Jóvenes
conectados, jóvenes participativos, jóvenes solidarios, jóvenes concienciados
con el medio ambiente, jóvenes emprendedores, jóvenes con una nueva cultura de
la política, jóvenes que se buscan la vida en el extranjero ante la pasividad
de todos sus conciudadanos. Estos jóvenes existen aunque no entren en ese
patrón tan difundido de jóvenes que no quieren hacer nada, que los hay. En definitiva,
jóvenes cada uno de su padre y de su madre, con unas características comunes
pero tan diferentes entre sí como los adultos entre
ellos.
Quien
siga este blog habrá leído en alguna ocasión que no me gusta hablar de
juventud, un término generalmente estereotipado y que no nos sirve para
trabajar. Prefiero hablar de jóvenes de carne y hueso y que no tienen porque
responder a los patrones que la sociedad y los medios quieren que reproduzcan
para que todo siga igual, o peor.
En
este post voy a hablar de lo que he denominado “los otros jóvenes”, aquellos
que tienen menos oportunidades, unas circunstancias familiares que no contribuyen
precisamente a su desarrollo personal y un sistema educativo que sólo es eficaz
según la voluntad de los profesores de turno que, en muchos casos, son auténticos
héroes y amantes de su profesión.
Jóvenes
que suelen dejar los estudios de secundaria o que van al “tran tran” durante todo el proceso, jóvenes que reproducen
exactamente lo que ven y oyen en casa, la mayoría de veces nada bueno (no
juzgamos las causas, decimos los hechos), jóvenes que a los 17 ya llevan un
aborto a cuestas o dos hijos al lomo, jóvenes sin motivación alguna por nada de
lo que le proponen, jóvenes con la autoestima por los suelos y que se apoyan en
gestos y palabras violentas para, al menos, ser algo; jóvenes con móvil, a
veces, pero sin conexión a internet y que se vuelven locos cuando pillan uno de
los buenos, jóvenes que no leen ni los subtítulos, jóvenes educados por la tele
y amamantados en el banco del parque más cercano a casa, jóvenes que nadie
quiere tener cerca y de los que algunos profesores huyen porque no tienen ganas
de calentarse la cabeza. En el temario de las oposiciones parece que esto no se
incluía.
En
definitiva, jóvenes que nos importan una
mierda. Parece que son carne de reforma
y de la cuota correspondiente de mulos de carga que toda sociedad debe tener, total,
no saben hacer otra cosa; chicas que con 15 años deben de abandonarlo todo para
ser madres y amas de casa como dios manda. Además, como no saben hacer la o con
un canuto se pueden manipular como mejor nos convenga.
Una
de las situaciones que más sorprenden, cuando tienes la perspectiva del tiempo
a tu favor, es observar como en estos grupos de jóvenes no se ha adelantado en
nada en algunas prácticas. Veo como tratan los chicos a las chicas y la propia actitud
de ellas y me retrotraigo a 1984. No ha cambiado absolutamente nada.
Cientos de
millones de euros invertidos para lograr NADA. Que siga existiendo el “donde te
crees que vas con esa falda” de un chaval de 15 años a su novia de dos días y
que ella dé la vuelta y se cambie, lo he presenciado en 1984, 1994, 2004 y
2014. Se pueden meter sus campañas por el mismísimo culo. Menos propaganda y
más programas.
Y
programas ha habido y muchos desde que tenemos esta democracia. No niego que en
muchos jóvenes han sido exitosos pero no de una forma estructural. Se han
renovado pero presumo que el concepto sigue siendo el mismo: demasiado dirigido
a un único lugar. Es como decir: “como se
que eres un poco corto te voy a dar unas cuantas opciones, pocas, en función de
tu perfil para que elijas y rápido ya que de tu elección depende tu futuro”.
En
mi humilde opinión, ese concepto es más antiguo que el coral y deberíamos ir
dándole un repaso. Qué tal, por ejemplo, que antes de formarlos como empleados
incluso como ciudadanos nos centremos en la persona, en ser personas.
No
sé quién decía que una sociedad se puede definir en función de cómo trata a los
más débiles. Nosotros tratamos a los más débiles, sí, pero para campañas
puntuales y actos solidarios llenos de cámaras, para tirarnos cubos de agua por
encima y salir en la tele, en fin: caridad, el Plácido de Berlanga actualizado. Parece que finalmente eso es lo que queremos,
que vivan con nuestras sobras. Ya no nos quedan los inmigrantes y tenemos que
volver a mirar al producto nacional. Total, si ellos no quieren salir de ahí y no hacen nada por intentarlo. Mira,
hacen lo mismito que nosotros: NADA. Sólo que nosotros estamos aquí y ellos
allí. Y así está bien para muchos.
Para
cualquiera que trabaje en la acción social hay muchas situaciones dolorosas y
no me refiero a circunstancias terribles que muchas familias están viviendo en
este país cobarde por aprendizaje, si no porque vemos muchos chicos y chicas
que podrían contribuir a que la sociedad sea algo mejor si alguien atendiera a
sus potencialidades y la situación, al
final, hace que se queden por el camino y reproduzcan lo que han visto, para lo
que parece ser su destino y a él se dejan llevar.
Comentaba
antes que no me gusta hablar de la palabra juventud pero ahora si va a cobrar
sentido ya que me refiero a ella como a algo biológico y genético del ser
humano: la curiosidad ¿Hay un solo adolescente en el universo que no haya sido
curioso? Y si así fuera, ¿en qué parte de la tarea diaria que tenemos los
profesionales con estos adolescentes introducimos la variable “despertar la
curiosidad”?
Nunca
he entendido, sobre todo en los centros de enseñanza periféricos de núcleos
urbanos, por qué no hay educadores sociales, animadores socioculturales, gentes
de la acción social en general, trabajando en cada centro. Es incomprensible.
Gente
que esté por ellos, con ellos y para ellos. Que los acompañe en sus procesos y
que pueda contribuir a que busquen motivaciones que creían que no se podían
permitir. Y profesores preparados y si no lo están que dejen paso a
profesionales capacitados y ellos que se vayan a algún despacho a rellenar
cuestionarios. No os enfadéis, en el fondo les haríamos un favor.
Y
que no todo sea conseguirles un curro de mulos de carga variado, sin opción alguna, y que se casen y tengan hijos, además, es
importante que no sea un ciudadano con la venda en los ojos y que asimile que
cuanto más sepa, más lea, más escuche y mejor informado esté, su vida tendrá
más calidad y esa calidad podrá transmitirla a sus hijos y así intentar romper
la dichosa cadena de reproducción de esquemas familiares basados en que nada
cambie.
Recuerdo
a una chica de quince años que era la primera vez que salía a un Albergue
Juvenil con otros chicos de su edad. Llamó a su madre y ésta lo primero que le
preguntó era que a cuántos se la había chupado ya. Esa chica a los 20 no está
cargada de hijos ni habla dando gritos, regenta una frutería como autónoma y es
dueña de su vida. Sólo necesitó tener a alguien comprometido cerca.
A
veces me pregunto dónde quedó algo tan esencial e inherente a la Animación
Sociocultural como el concepto de transformación social. Parece que se quedó en
alguna parte del camino a la educación social y a la realidad, en la práctica,
que nos ofrece ahora esta disciplina.
Cuando
el concepto de transformación social desaparece de los programas y objetivos ha
de renacer en la vocación de los profesionales. Quizá ese sea el problema. O
quizá no.
Al
final es el mismo esquema para pobres y ricos, están preparados para que nada
cambie y cada uno permanezca donde le ha tocado. ¿Y qué hacemos los de en medio?
Lo que hemos hecho siempre: consentirlo, esperando pertenecer algún día a los
de arriba sin saber lo cerca que estamos de los de abajo.
El profesorado no está capacitado para realizar ese trabajo. Los que lo hacen es por auténtica vocación y verguenza profesional. Estoy absolutamente de acuerdo con que educadores sociales realicen esa labor en todos y cada uno de los centros de enseñanza. Todo iría bastante mejor que abandonarlos a su suerte.
ResponderEliminarBuen post. Enhorabuena.
Jaime.
Gracias por tu comentario, Jaime. He visto de todo en un mismo centro. Profesores que se dejan la piel y la salud por defender e intentar que estos jóvenes tengan una oportunidad y otros que para ellos es un suplicio estar metido en un aula con semejantes salvajes. Un hecho que siempre me ha llamado la atención es que la baja la suelen pedir estos últimos mientras que los comprometidos están al pie del cañón por muchos reveses que les proporcionen el propio sistema y los mismos jóvenes. Esa es la diferencia.
ResponderEliminarSaludos y espero que sigas participando con tu opinión en este blog.
Reforma que no reforma nada, educación que no educa, profesores que no les gusta lo que hacen (no a todos, afortunadamente) esto es un sindios. Demasiado acomodo, demasiado individualismo, demasiada incultura. En fin, ánimo a los que os dedicáis a esto. Lo necesitáis, estáis más solos que la una.
ResponderEliminar¿Sabes lo que pasa? Que aún así, sin faltarte razón, la gente que sigue creyendo en esto lo seguirá haciendo. El día que desaparezca la vocación desaparecerá la transformación social y ese día no será bueno ni para nosotros ni para nadie.
EliminarSaludos, anónimo, y gracias por dejar tu opinión en este blog.
Hola Juan;
ResponderEliminarDesde que te leo, deduzco entre líneas tu misma preocupación, o al menos, esa es mi percepción -la burocratización de la participación social-. Más o menos se podría llamar así, por decirlo de alguna manera.
Yo no he tenido la suerte de ser profesional en los años 80. Más adelante en mis primeros trabajos dentro del ámbito de la educación social y la animación sociocultural... he podido conocer a colegas que con su experiencia, me ayudaron a completar mi formación universitaria y puedo decirte que su sentir es el mismo que el tuyo. Esto que nos han vendido como democracia, que nos vendieron como participativa y de todos, se ha ido convirtiendo y transformando en puestos de trabajo estancos, burocratizados pero con la firme promesa del para siempre. las instituciones han llenado de protocolos, objetivos y líneas de actuación e intervención, folios y folios y se han olvidado de la metodología y de las personas a las que van dirigidos.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario, Carmen. No andas muy desencaminada, no. Efectivamente en todos estos años hay una cosa que me pone enfermo y es observar como las personas están al servicio de los programas y no al contrario. Es de locos pero también es más de locos que los profesionales nos hayamos plegado a eso. Ahora observo en muchos educadores sociales que su principal discurso es ayudar a la gente pero pocos hablan de transformación. El discurso de la caridad parece que se ha hecho hueco en la E.S. en detrimento de los principales postulados de la animación sociocultural. Es lo que hay.
EliminarUn saludo y un placer que te pases por aquí y dejes tu opinión.
hola!!
ResponderEliminarhace bastante que navegando topé con este blog pero hacía mucho que no me pasaba por aquí. Soy animador Sociocultural y acabé mi formación en 2012, o sea, recién salido del cascarón. En breves empezaré a trabajar con población jóven de mi barrio de toda la vida en la periferia de Tarragona ciudad. Es una pena ver como el animador del centro cívico (de esos como tú, que sienten la animación en cada poro de su piel) diga que en 10 años ve el barrio como el vertedero social de la ciudad.
como he comentado, en breves me introduciré en la particiación ciudadana con jóvenes siendo el primer trabajo como ASC que haré, En estos momentos, siento unas ganas enormes de poder ofrecer todo lo que llevo dentro a que, en este caso mis vecinos, tomen las riendas de su propia existencia para conducirla allá donde quieran, pero por otro lado también siento un gran respeto por lo que vendrá. Gracias por postear artículos como este que al menos a mí, me sirven para llenarme de motivación para no dejar de amar esto tan grande como es la Animación Sociocultural
Pues sólo me queda por decirte que ánimo y no decaigas aunque vengan mal dadas. Seguro que las experiencias que vivirás no las encontrarás en otras profesiones.
EliminarSaludos y gracias por pasarte por este blog.
Poco más que decir. Preocupado por estos chicos que tienen un futuro bastante negro.
ResponderEliminarComo educador social he tenido etapas pero normalmente creo en el cambio sino es muy difícil trabajar. Aun así he pasado momentos (no hace mucho el último) de desánimo viendo vidas jóvenes que se iban a la mierda unas veces por decisiones suyas y otras por una obstrucción y descoordinación descomunal entre los diferentes agentes.
Ahora vuelvo a tener ilusión porque los chicos no pueden permitirse que la gente que tiene al lado día a día se desmorone.
Somos una pieza, no el puzzle entero pero sin esa pieza no se puede terminar.
Saludos
@mignesias