¿Por
qué uno estos dos términos? Pues porque creo que demuestran lo hipócrita que es
la sociedad con estas cosas. En las próximas líneas voy a dar una visión
sobre el tema que espero se utilice para
reflexionar, como todos los contenidos de este blog, y no para sentar cátedra
alguna, eso lo dejo para sus eminencias en la Universidad.
El
botellón, tan actual y tan antiguo.
Yo hacía botellón en 1979 con quince
años. Entonces estaba todo permitido y así nos fue. El mayor problema era el
desconocimiento y, sobre todo, que éramos jóvenes. Ahora, en 2012, el mayor
problema sigue siendo el desconocimiento y que también son jóvenes.
El
alcohol está metido hasta la médula en nuestro entorno mediterráneo y esa
costumbre se pasa de padres a hijos hasta tal punto que nuestras principales
celebraciones familiares se hacen en torno a él y forma parte de la costumbre
que los más jóvenes empiecen a consumir rodeados de sus seres queridos como si
de un rito iniciático se tratase.
Y
luego queremos trasladarle que el alcohol no es bueno, claro. Y ellos van y se
lo creen. Haz lo que te digo y no lo que hago. La hipocresía como base
educativa nunca es buena consejera.
Al
final sólo están haciendo lo que han visto y que han repetido generaciones
anteriores: relacionar el alcohol con salir con los amigos y pasarlo bien. A
esto se le une la necesaria socialización de los jóvenes, los precios
prohibitivos de los bares y el buen tiempo que caracteriza nuestra posición
geográfica. Además de las modas tan recurrentes hoy en día.
Pero
de esto a que se realicen botellones de 10000 personas va un trecho. En algo
hemos fallado y me temo que ha sido en la educación a todos los niveles.
Porque
beber, además de los consabidos perjuicios para la salud, no va reñido con la
buena educación de dejar los espacios públicos limpios después de utilizarlos y
ahí papá y mamá creo que no han hecho sus deberes.
Además,
¿a quién queremos engañar? ¿Es que no se
juntan amigos de más de treinta años en alguna casa o local a beber unas copas
antes de salir porque no se fían del alcohol que dispensan en algunos bares
junto con el elevado precio del mismo? ¿Y qué diferencia sustancial hay? ¿Qué nosotros
somos mayores? ¿Qué con 16 años sienta peor el alcohol? Ya, pero cuéntaselo tú
a los chavales a ver si te creen.
Los
educadores nos hemos quedado con la reducción de riesgos que es la única
herramienta que no es hipócrita: ya que lo haces, al menos, hazlo en las mejores
condiciones posibles. Pero también tiene algo de derrota y de asumir que no
podemos hacer nada en contra de todo un sistema de valores que ya se ha hecho
más fuerte que nosotros.
En este campo hay colectivos que están haciendo un gran trabajo y además sincero
pero tendríamos que empezar a currar para dar otra vuelta de tuerca al tema, y no me refiero a reducir por las buenas o por las malas los consumos si
no a coger el toro por los cuernos y sin medias verdades abordarlo desde la
óptica más plausible: la educación. Porque, sí, es un tema de salud pero antes
es educativo. Y ahí, nosotros tenemos mucho que aportar. En primer lugar para
pedir que, por favor, no se realice ninguna campaña más, ni por parte del
Estado, ni de Comunidades, ni Ayuntamientos ni la FAD. Por favor, quédense
quietecitos porque para lo que hacen, se pueden ahorrar los cientos de miles de
euros para otros programas relacionados con la prevención.
Como
habréis comprobado no soy muy partidario de las Campañas. Primero porque tratan
a la población joven como si fuera un ente estereotipado en el que todos son
iguales. Los educadores sabemos, sobre todo en animación sociocultural, que los
programas hay que hacerlos sabiendo muy bien a los destinatarios a los que nos
dirigimos y hemos comprobado que acciones para todos los jóvenes de forma
indiscriminada pierden todo su valor porque hay muchos tipos distintos de jóvenes,
cada uno con sus características y condiciones socioeconómicas y culturales.
¿A
qué juventud se refieren cuando hablan de ella? ¿A los que estudian con beca y
a la vez curran de camarero para poder pagar todos los gastos de la carrera? ¿A
los que viven en un entorno rural y se ganan la vida con la agricultura o
pequeño negocio familiar? ¿A los que no han leído un libro en su vida porque
con Hombres y Mujeres y Viceversa ya tienen todas sus necesidades culturales
cubiertas? ¿A los de un barrio obrero castigado con el paro y sin nada que
hacer? ¿A los que compran la ropa en la calle Serrano de Madrid? ¿A los que
todas las semanas quedan varias veces para hacer deporte en las instalaciones
de la ciudad? ¿A los que van o no van al cine, teatro y otros espectáculos? ¿A
los que su sueño es tener un audi 3 azul? ¿A los que el suyo es viajar por todo
el mundo? ¿A qué juventud se refiere esta gente que se atribuye el papel de
estereotipar a todo el mundo?
Las
autoridades sanitarias de Murcia
plantearon, hace unos años, una campaña de prevención del alcohol denominada “ponte guapo” y en el cartel, pegado por
toda la ciudad, se veían dibujos de peines, colonias y otros oropeles varios
para el acicalamiento del personal. Pues no sé si llegaron a darle algún premio
o si la empresa de publicidad es ahora proveedora del Sr. Bassat o incluso si
los técnicos de prevención de drogas de Sanidad dijeron algo o no. Lo que sí sé
son los comentarios de los jóvenes cuando veían semejante engendro. El comentario
más común que vi fue el de: “no
preocuparos que ya me encargo yo de ponerme esta noche guapo hasta las trancas”.
De
las campañas a nivel estatal no voy a hablar, lo siento porque desde aquel
chaval con chupa de cuero de los ochenta que hacía de camello en el colegio ya me
quedé impresionado. Parece que las campañas van destinadas a los padres para
que vean que papa estado hace cosas por sus hijos y que estén tranquilos en
casa esperando.
Y
los medios. Esa es otra. Por favor, déjennos en paz. No digan nada sobre drogas
porque cada vez que lo hacen es para cagarla.
No
hace mucho, en la era prerecortes,
organizaba la Feria de Asociaciones más numerosa y diversa de este país (no me
las estoy dando de importante: Zona Joven, de la que se realizaron 11 ediciones
y en cada una de ellas participaron más de 150 entidades juveniles). Ahí, cada
organización planteaba las actividades que les eran propias, desde talleres,
pasando por exhibiciones y mesas redondas hasta pasacalles reivindicativos.
Pues bien, todo este rollo para contaros que un periodista, de uno de los dos
diarios patéticos que tenemos en esta ciudad, reflexionaba ante mí con la
siguiente ocurrencia: ¡Qué diferente esta
juventud participativa a la que hace botellones los fines de semana! Y se
quedó tan ancho. No pude evitar mirarlo y decirle: No te das cuenta de que son los mismos. Que nada tiene que ver una cosa
con la otra.
Que
si quieres caldo, dos tazas. La portada del diario, al día siguiente, era: Los
jóvenes antibotellón muestran lo que saben hacer. Váyase usted a la mierda,
hombre.
Separan
a los jóvenes cuando les interesa y sobre todo para enfrentar supuestas
prácticas que hacen los “buenos” en contraposición a “los malos”.
No
quieren enterarse que hay jóvenes que hacen botellón y son participativos en la
sociedad, otros que no saben para lo que sirve una asociación, unos que
estudian piano y otros que no han leído ni van a leer un libro en su vida y algunos
más que van al botellón porque lo hacen sus colegas ya que ellos no beben ¿Tan
difícil es entenderlo?
Las
organizaciones que tan buena labor están haciendo en este campo y a pesar de la
situación tan dramática que tienen por falta de financiación, han de dar un paso más allá y empezar a
proponer fórmulas valientes, adaptadas a la realidad juvenil actual y que
destierren la hipocresía en un agujero profundo. Esas fórmulas, si van teniendo
éxito a pequeña escala irán ascendiendo a otros niveles y la administración no
tendrá más remedio que tomar nota. Espero. Con esta categoría de políticos,
nunca se sabe.
Por
último una pequeña cuestión para ver si alguien me la aclara. Todos sabemos que
donde más drogas hay por metro cuadrado es en los parking de algunas discotecas
situadas a las afueras de las poblaciones y que la Guardia Civil o la policía
local de turno se ponen en las rotondas más cercanas a estos puntos con controles
de alcoholemia y drogas (por cierto que estos últimos son carísimos) a unos
kilómetros de estos establecimientos. Pues bien, mi pregunta es: si esto se
hace para evitar accidentes ¿por qué no se ponen en la puerta de la disco y no
a cuatro kilómetros? ¿Es que en esos cuatro kilómetros está prohibido tener
accidentes? ¿De qué estamos hablando de salud, de prevención o de otra cosa que
también acaba en "on" y que tanto le gusta a las arcas municipales, autonómicas y
estatales?
Pd: He escrito el término
botellón en atención a los lectores de fuera de Murcia ya que en esta tierra
siempre se le ha conocido por botelleo. Reconocedme que la palabra es más
bonica.
Gracias Juan Francisco por tu visión crítica. Siempre hemso de replntearnos las cosas.
ResponderEliminarLa verdad, botelleo es más bonita. No la difundas mucho que como el periodista del que hablas se la apropie va ir cargada de connotaciones ultranegativas.
buen verano
Gracias Antonio. Buen verano también para tí y a partir de mañana un pequeño descanso de todo que ya está bien y a olvidar, incluso al dichoso periodista del que hablas. Saludos.
ResponderEliminarHola Juan Frnacisco, he tardado un poco en leer tu post y en escribirte -ya sabes agosto es un mes raro- Me gustaría comentar algo que aludes en tu post. A mi me parece una barbaridad que los ayuntamientos organicen espacios para que los jóvenes hagan macrobotellones. La sociedad ha llegado a tal cinismo, que acaba justificando todo. Entiendo que esto no va a evitar que los jóvenes sigan bebiendo, pero ni esta ni ninguna bebida, ahora bien, que sea partícipe y consienta esos eventos me parecen un gran error. Igual de error, que cuando se contrata y se paga mucho más por un toro en las fiestas de los pueblos porque se sabe que es más bravo y hay más posibilidades de una cogida, ¿nos os parece absurdo? ¡Buen verano!
ResponderEliminarGracias @caordas por tu comentario. Ya sabes que somos el país del absurdo. A mí particularmente me encrespa la hipocresía y creo que habría que desterrarla por completo.
ResponderEliminarUn saludo.