Llega
el verano y los campamentos asoman por el horizonte. Muchos dicen que están
pasados de moda y que es una herramienta antigua. La rueda también es antigua y
ahí sigue haciéndonos rodar y rodar.
Pues
sí, yo soy partidario de los campamentos y actividades estivales en plena
naturaleza ya que ofrecen un medio único de aprendizaje: “no llevar la naturaleza a las aulas, es justo al contrario”.
Al
final de este post daré mi opinión (para eso estoy aquí) sobre el tema pero voy
a escribir sobre los campamentos por qué creo que sí son una buena actuación
para la educación en el tiempo libre de niños y jóvenes.
En
primer lugar, vamos a pensar que estos campamentos se hacen con los criterios
que cualquier educador o persona con experiencia en este tipo de actividades sabe
y que no voy a repetir aquí (de todas formas en breve colgaré en el blog una
página sobre todo lo que hay que
planificar para un campamento, por si a alguien le interesa).
Al
grano.
Tenga
8, 11 o 14, sea chico o chica, incluso aquellos con algún problema que los
padres no cuentan, por vergüenza, a los monitores, el campamento va a ser una
experiencia que ni escuela, instituto, profesores o padres podrán aportar.
El
entorno es nuevo para ellos sin el paraguas de papá y mamá y tienen que
convivir por narices con jóvenes de su misma edad que puede que conozcan o
puede que no, incluso compartirán todo con gente de otras comunidades o países.
También
habitarán un ambiente distinto al de la ciudad, en general en el monte o en la
playa, con los condicionantes, ventajas y desventajas que el medio produce y
que tendrán que adaptarse a ellas.
Dejarán
de sentirse especiales en su mundo para formar parte de un grupo en el que
adoptarán un rol. Sentirán que son parte de un equipo.
Tendrán
responsabilidades ya sea de intendencia o tareas organizativas. Podrán participar
y opinar sobre las actividades y la organización de algo en lo que están
inmersos.
Ayudarán
a sus compañeros cuando alguno se encuentre en un problema, le echarán una mano
para subir esa pendiente tan dura o lo taparán cuando haga una trastada.
Explotarán
su adolescencia inventando cosas a realizar fuera del horario de actividades y
correrán de tienda en tienda por la noche creyendo que los monitores no los
ven, sintiéndose aventureros por un día.
Compartirán
el agua y los alimentos cuando salgan de marcha y las fuerzas desmayen. Les
parecerá entonces que un trago de agua y un bocadillo de mortadela es el mejor
manjar que hayan comido nunca.
Dirán
que se aburren doscientos millones de veces y preguntarán en trescientos
millones de ocasiones que para qué hacemos esto y lo otro. Cuando acabe todo lo recordarán con pelos y
señales y pasarán mucho tiempo contando a amigos y familiares aquellas cosas
que les parecían tan coñazo en lugar de
estar pelando la pava con
chicos o chicas.
Habrá
problemas y conflictos con otros compañeros y tendrán que resolverlo hablando o
empezar a saber tolerar a gente que no tiene nada que ver ellos.
Pues
sí, todo esto y mucho más se puede hacer en un campamento, pero… (siempre el “pero”
de las narices) para ello es imprescindible un equipo de monitores que sepa lo
que hace, que disponga de una planificación abierta y que tenga claro lo que
significa la educación en el tiempo libre.
Un
buen campamento lo puede organizar cualquiera que reúna los criterios del
párrafo anterior. En general lo suelen realizar las organizaciones que culminan
un curso entero de actividad, las asociaciones o empresas como fuente de
recursos y la administración pública a través de estos últimos.
¿Hay
control por parte de la administración sobre lo que se está haciendo por ahí?
Pues la mayoría de comunidades tienen legislación al respecto pero creo que, en
general, el seguimiento es mínimo por no decir ridículo.
¿Se
están haciendo disparates en alguna de estas actividades? Pues sí, pero aquí
vamos a hablar y apoyar a aquellos que sí lo hacen bien, con equipos de
monitores curtidos, dando entrada a nuevos monitores también, y con vocación.
Por
último, mi prometida opinión de mi campamento ideal (ya salió el abuelo
cebolleta, sorry) que tengo que reconocer que es un poco espartano.
Campamento
itinerante, a ser posible por sierra, que tenga etapas entre distintos pueblos
de la zona para representar teatro de guiñol para los niños de las localidades de paso.
Máximo de 30 jóvenes entre los 14 y los 16 años, cuatro monitores y un
coordinador. Por supuesto, quince días. Sin coches de apoyo ni historias, la
guardia civil ya sabe dónde estamos y ahora tenemos móviles maravillosos.
Repostamos comida y bebida en cada pueblo y tendremos que administrarla. Las funciones
serán gratuitas y sólo aceptaremos regalos en forma de comida de las gentes del
lugar, un suelo donde dormir, a ser posible al aire libre y poder convivir con
las personas que nos rodean.
Os
aseguro una experiencia, para ellos y para los monitores, única. Todavía,
después de 20 años me saludan por la calle aquellos jóvenes, hoy hombres y
mujeres de una pieza, y me cuentan lo que supuso para ellos aquella
experiencia. No recuerdan las ampollas, ni la falta de agua y comida en alguna ocasión,
ni siquiera las tormentas y las dificultades. Sólo recuerdan la cara de
felicidad de los niños de un pueblo de Albacete cuando montábamos el guiñol durante una hora, tres veces al día.
¿Por
qué será? ¿No son todos los jóvenes unos acomodados que no hacen nada por
nadie? ¡Qué cosas! Si creas el ambiente adecuado lo harán y lo mejor es que les
gustará.
PD:
En recuerdo a esos equipos de monitores que tras un día de perros se juntan por
la noche y echan unas risas, ¿de qué se ríen? Tendrás que hacerlo para saberlo.
Qué recuerdos, he tenido la suerte de ser acampado y luego monitor y es una de las experiencias más bonitas que he tenido. Gracias por recordarme que aquello, además de divertido, fue una experiencia educativa de primer orden.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Blas.
Me parece genial tu idea de campamento, si alguien lo monta que me avise, que allá me voy ;)
ResponderEliminarCree si te digo que es sencillamente fantástico y muy barato de montar. Si te contará lo que costó eso en 89 fliparías. Gracias Pablo por tu comentario.
ResponderEliminarMe siento muy identificado con lo que has escrito.
ResponderEliminarLlevo 2 campamentos como monitor en un gtupo scout (ya 13 con el de este verano) y de 10 como chaval.
A lo que escribes yo diría que los chavales que van a este tipo de campamentos relativizan todos los valores sociales (dinero,tiempo,televisión,...) y con lo que vives en un campamento,valoras el hecho de ser austeros durante 15 días
Nunca estuve ni trabajé en ningún campamento, pero soy animadora sociocultural y me encanta la naturaleza y siempre que puedo hago excursiones con mi hija por el monte, y a ella le encanta hacer senderismo, recoger setas, hierbas aromáticas, etc. Lo pasa genial al aire libre y, como bien dices, esta educación contribuye a que los niños valoren otras cosas y relativicen lo material que tanto nos impone la sociedad de consumo.
ResponderEliminarMe ha encantado tu post.
Saludos desde Sevilla.
Raquel :-)
Gracias, Raquel. El contacto con la naturaleza es lo que tiene, que no hace falta más y es muy necesario en estos días que estamos rodeados de "cosas" que al final sólo te dan la función para la que sirven.
EliminarGracias por pasarte por aquí y espero que lo sigas haciendo.
Desde que nuestros hijos hicieron un viaje con Respira Ocio siempre hacemos las actividades como campamentos con ellos.
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