o localidades, no
sólo en cuanto a órganos de esta tipología se refiere sino también a programas
y actuaciones. Se produce un efecto cascada: si una ciudad pone en marcha un
proyecto de ocio nocturno o una carrera de zombis, todas las demás van detrás.
Y ¿eso es malo? No, al contrario, es bueno imitar, copiar y visibilizar las
buenas experiencias que se producen, pero cometemos el error, en algunas
ocasiones, de ponerlas en marcha cuando en otros lugares de origen se han
superado o se han comprobado los errores cometidos y solemos tropezar en las
mismas piedras que otros ya han tropezado.
Los Consejos de Juventud,
Mesas o Foros juveniles pueden resultar experiencias satisfactorias, pero de
forma previa a su andadura hemos de saber qué evolución han tenido desde su
puesta en funcionamiento y por qué se han mantenido o han fracasado en otros
lugares.
Este análisis nos dará una
visión previa de lo que no queremos y de las medidas que hay que tomar para
evitar llegar al mismo punto en que se encuentran algunas de estas
organizaciones.
Utilizar una herramienta
que ya se está usando no quiere decir que no adaptemos esa herramienta a
nuestras necesidades. El vasto espacio de Castilla-León no puede utilizar los
mismos criterios para organizar un órgano participativo que una localidad del
sur de Tenerife, ni una Región como Murcia, uniprovincial, puede tener el mismo
lugar de encuentro juvenil que la ciudad de Madrid.
No puede ser lo mismo un
órgano directo de participación en una localidad mediana o pequeña en donde se
puede funcionar a nivel asambleario abierto
que un órgano de representación insular de los y las jóvenes de Tenerife.
Pueden tener formatos similares, idéntico modelo, pero su funcionamiento habitual ha de ser
distinto. Y hemos de tenerlo muy en cuenta en nuestro proceso de construcción.
Busquemos referencias pero
conjugándolas con nuestra idiosincrasia, horarios, orografía, costumbres,
desarrollo de las comunicaciones 2.0. …
Por poner un ejemplo que
me pilla cerca: en Molina de Segura, una localidad cercana a Murcia con 68.000
habitantes en donde estoy asesorando los procesos participativos para la puesta
en marcha de un Plan Joven, el Grupo Promotor de dicho Plan (25 jóvenes entre
los 17 y los 30 años) se reúne los jueves de 21 h. a 23 h. porque sus miembros
así lo han acordado, hecho que sería impensable que se produjera en una ciudad
a tan solo unos kilómetros de distancia.
Los procesos de
construcción de la participación no tienen porqué ser uniformes ni buscar uno
que valga para todo. Pueden contaminarse sin miedo, han de ser más permeables y
para nada convertir órganos de participación en compartimentos estanco sin
relación con la comunidad que le da sentido y con las personas que les dan
vida.
Definitivamente, no
debemos constituir estructuras que no estén diseñadas desde la perspectiva
actual, podemos aprender de los ochenta, noventa, dos mil, pero es necesario
adaptarnos a las necesidades y exigencias que demandan los y las jóvenes en
2016.
Una sugerencia sobrevenida
¿Y por qué no?
No es la función de este
texto decantarse por una u otra fórmula de coordinación juvenil, sino poner
encima de la mesa algunos debates que, considero, pueden resultar de interés en
el proceso de reflexión que comenzáis hoy en Guía de Isora.
Sugerencia como no crear
una única estructura que todo lo represente, un gran cajón de sastre que lo
contenga todo. Mejor sería, en mi humilde opinión, que cada ámbito, cada sector,
tenga sus propios espacios de participación y que estos puedan confluir, a su
vez, en otros momentos con distintos procesos y organizaciones de coordinación.
Puede existir un Foro,
Mesa o Consejo de Juventud Insular en donde se vean representados todos los
sectores que aquí mencionamos y a la vez Foros municipales en donde cualquier
joven, organización, profesional o político/a pueda ser miembro de pleno
derecho. De forma paralela, el Cabildo puede crear el Consejo Sectorial de
Asociaciones en la materia que se crea más oportuna; profesionales de juventud
que, además de participar en estos órganos y en las Comisiones específicas que
cree el Cabildo, puedan crear su propia Asociación, al estilo de lo que ya
sucede en Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares o Andalucía. Y grupos
de jóvenes que no quieren constituirse como asociación puedan tener el respaldo
de la administración y tener sus propios espacios de organización y
coordinación. Y que todos estos lugares de encuentro pudieran tener cabida en
los Reglamentos de Participación Ciudadana que se están imponiendo en la
mayoría de los municipios del Estado.
No estoy diciendo que
ahora creemos plataformas por toda la Isla, simplemente que a la hora de
plantear qué edificio queremos, saber de cuantas alturas vamos a hacerlo en
función de la realidad y qué relación va a existir entre los diferentes
habitáculos.
Organización.
Si tras estas jornadas
queremos abrir un periodo de encuentro y debate entre los distintos actores que
participan, tanto en el ámbito local como insular, potenciando los encuentros
entre distintos niveles (asociaciones, jóvenes, administración local e Insular,
profesionales…), va a ser necesario un departamento o secretaría técnica que
sea capaz de centralizar la información que van generando estos espacios y
grupos, formales e informales.
No es imprescindible en
este proceso que todos conozcan las reuniones de todos, lo que sí es importante
es que el conjunto conozca los resultados. Para que este hecho se produzca hay
que tomar determinaciones de cómo va a funcionar la recogida de propuestas y
debates durante el itinerario.
Cualquiera que vaya a
intervenir en los debates para la creación de órganos de participación ha de
conocer que las conclusiones de cada reunión que asistan, sea bilateral, trilateral
o de todo un conjunto, han de ser enviadas a un mismo destinatario que asuma la
labor de insertar esas propuestas en el marco del proceso y que puedan ser
conocidas por todos y todas las partes implicadas.
Ya disponemos de
herramientas de trabajo colaborativo gratuitas con las que podemos hacerlo.
Podremos complementar el trabajo que han hecho otros grupos y, a su vez, éste
nos va a servir de ayuda para hacer el nuestro. Un sueño para el que sólo hace
falta que conozcamos y utilicemos estas herramientas.
Los
errores cometidos.
No debemos ponernos
demasiado duros con lo hecho hasta ahora, recurso fácil por otra parte, pero sí
debemos de aprender de lo realizado. Aquí os expreso algunos errores que me he
encontrado durante estos años que espero os puedan servir para identificar
hechos que, sin duda, habréis vivido muchos/as de quienes hoy estáis aquí.
Las prisas.
Una oportunidad como ésta
no tiene que estar constituida en un breve plazo y que todo marche sobre ruedas
desde el primer momento y así poder presentarlo en rueda de prensa lo antes
posible. Sería un fracaso anunciado.
Tan importante es el
camino como el propio objetivo final. Ese trayecto puede proporcionar, en sí
mismo, la activación de las políticas de juventud en las distintas
administraciones, de organizaciones y grupos de jóvenes y de los y las
profesionales que trabajan con jóvenes.
La excesiva institucionalización.
La administración ejerce
un papel de espejo en muchos de estos procesos que suelen acabar burocratizados
e institucionalizados en exceso. Al final, realizamos muchas de nuestras
actuaciones por imitación a lo que conocemos y repetimos formas de las que
estamos cansados de decir una y otra vez que no nos gustan.
Ser institucional no es
nocivo es sí mismo, se es cuando hay que serlo, pero un órgano de coordinación
juvenil y quienes lo representen han de dar ese matiz de juventud: dinamismo,
agilidad y acción, no exentas de los necesarios periodos de reflexión, por
supuesto.
No olvidemos que una
estructura de corte administrativa e institucionalizada lo que hace es alejar a
los y las jóvenes de ella. No es ni una alegría ni una pena, es pura realidad.
La Administración Pública
y los y las representantes políticos/as han de saber que no sólo gobiernan para
las personas adultas, también lo hacen para las jóvenes, con sus usos,
costumbres, lenguajes y formas.
Alejamiento de las asociaciones y jóvenes.
Una persona joven en la
actualidad no necesita de una organización que lo represente para enviarle un
mensaje de queja, a través de twitter, al mismísimo Presidente del Gobierno, y
desde el lugar más insospechado.
No soy capaz de precisar
si son los y las jóvenes quienes abandonaron a las asociaciones y a órganos de
representación o fue al contrario, o de si alguna vez llegó a existir ese acercamiento,
de forma sustancial, entre jóvenes y los cauces clásicos de participación.
Como decía en un punto
anterior, es momento de abrir puertas y ventanas y dar sensación de cercanía,
de aprovechar nuevas formas de organización y de contactar con la población
joven allá donde esté, en cada ámbito de
actuación.
Mantener el proceso.
Esta ruta puede sufrir
atascos, accidentes y tener que modificar trayectos para lograr llegar al
final, pero mantener el viaje es importante.
En algunas ocasiones nos
hemos dado por vencidos/as muy rápido, agarrándonos con fuerza de otra frase
consabida: “Ya sabía yo que esto no iba a
funcionar aquí”. Y lo hemos manifestado después de la primera reunión a la
que no ha ido gente, tras una bronca con un representante político o de
comprobar que otros/as no hacen nada y tú andas ocupando tu tiempo sin parar.
Debemos interiorizar que
si nos dirigimos a personas jóvenes los aprendizajes son la pieza angular del
trabajo, tanto de profesionales como de instituciones. No pasa nada si se van
produciendo los hechos a los que me refería en el párrafo anterior, es más, os
garantizo que se van a producir y que el proceso tendrá parones. La vida misma,
y por eso no hay que tumbarlo. Cualquier movimiento de estas características se
activa, se para y, de nuevo, se reactiva. Va en función de los momentos y de
las personas. No lo cortemos.
Es más, no pasa nada si
una persona joven pasa por allí durante un tiempo y luego nos olvida, ya lleva
su bagaje. De eso se trata, de propiciar
aprendizajes ¿No?
Las reuniones interminables.
Ya estoy viendo las caras de
quienes estáis leyendo este documento y pensaréis: ¿Cuántas reuniones voy a
tener a partir de ahora con esta historia? Pues muchas, imagino.
Pero también se puede
hacer de otra manera, aprovechando al máximo todas y cada una de ellas. La
consigna ha de ser: “ni una decisión se pospone para la próxima reunión”.
No podemos hacer reuniones
interminables en donde nada se saca en claro, todo el mundo anda liado como
para desaprovechar el tiempo y, sobre todo, para llegar a esa sensación de
hastío que proporciona no avanzar, encontrarte siempre en el mismo lugar.
Y para que estos
encuentros tengan un sentido han de tener trascendencia, saber que se está
avanzando y que en otros lugares están haciendo el mismo proceso que tú. También se puede tener sentimiento de
pertenencia a un proceso.
Los protagonismos.
No me vale ninguno. Son
una carga extra al esfuerzo que se ha de desempeñar para encima soportar
protagonismos innecesarios, tanto de personas como de entidades. Los y las protagonistas han de estar claros: la
población joven que quiera expresar sus opiniones y propuestas en beneficio de
toda la comunidad. Lo demás, puede ser importante pero no la razón de ser de
una tarea como la que tenemos entre manos.
¿Qué
papel juegan quienes trabajan con jóvenes?
Personal técnico de la
Administración, profesionales de organizaciones y empresas, dinamizadores/as,
profesorado y quienes trabajan con jóvenes tienen mucho que aportar al proceso
con una opinión de autoridad y que ha de escucharse y atenderse, y también han
de jugar un papel esencial en la mediación, articulación de espacios y momentos
y, sobre todo, de garantizar la profesionalidad con que se ejecuten las
diversas intervenciones en cada ámbito.
Es también una oportunidad
para el sector, de que trascienda la importancia de lo que hacéis y, ante todo,
de lo que podríais llegar a desarrollar con algunos medios más y con el
respaldo institucional.
También debéis poner de
vuestra parte, como todos y todas. Además de participar activamente en los
órganos municipales e insulares que nazcan de esta aventura, también puede ser
el momento, como ya manifestaba brevemente en un punto anterior, de preguntarse
si va siendo hora de poner en marcha un espacio exclusivo de participación
propia para los y las profesionales de juventud, en donde además de reciclaje
profesional y de propuestas en el ámbito de las políticas de juventud, se pudiera
defender la profesión y a los y las profesionales. Sería una buena noticia.
No quiero profundizar más
en este apartado y concluyo con una pregunta directa a colegas de profesión:
¿Qué preferís, ser protagonistas de un proceso de estas características y
trabajar en políticas de juventud u organizar talleres de zumba?
¿Y
los y las Jóvenes?
En un punto anterior,
reflexionaba con sarcasmo al referirme a los y las jóvenes, de esos que solemos
llamar “en general”, preguntándome si
existían. Existen, pero muy alejados/as de instituciones y organizaciones. No
es un drama, es una realidad por la que no debemos castigarnos.
Contamos con un buen
número de personas jóvenes y adolescentes que tienen relación con movimientos
asociativos, con proyectos y programas de diversa tipología y con jóvenes que
se organizan en torno a grupos con intereses comunes.
Ellos y ellas son la base
de nuestro trabajo, de instituciones, organizaciones y profesionales, y a
partir de ahí tenemos que articular las estrategias oportunas para que ese
círculo se vaya ampliando.
Para ello, dejemos de
llorar porque no conectamos con esos “jóvenes
en general” y cuidemos a los y las jóvenes que sí quieren involucrarse, sea
en mayor o menor medida.
Si queremos llegar al
conjunto de jóvenes debemos de platearnos antes cómo está la situación, y la
situación está mal.
El estudio Jóvenes y Valores (II) realizado por Ignacio Mejías Quirós para el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y
Juventud en 2014, se constataba una visión muy crítica con el contexto
social por parte de la población joven.
En el siguiente esquema, perteneciente
al estudio citado, podemos visualizarlo:
Ese “a pesar de todo, el inmovilismo no se considera una opción”, es lo
que nos permite tener esperanzas en que cada vez esos “jóvenes en general” se acerquen más a
programas, proyectos, experiencias y –ojalá- a la puesta en marcha de espacios
propios de expresión y participación.
Para luchar contra esa
desconfianza, quienes aquí nos encontramos y en lo que nos ocupa, la
participación y las políticas de juventud,
podemos poner nuestro granito de arena: las instituciones dando
respuesta y apoyando sus iniciativas, los profesionales tendiendo puentes y
aportando metodologías que les atraigan, las asociaciones y las nuevas fórmulas
de participación abriendo lugares de encuentro comunes en donde, sin
comprometerse en un ideario, puedan participar cuando lo estimen conveniente.
Ardua tarea, sin duda.
Participación
2.0.
Elemento recurrente éste
en todas las ponencias que se precien. Estas reflexiones no van a ser, en este
caso, una excepción.
Los diferentes servicios
de juventud tienen, en su mayoría, redes sociales (porque hay que tenerlas)
pero todavía no les hemos encontrado demasiado sentido ya que funcionan como si
fueran los antiguos tablones de anuncios o paneles informativos. En las redes, también se espera que quien pase por allí, lo
lea.
Estamos en pañales
todavía, Facebook lleva con nosotros 9 años y me temo que aún no hemos
aprovechado lo que significa para la comunicación las redes sociales. El 2.0.,
como sabemos, se refiere a que la comunicación no es unidireccional sino
recíproca y, por tanto, supone un intercambio entre quien emite un mensaje y
quien lo lee, ve o escucha. Si no existe esa reciprocidad, no es 2.0. Es lo de
siempre.
Contamos con plataformas
que nos facilitan el debate y la votación de propuestas a través de internet,
sin moverte de tu habitación o del ordenador de la Casa de la Juventud más
cercana.
También con páginas
gratuitas para difundir nuestra actuación y que todo el mundo interesado pueda
consultar, y por supuesto con herramientas de colaboración en línea (a las que
me refería anteriormente) y que nos pueden dar la oportunidad de organizar un
trabajo abierto, colaborativo, transparente y de fácil acceso.
En otras ocasiones que he
venido a vuestra tierra, me he planteado que con la orografía que tenéis,
maravillosa por otra parte, y en lo que
se refiere a facilitar la comunicación para propiciar la participación de los y
las jóvenes de distintas localidades, una de dos: o se mejora el transporte o se
potencian las herramientas 2.0. Bueno, mejor ambas.
Hoja
de ruta.
La planificación del
proceso, la hoja de ruta, es una de las primeras tareas que necesitamos. Para
ello, los Talleres y Mesas de estas Jornadas y los posteriores encuentros que
determinéis han de cuestionarse una serie de asuntos. Os adelanto algunos por
si os pueden servir para ordenar el debate.
- ¿Qué
es primero, crear los espacios de participación y que estos propicien los
debates o crear los debates con diferentes agentes y lugares y que estos
determinen los espacios de participación que han de crearse?
- ¿Qué
elementos de seguimiento y evaluación del proceso vamos a implementar y dónde
se recoge y administra la información que se vaya generando?
- ¿Quiénes
pueden participar en los debates y qué agentes pueden convocarlos? ¿Centralizar
las convocatorias o descentralizarlas?
- ¿Hacemos
un calendario cerrado de eventos o abierto?
- ¿Diferenciamos
órganos de participación juvenil Insular con los de ámbito local?
- ¿En
cuántas fases vamos a dividir el proceso?
- ¿Sería
bueno hacer una evaluación intermedia?
- ¿Cuándo
queremos que finalice?
Estas y otras preguntas
que surjan en los grupos de trabajo serán la base para establecer una hoja de
ruta que se adecúe a las necesidades y realidad de todos los agentes y jóvenes.
En cualquier caso, no me
resisto a proporcionaros una ruta de acción mínima:
Reflexiones
finales.
No nos sobra ninguna
fórmula de participación, lo que nos hace falta es que los lugares para hacerlo
se correspondan con la realidad juvenil y también con las nuevas formas de
entenderla y que sean reconocidas.
No quería hacer de este
texto una recopilación de referencias sobre participación a las que estamos más
que acostumbrados/as. He querido escribirlo desde las sensaciones que conozco e
intentando no comprometerme más de la cuenta con una u otra fórmula de
participación, eso es cosa vuestra.
Cierro este texto
recordando el principio y volviendo a hablar de oportunidad. El proceso hasta
llegar a un órgano de participación lo podéis hacer todo lo sencillo o complejo
que creáis oportuno, pero no dejar de hacerlo. No caigamos otra vez en la (una
vez más) dichosa frase que diremos dentro de unos años: “Eso ya lo intentamos nosotros/as y no
salió”. No sé si odio una expresión más que esa.
Gracias por haber llegado
hasta aquí y espero que estas reflexiones os puedan proporcionar pistas o
simplemente aquello que no queréis hacer.
Suerte y espero que
aprovechéis la oportunidad de trabajar de abajo hacia arriba, eso que siempre
hemos soñado algunos.
Murcia, 4 de julio
de 2016.
Si todas las ponencias en las jornadas fueran como ésta seguro que los debates eran más animados y no nos empujaría a dormirnos. Enhorabuena, he aprendido y me he entretenido leyéndola aunque al principio me ha echado para atrás tanto texto.
ResponderEliminarGracias.
Ven a Galicia y se lo explicas a nuestra Directora, a ver si aprende algo.
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