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lunes, 9 de junio de 2014

¿Participación tradicional vs participación moderna?

Este post lo escribí como base para la breve intervención que el sábado día 6 de junio tuve ante la XIX Asamblea General del Consejo de la Juventud de España (CJE) en la actividad denominada “CHARLASxJUVENTUD” y en las que tuve el placer de compartir escenario con Ianire Estébanez (@ianireestebanez) y con Belén Zurbano (@belenZB). Ante todo dar las gracias al CJE por su invitación. He sido crítico con la estructura bastante tiempo y demuestran su talante y vocación por la democracia. Espero que la intervención y este post sirvan, al menos, para reflexionar a la nueva Comisión Permanente y al movimiento asociativo.

“Es más fácil criticar al otro que aprender de él”

Hoy es 6 de junio. En muchos lugares celebran actos de apoyo al mundo asociativo. Bravo por ellos.

La mayoría de los que hemos estado en el movimiento asociativo y lo seguimos defendiendo no dudamos que siga siendo una buena herramienta para la participación ciudadana pero ¿sigue siéndolo para lo sociedad, para los jóvenes?

Los jóvenes, la sociedad y las fórmulas de participación están cambiando. El asociacionismo también debe hacerlo –por cierto, qué palabra más horrible y fea, con lo bonita que es la palabra grupo- es su obligación ética.

No me gusta que se definan las cosas como tradicionales o modernas porque ya lleva implícito algo peyorativo. No sé por qué razón no puedo comer unas lentejas a mediodía y un tartar de atún por la noche (si mi bolsillo me lo permite). Lo bueno es la mezcla, como siempre.

Dentro del mundo de la participación siempre me ha llamado la atención las discusiones bizantinas que he presenciado entre gente que la trabaja desde distintos puntos de vista y acaban enzarzados criticándose unos a otros y a ver si pueden menoscabar la fórmula del otro. El patio del colegio.

También sería injusto no mencionar que poco a poco se van produciendo acercamientos e intercambios entre distintos modos de trabajar la participación, pero no es suficiente.

Os quiero llamar la atención sobre algo: ¿Qué hacen los bancos cuando tienen problemas? (además de estafarnos) Unirse, fusionarse ¿Qué hacemos los demás? Separarnos y defender con uñas y dientes nuestra pequeña parcela y siempre buscando un enemigo del que defendernos aunque ese enemigo tenga los mismos objetivos que tú.

Así podríamos hablar de los cauces tradicionales de participación, de la participación no estructurada, de itinerarios de educación para la participación, de la transparencia y gobierno abierto, de movimientos asamblearios vecinales, de ocupación organizada de espacios públicos, de la e-participación y las redes sociales, de la formal, de la no formal, de la institucional de la no institucional, en definitiva: participación que consiste en que todo el mundo que quiera, pueda incorporarse a los procesos de toma de decisiones y sepa cómo hacerlo. Tan sencillo, tan complejo.

Pues no, aquí cada uno va con su estructura y convicciones en la mochila y que si  tú eres muy rígido y tienes que consultarlo todo, que si vosotros sois unos informales, que sin estructura no se puede hacer nada,  que si los del gobierno abierto son unos estirados, que si la administración te trata a ti mejor que a mí, que si los okupas no entienden nada, que si el del barrio sólo piensa en su ámbito y de ahí no lo saques, que si al de la plataforma no hay quien lo mueva del puesto. En fin.

“Divide et impera” era una de las estrategias que los romanos utilizaron para dominar su imperio,  aunque aquí no tengamos ningún Cónsul para que nos la aplique, ya lo hacemos nosotros solitos.

Los cauces tradicionales tienen una lacra: su ley. Un engendro de 2002 que lo único que hizo fue quitarle protagonismo a la participación, sobre todo de los jóvenes, y dar parte del estado del bienestar a la gestión de organizaciones del entonces emergente tercer sector. Pero eso es otro tema.

Los de entonces (a mí me pilló ya fuera pero me incluyo) no quisimos, no pudimos o no supimos enfrentarnos a tal despropósito que perpetró aquel gobierno.  Ahora lo que está en juego es la supervivencia y  transformación y depende, entre otros, de vosotros delegados en la Asamblea. Nosotros fallamos, ahora es vuestro problema, si es que lo consideráis como tal, claro.

Pero al César lo que es del César.

Ahora están de moda los denominados itinerarios de aprendizaje vital y os diré que para mí, pieza básica de mi formación como persona y ciudadano ha venido de mi pertenencia a entidades juveniles y de ahí también surgió una profesión en la que sigo. Los cauces tradicionales de participación lo han sido todo en mi trayectoria y creo que siguen siendo una buena fórmula y por eso soy tan beligerante con las asociaciones chiringuito.

Pero de ese reconocimiento a sentarme y ver el ataúd pasar como si nada hay un trecho. No sería justo con la principal enseñanza recibida: el pensamiento crítico.

Que a esto hay que darle un meneo está claro y que debemos de dejar de atrincherarnos, también.

Un ejemplo nos lo muestran desde diversas ciudades del mundo, también en nuestro país, donde profesionales variopintos procedentes de la educación social, la arquitectura, el periodismo, la pequeña empresa, la educación, el diseño, la abogacía…se reúnen de forma periódica para aportar visiones de una ciudad para, por y con los ciudadanos. Sin protagonismos inútiles, sin votaciones. Trabajo colaborativo, ese que llevamos haciendo desde siempre pero entre nosotros, en nuestras cuatro paredes de confort.

Debemos de ser conscientes de nuestro poder, el poder inmenso que significa tratar y relacionarnos con las  personas y nuestra capacidad de trasladar motivaciones, sin arengas ni proselitismos.

Y todas las fórmulas de participación  están bien y deben ser complementarias. Debemos abrir las puertas y que corra el aire.

Se trata de vernos, de reconocernos, de ser ágiles y dinámicos, de comprometernos, de dar respuesta a los ciudadanos, de educar, de poner en valor, de saber que cada uno, con sus matices y métodos, trabaja la participación, de incorporar ideas y procedimientos que no solíamos usar y hemos aprendido de estar con el otro y que este nexo nos pueda hacer tratar temas y estrategias comunes.

Y, por favor, por ahora sin estructuras. Otra vez no. Hagámoslas de abajo hacia arriba y no al contrario, como se ha hecho siempre.

Imaginad por un momento que una reunión de este tipo se produce y asisten, con voz y con ánimo de lograr acuerdos comunes, entidades, profesionales, grupos, colectivos, personas interesadas y hasta la administración pública que tenga algo que decir. Se trata de buscar lo que nos une y aunque cada uno siga con su tarea, sí podemos llegar a pactos entre todos. Un mismo trabajo hecho por gente diferente en lugares distintos. La tecnología nos lo permite y va a ir en aumento. Manos a la obra.

Para nosotros ya no vale el refrán de “cada uno en su casa y dios en la de todos”, ahora sería algo así como “cada uno en su casa y con las puertas abiertas por si viene alguien". Además, no nos costaría mucho ya que lo hacemos todos los días a nivel personal con las redes sociales ¿por qué con las estructuras no? ¿Están por encima de nosotros?

Como he dicho, he sido crítico con el CJE desde hace mucho tiempo pero ha sido desmantelado porque según el gobierno duplica funciones con el inefable INJUVE. Simplemente es un argumento que insulta a la inteligencia. Puede que esté desmantelado, puede que si no cambia se convierta en residual, al igual que el asociacionismo que representa pero también puede liderar otras formas de hacer las cosas. Dirigirte a la nada o dirigirte a un cambio que no sabes cómo saldrá pero  que puede generar la ilusión que ahora falta. Esa es la elección.

Viejas formas, nuevas formas y las que están por venir en una sociedad en donde internet no es una herramienta, es una época en que todo va a la velocidad de vértigo y no podemos quedarnos atrás.

Ahora se está hablando mucho de participación, me gustaría que se hablara menos y que hubiera un plan de participación desde la infancia en donde la escuela y la familia fueran la parte clave. Tendríamos mucho camino hecho.

No podemos pensar que las personas han de adaptarse a nosotros y a nuestras formas, es justamente al revés. Ya está bien de ese pensamiento que nos sale cuando decimos: “tenemos que hacer lo mejor para la organización” ¿Y eso es lo mejor para sus miembros? ¿Para la sociedad? ¿Es una organización algo en sí misma y que está por encima de las personas, de los grupos?

Hemos de pasar de la militancia con una estructura a la militancia con las personas y por el bienestar común.

Para finalizar sólo decir que nadie tiene la razón. El dogma para quien lo quiera. Yo mismo, muchas veces dudo a la hora de trabajar la participación. Desde hace unos años creo que debería ser tratada como una metodología y no como un contenido pero mañana puede que cambie de opinión.

Sumados somos muchos y podemos ser fuertes. O lo  aprovechamos o nos quedaremos sólo para rememorar los momentos pasados que, por cierto, tampoco fueron tan buenos.


PD: En este enlace podrás leer el post que escribí hace un tiempo denominado "Réquiem por los Consejos de Juventud".

6 comentarios:

  1. Hola, trabajar con jóvenes. Estoy de acuerdo contigo pero no se si es muy bruto decirle esto a alguien que está empezando en esto de las asociaciones. Tengo dudas pero aplaudo a que alguien lo haga.

    Te seguiré la pista.

    José Ignacio.

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    1. Gracias por tu comentario, José Ignacio. Puede que tengas razón, ya me ha pasado en otros post, pero mi convicción es que no se pueden ocultar reflexiones por la edad. Alguien con veinte años ya es grande y cuanto más le propicie hacer pensar, mejor. Pero ya te digo, puede que tengas razón.
      Saludos y gracias por dejar tu opinión.

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  2. Ayer viendo el intermedio, uno de los presentadores, a tono de broma, dijo algo referente a que si quieres enriquecerte monta una asociación sin ánimo de lucro. Entre las asociaciones chiringuito a las que te refieres en algunos post, los urdangarines y fundaciones extrañas se le ha quitado mucho prestigio público a estas organizaciones. A mi, particularmente me hace gracia cuando alguien dice que pertenece a una asociación sin ánimo de lucro lo que es una redundancia ¿Por qué insisten tanto algunos en que son sin ánimo de lucro?

    Germán desde Huelva.

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  3. Gracias, Germán por tu comentario. Efectivamente, el desprestigio va en aumento y eso sólo es debido a una ley nefasta que lo propicia. Son muchas las organizaciones que con más o menos gente, medios y acierto intentan hacer su labor de interés general para la sociedad y que no buscan el interés particular como tú mencionas. Como en muchos otros temas hay que destapar y denunciar lo malo pero también hay que promocionar los valores que representan los que intentan hacerlo bien. Es lo justo.
    Gracias por tu participación.

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  4. Como siempre: certero, habil, directo y critico.

    Me gusta mucho.

    saludos

    Asier F.

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