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martes, 31 de julio de 2012

De botellones y campañas.


¿Por qué uno estos dos términos? Pues porque creo que demuestran lo hipócrita que es la sociedad con estas cosas.  En las próximas líneas voy a dar una visión sobre el tema que espero  se utilice para reflexionar, como todos los contenidos de este blog, y no para sentar cátedra alguna, eso lo dejo para sus eminencias en la Universidad.


El botellón, tan actual y tan antiguo. Yo hacía botellón en 1979 con quince años. Entonces estaba todo permitido y así nos fue. El mayor problema era el desconocimiento y, sobre todo, que éramos jóvenes. Ahora, en 2012, el mayor problema sigue siendo el desconocimiento y que también son jóvenes.

El alcohol está metido hasta la médula en nuestro entorno mediterráneo y esa costumbre se pasa de padres a hijos hasta tal punto que nuestras principales celebraciones familiares se hacen en torno a él y forma parte de la costumbre que los más jóvenes empiecen a consumir rodeados de sus seres queridos como si de un rito iniciático se tratase.

Y luego queremos trasladarle que el alcohol no es bueno, claro. Y ellos van y se lo creen. Haz lo que te digo y no lo que hago. La hipocresía como base educativa nunca es buena consejera.

Al final sólo están haciendo lo que han visto y que han repetido generaciones anteriores: relacionar el alcohol con salir con los amigos y pasarlo bien. A esto se le une la necesaria socialización de los jóvenes, los precios prohibitivos de los bares y el buen tiempo que caracteriza nuestra posición geográfica. Además de las modas tan recurrentes hoy en día.

Pero de esto a que se realicen botellones de 10000 personas va un trecho. En algo hemos fallado y me temo que ha sido en la educación a todos los niveles.

Porque beber, además de los consabidos perjuicios para la salud, no va reñido con la buena educación de dejar los espacios públicos limpios después de utilizarlos y ahí papá y mamá creo que no han hecho sus deberes.

Además, ¿a quién queremos engañar?  ¿Es que no se juntan amigos de más de treinta años en alguna casa o local a beber unas copas antes de salir porque no se fían del alcohol que dispensan en algunos bares junto con el elevado precio del mismo? ¿Y qué diferencia sustancial hay? ¿Qué nosotros somos mayores? ¿Qué con 16 años sienta peor el alcohol? Ya, pero cuéntaselo tú a los chavales a ver si te creen.

Los educadores nos hemos quedado con la reducción de riesgos que es la única herramienta que no es hipócrita: ya que lo haces, al menos, hazlo en las mejores condiciones posibles. Pero también tiene algo de derrota y de asumir que no podemos hacer nada en contra de todo un sistema de valores que ya se ha hecho más fuerte que nosotros.

En este campo hay colectivos que están haciendo un gran trabajo y además sincero pero tendríamos que empezar a currar para dar otra vuelta de tuerca al tema, y no me refiero a reducir por las buenas o por las malas los consumos si no a coger el toro por los cuernos y sin medias verdades abordarlo desde la óptica más plausible: la educación. Porque, sí, es un tema de salud pero antes es educativo. Y ahí, nosotros tenemos mucho que aportar. En primer lugar para pedir que, por favor, no se realice ninguna campaña más, ni por parte del Estado, ni de Comunidades, ni Ayuntamientos ni la FAD. Por favor, quédense quietecitos porque para lo que hacen, se pueden ahorrar los cientos de miles de euros para otros programas relacionados con la prevención.

Como habréis comprobado no soy muy partidario de las Campañas. Primero porque tratan a la población joven como si fuera un ente estereotipado en el que todos son iguales. Los educadores sabemos, sobre todo en animación sociocultural, que los programas hay que hacerlos sabiendo muy bien a los destinatarios a los que nos dirigimos y hemos comprobado que acciones para todos los jóvenes de forma indiscriminada pierden todo su valor porque hay muchos tipos distintos de jóvenes, cada uno con sus características y condiciones socioeconómicas y culturales.

¿A qué juventud se refieren cuando hablan de ella? ¿A los que estudian con beca y a la vez curran de camarero para poder pagar todos los gastos de la carrera? ¿A los que viven en un entorno rural y se ganan la vida con la agricultura o pequeño negocio familiar? ¿A los que no han leído un libro en su vida porque con Hombres y Mujeres y Viceversa ya tienen todas sus necesidades culturales cubiertas? ¿A los de un barrio obrero castigado con el paro y sin nada que hacer? ¿A los que compran la ropa en la calle Serrano de Madrid? ¿A los que todas las semanas quedan varias veces para hacer deporte en las instalaciones de la ciudad? ¿A los que van o no van al cine, teatro y otros espectáculos? ¿A los que su sueño es tener un audi 3 azul? ¿A los que el suyo es viajar por todo el mundo? ¿A qué juventud se refiere esta gente que se atribuye el papel de estereotipar a todo el mundo?

Las autoridades sanitarias de  Murcia plantearon, hace unos años, una campaña de prevención del alcohol denominada “ponte guapo” y en el cartel, pegado por toda la ciudad, se veían dibujos de peines, colonias y otros oropeles varios para el acicalamiento del personal. Pues no sé si llegaron a darle algún premio o si la empresa de publicidad es ahora proveedora del Sr. Bassat o incluso si los técnicos de prevención de drogas de Sanidad dijeron algo o no. Lo que sí sé son los comentarios de los jóvenes cuando veían semejante engendro. El comentario más común que vi fue el de: “no preocuparos que ya me encargo yo de ponerme esta noche guapo hasta las trancas”.

De las campañas a nivel estatal no voy a hablar, lo siento porque desde aquel chaval con chupa de cuero de los ochenta que hacía de camello en el colegio ya me quedé impresionado. Parece que las campañas van destinadas a los padres para que vean que papa estado hace cosas por sus hijos y que estén tranquilos en casa esperando.

Y los medios. Esa es otra. Por favor, déjennos en paz. No digan nada sobre drogas porque cada vez que lo hacen es para cagarla.

No hace mucho, en la era prerecortes, organizaba la Feria de Asociaciones más numerosa y diversa de este país (no me las estoy dando de importante: Zona Joven, de la que se realizaron 11 ediciones y en cada una de ellas participaron más de 150 entidades juveniles). Ahí, cada organización planteaba las actividades que les eran propias, desde talleres, pasando por exhibiciones y mesas redondas hasta pasacalles reivindicativos. Pues bien, todo este rollo para contaros que un periodista, de uno de los dos diarios patéticos que tenemos en esta ciudad, reflexionaba ante mí con la siguiente ocurrencia: ¡Qué diferente esta juventud participativa a la que hace botellones los fines de semana! Y se quedó tan ancho. No pude evitar mirarlo y decirle: No te das cuenta de que son los mismos. Que nada tiene que ver una cosa con la otra.

Que si quieres caldo, dos tazas. La portada del diario, al día siguiente, era: Los jóvenes antibotellón muestran lo que saben hacer. Váyase usted a la mierda, hombre.

Separan a los jóvenes cuando les interesa y sobre todo para enfrentar supuestas prácticas que hacen los “buenos” en contraposición a “los malos”.

No quieren enterarse que hay jóvenes que hacen botellón y son participativos en la sociedad, otros que no saben para lo que sirve una asociación, unos que estudian piano y otros que no han leído ni van a leer un libro en su vida  y  algunos más que van al botellón porque lo hacen sus colegas ya que ellos no beben ¿Tan difícil es entenderlo?

Las organizaciones que tan buena labor están haciendo en este campo y a pesar de la situación tan dramática que tienen por falta de financiación,  han de dar un paso más allá y empezar a proponer fórmulas valientes, adaptadas a la realidad juvenil actual y que destierren la hipocresía en un agujero profundo. Esas fórmulas, si van teniendo éxito a pequeña escala irán ascendiendo a otros niveles y la administración no tendrá más remedio que tomar nota. Espero. Con esta categoría de políticos, nunca se sabe.

Por último una pequeña cuestión para ver si alguien me la aclara. Todos sabemos que donde más drogas hay por metro cuadrado es en los parking de algunas discotecas situadas a las afueras de las poblaciones y que la Guardia Civil o la policía local de turno se ponen en las rotondas más cercanas a estos puntos con controles de alcoholemia y drogas (por cierto que estos últimos son carísimos) a unos kilómetros de estos establecimientos. Pues bien, mi pregunta es: si esto se hace para evitar accidentes ¿por qué no se ponen en la puerta de la disco y no a cuatro kilómetros? ¿Es que en esos cuatro kilómetros está prohibido tener accidentes? ¿De qué estamos hablando de salud, de prevención o de otra cosa que también acaba en "on" y que tanto le gusta a las arcas municipales, autonómicas y estatales?

Pd: He escrito el término botellón en atención a los lectores de fuera de Murcia ya que en esta tierra siempre se le ha conocido por botelleo. Reconocedme que la palabra es más bonica.

4 comentarios:

  1. Gracias Juan Francisco por tu visión crítica. Siempre hemso de replntearnos las cosas.
    La verdad, botelleo es más bonita. No la difundas mucho que como el periodista del que hablas se la apropie va ir cargada de connotaciones ultranegativas.
    buen verano

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  2. Gracias Antonio. Buen verano también para tí y a partir de mañana un pequeño descanso de todo que ya está bien y a olvidar, incluso al dichoso periodista del que hablas. Saludos.

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  3. Hola Juan Frnacisco, he tardado un poco en leer tu post y en escribirte -ya sabes agosto es un mes raro- Me gustaría comentar algo que aludes en tu post. A mi me parece una barbaridad que los ayuntamientos organicen espacios para que los jóvenes hagan macrobotellones. La sociedad ha llegado a tal cinismo, que acaba justificando todo. Entiendo que esto no va a evitar que los jóvenes sigan bebiendo, pero ni esta ni ninguna bebida, ahora bien, que sea partícipe y consienta esos eventos me parecen un gran error. Igual de error, que cuando se contrata y se paga mucho más por un toro en las fiestas de los pueblos porque se sabe que es más bravo y hay más posibilidades de una cogida, ¿nos os parece absurdo? ¡Buen verano!

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  4. Gracias @caordas por tu comentario. Ya sabes que somos el país del absurdo. A mí particularmente me encrespa la hipocresía y creo que habría que desterrarla por completo.
    Un saludo.

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