A
continuación comparto el texto en el que basé mi intervención en el II Encuentro Intercomarcal de Jóvenes celebrado
en Guía de Isora, Tenerife. La
actuación, organizada por la empresa Bencomia y financiada por la Consejería Insular de Juventud, Educación e Igualdad del Cabildo de Tenerife, tenía como objetivos
la formación de grupos de jóvenes de distintas comarcas en temas de
dinamización así como trabajar en sus
ideas y que mediante la fórmula de presupuestos participativos ellos mismos distribuyeran
los recursos económicos disponibles a los diversos proyectos ideados por los propios jóvenes con
anterioridad y trabajados durante el fin de semana del 25 al 27 de septiembre
de 2015. Sólo presenciar el proceso, ver participando de forma efectiva y dotando
dinero público de forma consciente a un grupo de 40 jóvenes, ya es un lujo.
Gracias a Bencomia y al Cabildo por dejarme disfrutarlo.
Participar: Tomar parte en algo.
Dinamizar: Imprimir rapidez e intensidad a un proceso.
(Primeras
acepciones del significado de ambas palabras en el diccionario de la R.A.E.)
Tomar parte,
intensidad y proceso, tres términos desde los que podríamos construir una
fuerte base en los temas que tratamos en estos II Encuentros Intercomarcales.
Sobre las palabras.
Deberíamos primero
hacer una aclaración sobre el uso que damos a estos vocablos y que ha
contribuido a la confusión general y que las relacionemos con conceptos que
nada tienen que ver con ellas. Dos ejemplos:
- Algunas
administraciones ponen en marcha programas de dinamización juvenil y
cuando observas el contenido y la metodología de los mismos compruebas que no son tal, sino una sucesión de actividades contratadas por parte de
la administración y que en su mayoría son actuaciones relacionadas con el
ocio y el tiempo libre, puntuales, sin conexión y careciendo de un proceso
diseñado que cumplir, dónde la población joven no tiene papel alguno en su
elección, planificación o evaluación de las mismas. No, eso no es
dinamización.
- ¿Quién
no ha oído o visto en múltiples ocasiones mensajes desde departamentos de
juventud llamando a la participación en una excursión o en un taller de batuka?
Seguramente, sería más apropiado utilizar “inscripción” o “asistencia”,
pone cada cosa en lugar correcto.
Las palabras son
importantes, lo que significan, lo que transmiten, el mensaje que dejan. Por
ello, hay que cuidarlas.
¿Qué es primero, la
dinamización o la participación?
Lo primero y más
importante es que exista un grupo de jóvenes con intereses comunes y con ganas
de intervenir en la comunidad en la que está inmerso (local, insular, región,
país, internacional). Sin ellos, todo lo demás sobra.
Una vez que un
grupo de jóvenes confluye con la intención de cubrir unas expectativas creadas
(problema del barrio, reivindicación, ocio y disfrute del tiempo libre común,
sensibilización sobre temas de interés social,…) ya han comenzado los dos
procesos: la dinamización y la participación.
Podríamos hablar,
entonces, que la participación es la forma que tenemos para definirnos como personas y
como grupo en el marco de un interés común.
La dinamización,
por su parte, es todos los recursos, técnicas y estrategias que empleamos para
que un proceso en el que intervienen personas pueda implementarse desde la
acción.
Si haces
dinamización sin que los supuestos dinamizados puedan participar en el
desarrollo del proyecto, al final ni dinamizas el proyecto, ni a las personas.
Si la participación
no la dinamizas y no la conviertes en algo vivo, quedará para conversaciones
abstractas o para utilizar la palabra como no se debería usar.
Cosas que llevamos
en la mochila: lastres.
No sería justo por
mi parte comenzar a escribir sobre este tema sin evaluar los lastres que
llevamos en la mochila y que debemos conocer para que no se conviertan en un
obstáculo en nuestro camino. Manifestar estas problemáticas también es parte
del necesario análisis que debemos de hacer antes de comenzar cualquier
iniciativa. Debemos de conocer aquello que nos pone trabas para transformarlo.
A continuación os
detallo algunas de estas trabas y que, en mi opinión, sería necesaria su
transformación.
- Ley
de Asociaciones.
Nefasta
ley aprobada en 2002 y que ha venido a cargarse la poca participación
asociativa existente en nuestro país para convertirlo todo en un mercado. No
desarrolló nada diferente de la franquista ley de asociaciones de 1964 y las
modificaciones en 1977 y 1988. La misma estructura, casi la misma burocracia y
en absoluto preocupada de fomentar la participación de los jóvenes.
El
nivel de participación juvenil en asociaciones siempre ha sido bajo aunque se
empeñaran en incluir en los estudios a las asociaciones deportivas para que
subiera el nivel de pertenencia. Ahora, está en mínimos. Un detalle: la mayoría
de las administraciones regionales y la estatal se han cargado de hecho a los
Consejos de Juventud, representantes naturales de las asociaciones juveniles,
pues bien ¿Habéis visto en este último año manifestaciones de jóvenes para
protestar? ¿Alguien, además de los miembros de las propias estructuras, ha
movido un dedo para que no pasara?
Es
necesario un marco legal que proteja la participación de los jóvenes en aquello
que les interesa con la menor burocracia posible y atendiendo a las nuevas
realidades juveniles del país.
- Tradición
inexistente en participación.
Hasta
ahora, no hemos sido un pueblo participativo. Primero, porque no nos han dejado
y después, nos hemos acostumbrado a eso de “que lo hagan ellos”. Nunca se ha
promocionado un modelo participativo ni en la escuela, ni en la familia, ni en
la empresa, ni en las instituciones. Es una mochila pesada y que hace, incluso,
que gente vea mal que otra quiera participar en aquello que le incumbe.
Por
fortuna y desde hace tiempo, en otros países se está trabajando en fórmulas de
gobierno abierto y transparencia y está llegando a España, que se adapta a
marchas forzadas a estas historias con Ayuntamientos que están actuando de
forma seria sobre las fórmulas planteadas por este sistema: datos abiertos para
todos sobre lo que se hace en lo público y presupuestos participativos. Sí,
estamos aún en pañales, pero es un buen
comienzo.
- Modelos
de dinamización juvenil agotados.
La
gran velocidad de transformación en la sociedad y en la cultura no ha sido
recogida de forma estructural por las administraciones en juventud.
Debemos
revisar las fórmulas de atención a jóvenes, las edades con las que trabajamos,
los territorios donde se mueven, el funcionamiento de las estructuras juveniles
(Casas y Centros de Juventud), ser conscientes de que no se pueden hacer
políticas sólo por edades sino que hay que saber que los jóvenes son diferentes
y se encuentran en situaciones distintas. No todo vale para todos.
Desde
hace tiempo hay muchas experiencias en administraciones locales y regionales en
donde el concepto de acción y participación ha arraigado mucho desde la
aparición del Libro Blanco sobre Juventud Europea publicado en el año 2002.
Esta tendencia se vio reducida por la crisis económica, pero la apuesta
continua. Es necesario que los jóvenes hablen, que los técnicos tengan voz y
que los políticos escuchen para conformar nuevas formas y estructuras que den
respuesta a la realidad juvenil y sus vías de dinamización social.
- Participación
de sofá.
Todos
esos lastres anteriores han conllevado a nuestra característica participación
de sofá, de barra de bar o del banco del parque, siempre en sitios que no eran,
porque cuando sí estábamos en el lugar adecuado para hacerlo, nos hemos
callado.
Esto
tiene su traslado en la actualidad a la participación del clic, del me gusta o
de firmar una petición. No estoy diciendo que sea negativo, al contrario, pero
sí pienso, sobre todo en el caso de los y las jóvenes, que me falta algo
importante: la acción.
¿Y qué podemos
hacer nosotros/as ante este panorama?
Volvamos a las
palabras. Imprimir rapidez a un proceso conlleva acción, movimiento; dar
intensidad a esa acción no se entiende sin motivación, sin ganas, sin remover
los obstáculos que nos impiden hacerlo. Y si ese proceso se quiere hacer con
plenas garantías tienen que tomar parte en él todas las personas interesadas,
cada una con sus matices que, sin duda, enriquecerán nuestra idea.
Este debe ser el
punto de partida y la base de de una nueva dinamización juvenil llevada a cabo
por los propios jóvenes.
¿Es necesario
organizarnos?
Hasta para ir a
hacer compra al supermercado tienes que organizarte. Parece que huimos de la
rigidez de palabras como estructura, organización, planificación. Sí, puede que
sea más chula la improvisación, pero tranquilos, por muy planificada que esté
una actividad siempre hay imprevistos que te dan la oportunidad de hacerlo.
Organizar significa eso: reducir al máximo los imponderables que te pueden pasar
y estar preparado lo mejor posible por si ocurren.
Para algunos, entre
los que me incluyo, lo más bonito de esta historia es la planificación, el
trabajo que previamente hay que hacer para que la idea se traslade a la
realidad.
Sea a través de una
asociación o por medio de un colectivo de personas no estructuradas legalmente,
la situación es la misma: organizar y estructurar grupos de personas en función
de un objetivo.
Cuando estamos en
esta situación, lo primero que se nos
viene a la cabeza son distintas figuras: responsable, quien lleva las cuentas,
el de los papeles, el activista, el de los ordenadores….
Debemos de ver el
objetivo común como un equipo y no como un conjunto de compartimentos estanco
que no se comunican entre sí. No se trata de repartir el bacalao sino de que
cada uno aporte o pueda descubrir cuáles son sus potencialidades y explotarlas
al máximo, como persona y para el equipo. Si alguno tiene buena capacidad de
comunicación y expresión para “vender” nuestro producto, ha de ser el portavoz
ante las instituciones y la comunidad, hecho que no tiene nada que ver con ser
el responsable o líder del grupo.
¿Quién lidera la
dinamización?
En todos los grupos humanos es normal que
exista la figura de líder del grupo. Es posible que para nosotros, por nuestra
historia y tradición, la palabra líder tenga algunas connotaciones que no nos
valen para el trabajo en grupo. El líder lidera pero no es el jefe de nada. Si
un grupo asume como líder a una persona por sus características personales,
éste, de forma inmediata debe de asumir algunas obligaciones que nadie le va a
decir y posiblemente no vea en algunos manuales:
1. Formación.
No
sólo la suya, también la de todo el grupo. Ha de facilitar que todos los
miembros crezcan a nivel particular con aquellas temáticas que más les
interesan y que pueden, a su vez, ayudar al grupo a mejorar los proyectos y las
intervenciones.
2. Participación.
Debe
de huir de su poder de referencia y propiciar que todos los integrantes del
grupo sientan como suyo el proyecto a realizar. Si utiliza ese poder para
imponer sus ideas, antes o después, se quedará sólo o con una corte de
aduladores.
3. Incorporación de
personas al proyecto.
Es
humano que nos dé cierto coraje cuando a un proyecto en marcha se suman otros
jóvenes que se han interesado por nosotros. - ¡Ahora vienen estos a llevarse los méritos cuando todo el trabajo lo
hemos hecho nosotros!- Hay que guardarse los egos, tanto personal como de
grupo, para otros momentos y dejar vías a la convivencia y a compartir experiencias que
nos pueden enriquecer. Sumar es bueno y si el grupo quiere blindarse ante
personas no deseadas y que puedan poner en peligro la buena armonía del mismo,
sólo tiene que crear un código que tengan que cumplir los miembros, ya sea una
organización estructurada o un grupo de jóvenes en torno a un proyecto. Este código no es un catecismo, es una
herramienta viva que se puede cambiar por decisión de todos y ha de tener un
componente fundamentalmente ético.
Desde otra óptica,
hemos estado acostumbrados en múltiples ocasiones a que las líneas de dinamización y participación las liderara
la administración pública, bien porque el departamento lo ha fijado como
objetivo y se lo cree, bien porque el equipo técnico las ha impulsado en su
municipio, aunque con poco apoyo político, escasos recursos y con mucha buena
voluntad.
Y la Administración
¿qué papel juega?
En mi opinión, la
administración en materia de Juventud no puede estimular la realización de
actividades dónde se da todo hecho. Esa forma de hacer las cosas nunca puede
ser dinamización ni contempla los necesarios niveles de participación. Son actividades
de consumo que tienen su principio y su fin. No, no estamos diciendo que no se
hagan sino, al menos, que no sea haga
solo eso.
Los Poderes
Públicos tienen unas obligaciones, marcadas por diferentes leyes, normativas y
acuerdos internacionales, para con la población joven. El tránsito que supone
pasar de la niñez a la vida adulta, las transformaciones que se dan y los
aprendizajes tienen una importancia capital en el desarrollo de las personas.
Por ello, su
obligación es la de facilitar las condiciones para que esos pasos se puedan
producir de la mejor manera posible. No significa que los cojas de la mano a
los 13 años y los sueltes a los 30, es que hagas más transitable el camino.
Esa es su tarea,
que ese camino para poder realizar tus iniciativas no se convierta en un
calvario que acaba con la motivación del grupo más eufórico.
Nuevas formas de
hacer dinamización desde la administración.
No es fácil adaptar
la estructura y funcionamiento de una administración a las necesidades actuales
de los y las jóvenes. Los secretarios e interventores de un Ayuntamiento no
saben nada de procesos de dinamización juvenil, ellos saben de números y leyes
y no entienden que se pueda dar dinero o ayudas en especie a un grupo de
jóvenes si no son asociación. Si un grupo que está haciendo proyectos opta por
constituirse como asociación, estupendo, pero se ha de tener en cuenta que
otras personas no quieran estructurarse como tal. Como decíamos antes, en la
actualidad el nivel de asociacionismo es bajísimo, buena prueba de que a los
jóvenes no les atrae ese modelo. Y mientras no se crean los formatos adecuados,
se deben de buscar fórmulas para que estos grupos de jóvenes puedan también
recibir las prestaciones necesarias para llevar a cabo ese aprendizaje al que
nos referíamos antes.
Se siguen, en
general, manteniendo estructuras y formas de intervención que no están
ajustadas a la diversidad del segmento de población juvenil. Continuamos viendo
a los jóvenes como una franja de edad sin más y muchas veces estereotipados.
Los jóvenes son diversos y diferenciada debe ser su atención.
Las
administraciones, sobre todo las locales, deberían reflexionar sobre nuevos
funcionamientos para sus centros juveniles, adaptándolos a nuevas necesidades y
distintas realidades de cuando fueron concebidos.
No se trata de
decir ahora que deberían convertirse en esto o lo otro sino de hacer una
reflexión entre todos y buscar su máximo aprovechamiento.
Estas
administraciones locales, tampoco deberían negarse a otras fórmulas de gestión
de espacios que en la actualidad se encuentran desaprovechados (naves
industriales, locales en desuso, espacios públicos…). Se trata, en definitiva,
de elegir entre espacios formales ideados y pensados por adultos o de espacios
sin su intromisión.
Todos estos nuevos
o reciclados lugares deben de contribuir a la dinamización del tejido juvenil
pero sin olvidar que el objetivo no es que los jóvenes constituyan una
asociación, el fin es que los jóvenes participen, que trabajen sus fórmulas de implicación
social y que la administración y sus profesionales tiendan los puentes
necesarios para que sea posible.
Dinamizar desde
nuestro grupo. Aprender a participar.
“Los profesionales que trabajan con jóvenes han de
tener un compromiso en la potenciación de actividades que estimulen la
sociabilidad, la grupalidad y el asociacionismo, que con frecuencia tendrá un
carácter provisional e informal, y no
puede caer en la intromisión o en pretensiones moralizantes”. (Jaume Funes).
Estoy de acuerdo
con el maestro Funes en estos cometidos
que, entre otros, debería tener el
personal técnico de juventud, pero no siempre es así por distintas
circunstancias que serían complejas y diferentes a la hora de analizarlas
(políticas, económicas, formativas, personales, de motivación…).
Tanto si tenemos al
profesional de juventud de nuestra parte como si no, nosotros y nosotras, como
grupo, tenemos nuestra responsabilidad: somos nosotros/as quienes deciden si
queremos o no hacer algo, si seguimos
esperando a que nos lo hagan todo o si queremos ponerlo en práctica a nuestra
manera, construyendo nuestras propias ideas y proyectos, salgan bien o no. Esto
también forma parte del aprendizaje del que hablábamos.
Para desgracia de
lo comunitario no llevamos las metodologías participativas en los genes.
Y ahora, una mala
noticia: participar cuesta. Muchas veces lo comparo con leer. Todos dicen que
leer es un placer pero para llegar a sentir esa dicha, antes tenemos que
practicar mucho, conocer el lenguaje, los estilos, las palabras, comprenderlas.
La participación también exige su proceso, sus sinsabores, sus miserias. Pero
¡Ay amigos! Cuando te encuentras a gusto con un libro que te atrapa no existe
nada más en el mundo que tú y la lectura. Estás deseando dejarlo todo para
volver a ese refugio.
Encontrar esa
sensación en la lectura no es fácil, es un aprendizaje. Todo es aprendizaje
mientras vivimos y eso muchas veces significa que debemos eliminar cargas
educativas instaladas en nuestro disco duro. Lastres como “que lo hagan ellos que para eso les pagamos”, “lo que tú decidas está
bien”…en definitiva: dejar hacer.
Si tu opción es
esa, adelante. Si lo que pretendes es convivir e interactuar con otros jóvenes,
grupos o comunidades para realizarte como persona y como ciudadano y no como un
mero consumidor de productos, lo que se plantea aquí puede ser una buena
opción.
Si decides, por
tanto, incorporarte a un grupo de personas que pretenden llevar a cabo una tarea
común, es el primer paso para asumir que es necesario organizarse y aprender en la práctica durante el trayecto a
qué denominamos participación.
Al principio lo
podrás hacer - unirte a un grupo- por múltiples causas: por iniciativa propia,
por amistad, por compartir con otros
jóvenes, porque te interesa la temática que se trata, porque te gustan las
actividades que se hacen. Todas legítimas. Más tarde jugarás tu propio rol y
podrás meterte en el ajo a tope porque te gusta ese rollo o te mantendrás a
distancia y sólo participarás de las actividades y reuniones cuando te
convenga. No os debéis olvidar que aquí no hay responsabilidades si uno antes
no las ha aceptado. Cada uno debe tener el papel que quiera dentro del grupo y
asumir otros cuando esté dispuesto. No estamos hablando de una cárcel sino de
algo abierto, donde podamos crecer como personas y, a la vez, divertirnos.
Y para hacerlo
divertido tenemos que ser ágiles. Es en este periodo de ciclo vital cuando la
acción ha de estar más presente que nunca. Necesitamos movimiento, que no nos
paren ni la burocracia ni la política en nuestras pretensiones, hacer, hacer,
hacer.
Pero de forma
paralela al movimiento hemos de aprender a reflexionar. Esa reflexión de cómo
planificar mejor, qué queremos
conseguir, por qué hacemos lo que hacemos, a quiénes dirigimos lo que
hacemos ¿a nosotros/as mismos, a nuestra comunidad, a tratar un tema que nos
interesa?
En ese periodo de
reflexión es cuando nace la participación y ahí es importante que tengamos
varias cosas claras:
- Crear el ambiente
adecuado para que quien quiera expresarse pueda hacerlo.
- Respetar las opiniones
de todas las personas.
- Que alguien se
encargue de “ordenar” el debate y no copiar el modelo “sálvame” de “a ver quien
chilla más”.
- Tomar decisiones
que nos hagan avanzar. Una vez que todo el que ha querido ha podido manifestar
su opinión sobre un tema hay que decidir, si es por consenso, mejor, pero si no
es así no pasa nada. He visto muchos buenos grupos en la estacada por dejar
decisiones para la próxima reunión.
- Hablar todos de un
solo tema y hasta que no se toma una decisión sobre él, no se habla del
siguiente.
¿Y si sale mal?
Pues nada, se ve en lo que nos hemos equivocado y hacia adelante. No os
preocupéis, os garantizo que muchas decisiones que toméis saldrán mal, pero
aprenderéis ¿no era eso lo importante?
A partir de aquí
iréis creciendo y no estaría de más que no os convirtáis en una secta. Abrir
las puertas mentales y dejar que corra el aire. Si el técnico/a de juventud os
echa un cable, mejor, si tenéis apoyo del Ayuntamiento fantástico, si otra
gente se interesa por lo que hacéis, explicarlo sin complejos.
A menudo, algunos
grupos organizados, caen en la tentación de encerrarse en sí mismos y creer que
cuanto más tiempo estén entre las cuatro paredes del local (si se tiene) mejor.
Eso es una condena. Un grupo es relación,
sociabilidad, compartir, estar inmerso en una comunidad, defender tu punto de vista, es amistad,
descubrir cosas que te gustan, decir tu opinión sin miedo, proponer, ACTUAR.
Para que la
dinamización juvenil tenga efecto es necesaria la acción sí, pero organizada
por sus propios protagonistas, con el formato que estimen conveniente. De un
colectivo sin organización a convertirse en el ejército de Pancho Villa, hay un
paso pequeño.
Los territorios han
cambiado.
¿Y dónde pasa todo
esto? Hasta no hace mucho hablábamos de territorios juveniles cuando nos
referíamos a lugares concretos en donde estaban los y las jóvenes: Institutos,
Universidad, vía pública, bares y discotecas, locales diversos, sedes de
colectivos.
Los expertos en los
90, una vez pasada la primera fiebre de los años 80, nos decían que había que
ir dónde estaban los y las jóvenes y no montar locales y centros esperando que
les gustaran y vinieran en masa.
En este pequeño
embrollo de si hay que ir dónde está la población joven o que vengan a nosotros
seguimos, pero ahora se ha añadido un territorio más que entonces desconocían
aquellos expertos: internet.
Ahora, también
están en espacios virtuales que todavía no entendemos del todo y no sabemos
para donde pueden girar. Lo primero que tenemos que entender es que internet no
es una herramienta, ni un instrumento, es una época y a nosotros nos ha tocado
comenzar en ella, descubrirla y aceptarla: ha venido a quedarse y presumo que
lo va a marcar todo.
Por tanto, debemos
aprender de ella y aprovecharnos de lo que nos da para nuestra causa: dinamizar
participando.
Estamos en ello. La
administración, las organizaciones, los colectivos, los profesionales y los y
las jóvenes estamos en ello. Nos abrimos perfiles, damos información sobre
nuestras actividades, las utilizamos como altavoz de lo que hacemos o para
difundir aquello que vemos interesante. Los más jóvenes, todavía siguen
relacionando, en su mayoría, internet con ocio.
Y puede ser mucho
más que eso. Por las redes sociales y otras aplicaciones que nos ofrece el
medio, podemos reunirnos viéndonos las caras, trabajar un mismo documento en
grupo y a distancia, procedimientos para votar un tema desde un ordenador,
hacer proyección audiovisual y escrita de nuestras propias experiencias a
través de canales de vídeo y blog.
Además, con una
orografía como la de Tenerife se convierte en casi una necesidad sacarle el
mayor partido posible para que la comunicación no solo dependa del transporte.
Reflexión final.
Y como la reflexión
es personal os voy a dejar mi propia experiencia en estas últimas líneas.
Desde joven he
estado involucrado en asociaciones, Consejos de Juventud, ONG´s de Cooperación
Internacional…y no tuve conciencia de que estaba participando hasta que me
formé en el tema. No hace falta hacer un grado universitario para saber, solo
leer.
Ese tránsito lo veo
como una de las mejores etapas de mi vida. Aprendí de aquellos que parecían
saberlo todo, de los que no tenían ni idea,
cómo funcionaba la administración, de la manera en que se relacionan las
personas, aprendí hasta de derecho con la dichosa legislación asociativa.
Fue tan importante
esa etapa que al final todo eso: asociaciones, grupos, jóvenes,… lo convertí en
mi profesión. Vivo de ello, disfruto, a veces te topas contra muros
infranqueables, pero sigue existiendo una cosa que me compensa: ver gente joven
o grupos de jóvenes con ganas de comerse el mundo, de organizarse, de querer
cambiar lo que no le gusta, de aprender de sí mismos y de su entorno, de
conocer otras realidades.
Un buen montón de ideas para trabajar, lo que más me gusta es en la insistencia en dialogar para la puesta en común entre todos los agentes. Enhorabuena.
ResponderEliminarBuena reflexión, Juan. A ver si viene algún político con cabeza y nos pone a trabajar con sentido que ya va siendo hora.
ResponderEliminarGracias a los dos por vuestros comentarios. Fijaros qué poco pedimos ya, sólo trabajar con sentido.
ResponderEliminarSi le doy este documento a mi Concejal me lo tira a la cara diciendome que el no sabe ruso. No entenderia ni las definiciones. A mi, si me ha gustado y bajo cuerda, lo intento.
ResponderEliminarMenos mal que en todos los lugares la situación no es la misma sino sería para cerrar el Kiosko. Hay que exigirles más a las formaciones políticas y que, al menos, envíen a los departamentos gente que quiera aprender y dejarse asesorar. Lo que más rabia me da es eso, que sin tener ni puta idea quieran imponer sus criterios ¿Te imaginas en otros departamentos que pasara lo mismo? Pues sí, pasa. Lamentable. Ánimo y aquí siempre tendrás un espacio para decir tu opinión.
ResponderEliminarGracias por compartir tu trabajo. ¿Lo puedo pasar a mis compañeros/as?
ResponderEliminarClaro Adolfo, lo único, ya sabes, citar la procedencia. Saludos.
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