Este
artículo versará sobre la relación de profesionales, organizaciones y
administraciones públicas con la población joven en el ámbito de la educación,
entendida en el más amplio sentido de la palabra posible, sin compartimentos. Me
encantaría añadir el término “de las emociones” a la palabra educación pero
también trabajamos aspectos que nada tienen que ver con ellas, aunque estén muy
presentes a lo largo del camino y en muchas actuaciones tomen una importancia
capital.
¿Tiene
algo que ver el trato que damos los adultos a los más jóvenes con la visión que
tenemos de nosotros mismos a esa edad? ¿Por qué en los grados que pueden
implicar el trabajo con estas personas sólo se estudian jóvenes con distinta
problemática? ¿Es suficiente el nivel de conocimiento de estos temas por parte
del profesorado de educación secundaria o universitaria que para nada han
tratado estos asuntos en sus carreras? ¿Un curso es suficiente? ¿Es conveniente
conocer el segmento de edad al que te vas a dedicar profesionalmente el resto
de tu vida?
Parece
que tenemos aceptado que para trabajar con jóvenes es suficiente dominar un
contenido específico pero que no importa saber sobre el sujeto y sobre el grupo
al que pertenece dicho individuo.
Con
la memoria debería bastarnos, nosotros hemos estado ahí, pero nos es imposible
meternos en nuestro propio pellejo y recordar lo que se siente y se quiere a
esa edad. La empatía con lo que hemos sido deja mucho que desear.
Un
conocido, con una amplia experiencia en temas de juventud y retirado ya
profesionalmente, me decía que “lo
público tiene que ocuparse de las personas a las que es necesario atender (niños,
adolescentes, mayores y de quienes tienen problemas que no pueden combatir
solos) pero que a las demás, incluidas las jóvenes, trato igualitario y búscate
la vida que lo peor que hay en este mundo es no valerte por ti mismo”.
En
una visión antagónica a la que has leído en el párrafo anterior, observamos
ahora cómo la cola de matrículas en la Universidad está llena de papás y mamás
y en los Institutos, ni os cuento. Y ¿esto es bueno o malo? Pues no lo sé bien,
lo único de lo que estoy seguro es que es
lo que hay, no de una manera generalizada, pero sí para preguntarnos algunas
cosas.
El
hecho es que miles de profesionales trabajan con jóvenes todos los días,
también voluntarios: Profesores, orientadores, monitores, directores y
animadores en el tiempo libre, educadores sociales, trabajadores sociales,
pedagogos, técnicos de juventud, informadores juveniles… y lo hacen a través de
distintos ámbitos: administración pública estatal, autonómica, provincial,
municipal y universitaria junto con organizaciones no gubernamentales y
empresas y profesionales dedicados al sector.
Somos
muchos, pero no tenemos nada en común, “sólo” los protagonistas
de nuestro trabajo: los jóvenes ¿No os parece, al menos, raro?
¿No
sería normal tejer una estrategia común y consensuada para implementar acciones
que contribuyan a desarrollar una serie de valores y habilidades que se
consideren imprescindibles por la mayoría para el desarrollo de la persona,
como ciudadano y como individuo? ¿A que suena a ciencia-ficción? Pero ¿a que si
lo piensas detenidamente no sería tan descabellado?
Con
los buenos profesionales que tenemos en nuestro país no sería difícil conseguir
que se propusieran fórmulas que luego fueran discutidas por distintos sectores
de la sociedad e incluso que fueran ratificadas, en su caso, por el poder legislativo.
Fórmulas
basadas en el conocimiento y la experiencia en el trabajo con jóvenes desde una
óptica lo más amplia posible, en donde se describieran los valores y
habilidades a trabajar en las edades correspondientes y cómo hacerlo desde las
diferentes profesiones. La gente, cuando sabe lo que tiene que hacer y cómo
hacerlo, lo hace. Y si, además, sabe que está dentro de algo más grande,
consensuado y que va a contribuir a la convivencia entre las personas, puede
que lo haga, además, motivada. Tan fácil, tan complejo.
Y
para aquellos que veáis adoctrinamiento, dejar de rasgaros las vestiduras. No hay nada
de malo, al contrario, que como sociedad nos pongamos de acuerdo en lo más
básico: conocimiento, autonomía y
participación. Si no somos capaces de acordar unos mínimos ni siquiera en eso,
olvidemos todo lo demás y resucitemos nuestra vieja cantinela, lamentablemente
con vigencia y actualidad, de rojos y
fachas.
Si
adoctrinar es promocionar desde primaria hábitos como el de la participación
(querer+poder+saber), el de ser personas
críticas y autónomas y el amor por el saber y el conocimiento (esto no
consiste sólo en saber física cuántica, la cultura tiene que ir más allá de
elitismos varios) es que seguimos instalados en el aprendizaje de cortijo de
pueblo: cualquier cosa que huela al otro no es buena por definición. Así nos
va.
Y
¿desde cuándo y hasta cuándo es una persona joven? Pues parece que según convenga.
Desde que me
dedico al tema de Juventud he visto los siguientes márgenes para definir un
producto destinado a jóvenes: de 14 a 30, de 18 a 30, de 15 a 25, de 16 a 24, de
14 a 18, de 16 a 26, de 18 a 35 y luego están los jóvenes empresarios que van
aparte. También hablamos de juventud en muchas ocasiones cuando lo que queremos
decir es adolescencia.
Hace
poco, leía en twitter a Joan Subirats (@subirats9) que decía: “El concepto de
"juventud" cada vez resulta más impreciso. Parte de la idea de
periodos vitales, propia de una sociedad que no es la actual”. Una reflexión muy interesante de debatir por que también
nos pone sobre aviso de una realidad latente: seguimos basándonos en modelos
pasados para trabajar y que nada tienen que ver con la actualidad, lo que
continuamente nos aleja del segmento de población más joven.
¿Y
mi opinión? Pues además de debates interesantes en que todos podemos opinar,
creo que es necesario ponernos de acuerdo para saber con quiénes, qué y cómo
debemos trabajar. Los que me seguís sabéis mi opinión de hacer un ciclo que
abarque desde la última infancia (10, 11 años) hasta un límite por arriba al
que no tengo muy claro donde parar, ¿22? ¿23? ¿24? Desde luego que más, no.
En
los últimos días, los compañeros de profesión de Barcelona andan un poco con la
mosca detrás de la oreja por la decisión de la nueva corporación municipal de
encuadrar juventud en el área de “ciclo de vida”, seguramente por la desaparición
de la denominación juventud de forma expresa en el nombre del departamento por
aquello del trabajo que nos costó, en su día, el reconocimiento y tal. Yo por
ahora no voy a decir nada, espero ver los actos ya que no tiene porqué ser algo
malo en sí mismo. Ya redacté un post en ese sentido no hace mucho llamado "Concejalías de Infancia, Adolescencia y Juventud".
Una
realidad que se están encontrando los departamentos de juventud en muchos
municipios medianos y pequeños es que sus “clientes” están bajando la edad y la
mayoría son entre 11 y 14 años. Esto tiene muchas explicaciones: servicio de
guardería gratuita, no poder hacer nada con jóvenes de mayor edad porque no se
acercan al servicio (ya están de bares) y repetición de dinámicas y actividades
que podrían valer hace unas décadas, pero ya no.
Lo
cierto es que están ahí, porque no tienen otro sitio que los acoja o porque
todavía no los dejan entrar en pub y cafeterías, sí, pero están ahí ¿Qué vamos
a hacer para que sigan? ¿Lo mismo de siempre? ¿Esperar a la próxima hornada de
preadolescentes cuando se nos vayan?
Cuando
un profesor intenta inculcar en su alumno el amor por el conocimiento, cuando
un animador acompaña a un adolescente y le facilita que tome sus propias
decisiones, cuando en una actuación de educación para la participación se
propicia su plena incorporación al proceso de toma de decisiones sobre asuntos
que le conciernen, cuando un orientador laboral se esfuerza en hacerle
comprender que cuanta más formación tenga será mejor para su incorporación
plena a la sociedad, cuando un educador social facilita que un joven sin
oportunidades pueda descubrir sus capacidades… estamos trabajando por lo común,
sí, pero no de forma estructural.
Y
pregunto ¿no sería más fácil que esa voluntad fuera estructural y no personal?
¿Podemos dejar la educación en manos de la suerte en función de quién te toque?
Pues es justo lo que estamos haciendo: depender de la suerte.
Y
claro, ante la imposibilidad de educar o de implementar procesos en donde se
plasme lo anteriormente comentado lo que hacemos es….entretenerlos. En el
fondo, como leí en un artículo, hace años, de Jaume Funes (@jaumefunes) ¿no
será que no sabemos qué hacer con ellos?
Yo
sí estoy convencido que, al menos, deberíamos poner la óptica en trabajar esos
tres apartados mencionados: participación, autonomía y conocimiento y creo que
se podría hacer razonablemente bien si estuviera coordinado y sabiendo las
metodologías a desarrollar en cada momento y en cada profesión.
¡Ah!
Y sin asignaturas, porfa. Esto no es para estudiarlo y luego hacer un examen
tipo test para evaluar. Esto es para aprenderlo viviendo.
¿Tiene
alguien una fórmula mejor? Si es así, que la diga. Ya está tardando.
Como
dije en un post no hace mucho, “los jóvenes han de ser protagonistas de su
vida, no secundarios de la nuestra”. Nos pasamos la vida intentando que sean
exactamente como nosotros queremos, desde lo religioso y moral hasta en la
profesión que tienen que elegir. Y, claro, luego vienen las frustraciones y las
sorpresas.
Y
todos preocupados por los jóvenes, o eso decimos. Mientras, sigamos hablando de
educación formal y no formal, de mi departamento o el tuyo, de mi aula o la
tuya, de que lo mío es más importante que lo vuestro, que eso pertenece a un
Colegio profesional o a otro, o el nivel de intrusismo en cada una de las
profesiones educativas y, sobre todo, no paremos de contratar charlas sobre “éxito” que son la pera ramonera y la solución a todos nuestros males.
Hola Juan. Me ha hecho reflexionar esta entrada ya que nos hablas de actuar de una forma planificada y organizada y yo siento por momentos que no se lo que hago, porqué lo hago y para qué lo hago, simplemente se hace un punto.
ResponderEliminarSaludos desde el olvido.
Eso pasa en muchos departamentos de juventud y creo que va siendo hora que, por mínimo que sea, haya que tener un objetivo y saber para qué trabajamos. Suerte y espero que la cosa vaya cambiando.
ResponderEliminarSaludos y gracias por tu opinión.
Hola Juan. Te escribo desde un servicio municipal en donde sólo hacemos entretenimiento, como tu lo llamas. Efectivamente no se porqué lo hacemos ni para qué, sólo lo hacemos y nuestro Concejal es lo que quiere. Cuando le decimos que hagamos una encuesta para ver lo que los jóvenes quieren nos dice que el sabe lo que quieren y es pasarlo bien. Ha llegado el nuevo y su estrategia es exáctamente la misma salvo que quiere hacer excursiones a musicales, donde sólo van niños y sus madres. Vamos, un desastre en toda regla. Por eso, a mí si me parece de ciencia ficción lo que dices aunque lo encuentre muy razonable, ya que con estas cabezas pensantes y que además no dejan pensar a los demás no podemos hacer nada salvo seguir entreniendo, no a jóvenes, sino a niños y padres. La verdad no se porque este servicio se llama juventud. Bueno, no te amargo más la mañana y seguiremos intentándolo.
ResponderEliminarLo triste es que se haga lo que el concejal quiere, que no se tenga en cuenta la opinión de las personas jóvenes y que encima lxs profesionales trabajen por inercia, a disgusto... Lo peor de todo es que parece que eso es lo normal, y cuando se leen textos como los que aparecen en este blog parecen ciencia ficción, cuando en realidad sería lo normal, el modelo a imitar. Me entristece mucho ese tipo de iniciativas, en las que el poco dinero se invierte en un concierto o en un viaje a tal sitio, para cubrir los intereses de quien manda para luego salir en la foto y que se vea que hacen cosas y que la gente acude...
EliminarGracias por tu comentario, sabelitabel. En efecto, parece que aquí lo principal es "hacer cosas" que en general quiere decir actividades en las que podamos echarnos unas fotos. Lo del trabajo del día a día no da para eso.
EliminarSaludos Juan, soy De Perú :) Actualmente estoy trabajando en una municipalidad, y vengo haciendo cosas que yo mismo sé lo que es bueno para los jovenes, pero aqui no trabajo por trabajar, tengo proyecto la cual abarca toda la gestion e incluso más... trabajo con adolescentes y jovenes, ahora eh integrado a los niños, porque de ahi parte la formación, un joven ya esta pensando que estudiar, en que trabajar, ¿pero un niño? por tal motivo eh añadido niños a mi trabajo la cual sé que uno de todos o varios harán una carrera artística para su vida. me refiero a un Evento que hago y este 24 de Septiembre haré la III NOCHE DE TALENTOS- gracias por el articulo- y si les causa curiosidad aqui les dejo mi facebook - JIM ALEX RIVERA SILVA
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